Brandon Cronenberg en el 7º día de festival -Cobertura Especial Sitges 2012-
Entre decepciones y sorpresas, van pasando los días en el festival de Sitges, y ya alcanzamos la séptima jornada. Una jornada que viene repleta de interesantes y esperados títulos como «Antiviral», cinta que supone el debut cinematográfico del hijo de David Cronenberg, Brandon Cronenberg. Film futurista, enfermizo y conspiratorio que promete sangre y mucha carne… «The Tall Man», la nueva cinta de Pascal Laugier, llega al festival tras excelentes críticas tanto narrativas como visuales. Jessica Biel es la protagonista de ésta terrorífica historia en torno al ‘hombre del saco’. La coreana «The Weight» de Jeon Kyu-Hwan, presentará un ejercicio visual y poético, que dibujará una linea muy fina entre el delirio y la realidad. Por otro lado, quizás no tan poético pero igualmente surrealista, Quentin Dupieux presenta «Wrong», una comedia llena de situaciones desconcertantes. Los monstruos, la comedia, el terror y la diversión estarán presentes en «Grabbers», cinta dirigida por Jon Wright. Otra de las proyecciones más esperadas es la nueva película de animación de Tim Burton «Frankenweenie», quien hace una revisión a una de sus historias más entrañables. En el apartado Brigadoon, destaca la violenta «Torture Chamber» de Dante Tomaselli. Una nueva jornada para no perderse…
COBERTURA DEL SÉPTIMO DÍA DE FESTIVAL
«Antiviral» (Brandon Cronenberg, 2012) por Oscar Navales
Es cierto que en ocasiones las comparaciones pueden ser odiosas, pero no menos cierto es también que a veces resultan completamente inevitables. Es el caso de David y Brandon Cronenberg, padre e hijo respectivamente, pues ¿cómo evitar no pensar en las primeras películas del primero (especialmente en Stereo, Crimes of the future, Vinieron de dentro de…, o Rabia) mientras se contemplan las imágenes de Antiviral, la ópera prima del segundo, teniendo en cuenta que las similitudes entre ellas superan con amplitud la presencia de elementos que las diferencien?. Porque, no nos engañemos, en el caso de que Antiviral viniera dirigida por otro realizador, seguirían siendo una gran mayoría los que la considerarían descendencia cinematográfica directa del creador de todo un corpus fílmico que ha sido merecedor de ser etiquetado con la expresión, completamente asentada entre los cinéfilos y los críticos, de «cine de la nueva carne«.
Es precisamente ese etiquetado, esa adscripción incondicional a un universo creativo ajeno (por mucho que la transferencia se efectúe en este caso entre padre e hijo), el que me ha resultado tan profundamente molesto durante la proyección de Antiviral(película que, pese a todo, parece ser que ha sorprendido gratamente al público del Festival de Sitges), obra cuya puesta en escena se revela excesivamente autoconsciente y autocomplaciente, encorsetada en unos elementos visuales y conceptuales (que con el tiempo han devenido clichés) surgidos en su momento de la mente de un creador original capaz de aportar elementos nuevos al cine fantástico, un género que en aquel momento (los, para algunos, maravillosos años 70), estaba excesivamente anquilosado, y para el cual, no tan en el fondo, resultaban más trascendentales las innovadoras aportaciones de Cronenberg, Lynch, Weir o Tarkovsky, que las de un sinfín de películas de terror, reverenciadas continuamente desde entonces, y que, lo digo claramente, nunca han sido para tanto.
Lo peor del film de Brandon Cronenberg es que repite, casi cuarenta años después de aquellas primeras obras de su padre, toda una serie de defectos (de fondo, pero sobre todo de forma) que David fue corrigiendo progresivamente hasta alumbrar la que sería la primera obra verdaderamente notable de su filmografía, Cromosoma 3.
Antiviral carece de auténtica fluidez narrativa, y en ocasiones deviene incluso torpe en su puesta en escena (Ej: el joven realizador escoge posiciones de cámara, para filmar las repetidas ocasiones en las que el protagonista del relato, Syd March, se encuentra con sus compañeros de trabajo en una cola para comer, que dotan a los encuadres de un evidente acartonamiento, visual en primer lugar, pero que incluso se contagia a la labor de los propios actores), y Brandon Cronenberg estira excesivamente el metraje de un relato, hasta alcanzar casi las dos horas, que su padre jamás alargó más allá de la hora y media. A estos importantes defectos se suman la acumulación excesiva de encuadres que buscan la simetría visual; la creación de una atmósfera fría y distante, aséptica, en la que convergen la blancura de diversos elementos (de la fotografía, de los decorados, del vestuario), y que a estas alturas, y en si misma considerada, no tiene nada de original – pues todo ello ya resultaba mucho más perturbador en, por ejemplo, ese gran film que es De la vida de las marionetas (Aus dem Leben der Marionetten, 1980), de Ingmar Bergman -; la poco destacada labor de los interpretes – y, por favor, no confundir aquí la frialdad que exigen sus roles con la más pura inexpresividad de la que hacen gala, pues las primeras obras de David también pecaban de lo mismo, y el realizador, en cambio, corrigió sus errores primerizos en este sentido con su primer trabajo de dirección de actores verdaderamente destacable en Cromosoma 3-, y la nula tensión que desprende el film prácticamente durante todo el metraje, terminan pesando demasiado y se convierten en un auténtico lastre para una película que en todo momento anda con los pies atados.
Por supuesto, que la primera obra de Brandon Cronenberg me parezca casi exenta de interés (y utilizo el casi, porque sería injusto evitar mencionar, aunque sea de pasada, que existen en ella algunos planos atractivos) no implica que este no tenga derecho a mostrar flaquezas y titubeos en su puesta de largo cinematográfica. Por mi parte, solo espero que el realizador reaccione a tiempo y decida, sino dejar de lado el cine fantástico – pues lo más probable es que sus próximos films se decanten hacia este género -, si, por lo menos, el dejar de vivir cinematográficamente a la sombra de su padre.
«The Tall Man» (Pascal Laugier, 2012) por Gorka Moreno
Han pasado ya cuatro años desde que Pascual Laugier sacudiera el mundo del cine haciendo que se estremeciera con su polémica “Martyrs”. Una larga espera para los aficionados al género que por fin ha concluido y es que el director francés, uno de los más destacados de esta hornada post-nouvelle vague nos presenta su última obra ,“The Tall man”. Si el mito del “Hombre del saco” ya es perturbador por sí solo, el hecho de que Laugier esté en la silla de director hace que se dispare la expectación y es que posiblemente sea uno de los filmes más esperado del año para los amantes del género.
“The Tall Man” supone el salto al otro lado del charco para Pascual Laugier, un filme que mantiene inquebrantablemente la impronta del director de “Martyrs”, algo que es de agradecer, incluso durante muchas fases de la película, está presente el espíritu de la misma, pero no va más allá de eso. Y es que “The Tall Man” para nada es otra muestra de violencia y crudeza desgarradora, si bien es cierto, que el filme tiene tres momentos claves donde el espectador, entre los que me incluyo, creerá que ya ha llegado la hora y Laugier dará rienda suelta al frenesí, pero no… Simplemente visionando los cinco primeros minutos del filme uno ya se da cuenta de que el director nos invita a realizar junto a él un viaje totalmente distinto. En esta ocasión apuesta más por el horror psicológico con un pueblo minero, gris y plomizo llamado “Cold Rock” como marco a la pesadilla de sus habitantes. (Leer crítica completa…)
«The Weight» (Jean Kyu-hwan, 2012) por Daniel Espinosa
El nuevo trabajo de Jean Kyu-hwan podría haberse convertido fácilmente en uno de tantos títulos que se almacenan directamente (sin premeditaciones previas) en el olvido memorial sin causar repercusión alguna, pero la publicidad que se ha ido haciendo pública acerca del mismo solicita cierto criterio crítico y por ende imposibilita dicho supuesto irrelevante; siendo una película indudablemente denodada y disfuncional, la excentricidad, violencia y desviación anunciadas como los tres pilares básicos a partir de los cuales se desarrolla la historia efectivamente están presentes pero fatalmente combinados, conformado una mezcla de repulsión y sopor que poco o nada facilitan la concepción de argumentos positivos, generándose solamente una indeseable sensación, la de la más frustrante desesperación, pues el clásico ritmo coreano (forzosamente lento) es llevado hasta el extremo más insoportable para tratar de transmitir al espectador los pareceres cafres que albergan la producción y suscitar artificialmente en el mismo una descolocación total, objetivo que en absoluto se alcanza en el sentido que se pretende.
Jung (Jae-hyeon Jo, grandiosamente cumplidor aunque patéticamente desdibujado) es el propietario de una morgue, lúgubre emplazamiento en el que deja volar su imaginación mientras cumple con sumo rigor las exigencias que la profesión a la que se dedica exige; presentando una descomunal y característica joroba (representativa de la monstruosidad que la deshumanización implica) lleva a cabo, con estricta delicadeza, las más variadas tareas laborales (limpiar meticulosamente los cuerpos de los difuntos, asegurarse de que el lugar permanezca impoluto, maquillar los cuerpos sin vida que yacen en sus ataúdes…), así como dedicaciones paralelas de índole ilegal (flirtear con drogas tanto blandas como duras, facilitar relaciones sexuales a terceras personas a cambio de dinero…) (Leer crítica completa…)
«Vous N’avez Encore Rien Vu» (Alain Resnais y Bruno Podalydès, 2012) por Oscar Navales
Era previsible. Era previsible, digo, que un realizador como el gran Alain Resnais, que ya ha alcanzado los noventa años de edad, pero que todavía no ha perdido un ápice de su lucidez creativa, llegara a Sitges 2012 con un film, que ha pasado mayormente desapercibido (como reflejaba claramente la poca asistencia de público a la sala en la que se ha proyectado), y sorprendiera nuevamente a sus seguidores, que somos pocos pero bien organizados (como dijo respecto a los seguidores de Jerry Lewis el presentador del documental Method to the Madness of Jerry Lewis, que ha podido verse también en esta edición del festival), el mismo año en que ha llegado a las salas españolas – y con tres años de retraso – su anterior trabajo, el notable, pero a todas luces más lúdico y divertido, Las malas hierbas (Les Herbes folles, 2009). Porque sorprende y fascina que un realizador de edad tan avanzada se enfrasque a estas alturas en el rodaje de un film tan denso, laberíntico y complejo como este, el título original del cual, traducido al castellano, vendría a ser algo así como «ustedes todavía no han visto nada de nada»: realmente, es el colmo. Porque la propuesta es dura, lo suficientemente dura, a decir verdad, como para que un espectador que no permanezca con los sentidos completamente despejados durante los primeros quince minutos de proyección (veloces, retorcidos, incluso algo farragosos en un primer visionado), en los que adquieren la misma importancia las imágenes y los diálogos, pero por encima de ellos la labor con el montaje, termine completamente desorientado y aturdido durante la hora y media restante de metraje.
En Vous n´avez encore rien Resnais adapta, con la colaboración de Laurent Herbiet, dos textos teatrales del dramaturgo francés Jean Anouilh: por un lado Eurydice (1941), y por el otro Cher Antoine ou l´amour raté (1969). Desconozco ambas obras, así como toda la producción restante de Anouilh, pero conozco lo suficiente los largometrajes de ficción del realizador francés como para ser consciente de que este se apodera del material original y lo adapta por completo a sus intereses personales, dando lugar a una obra que deviene un auténtico resumen de las tendencias narrativas y formales que le han acompañado a lo largo de su dilatada carrera.
Los laberintos de la memoria, la confusión de identidades, las complejidades (y el infierno) del amor, la inquietante presencia (y certeza) de la muerte, la utilización de las propiedades menos exploradas del montaje cinematográfico para romper a conciencia la cronología temporal (jugando con los saltos entre pasado, presente y futuro) y/o espacial de una secuencia (un personaje puede transitar por un decorado determinado en un plano, y al siguiente aparecer repentinamente en otro, sin aparente solución de continuidad), la confusión entre realidad y ficción, o entre el actor y su personaje, el papel que juega el azar en la vida de las personas… En fin, toda una serie de temas, densos y complejos – y no cito todos los que debería -, que el realizador siempre ha manejado con acierto, y que encuentran su exponente más perfecto y complejo en la filmografía de Resnais en una obra tan lejana, y sin embargo tan libre, radical y moderna, como El año pasado en Marienbad (L´année dernière à Marienbad, 1961).
Vous n´avez encore rien es un notable film de Resnais, y también una de las obras imprescindibles de este Festival de Sitges 2012.
«Grabbers» (John Wright, 2012) por Jorge Manrique
En ocasiones ciertos subgéneros del fantástico acaban cargando con ciertas etiquetas y se estigmatizan de manera inexplicable, ya sea por productos que salen a la luz con demasiadas expectativas y acaban siendo un fracaso (Monstruoso), o porque se realizan con unos valores de producción que acaban por no estar a la altura de las circunstancias. Por suerte, ese no es el caso de Grabbers, co-producción Irlandesa y Británica que redunda en el subgénero de las comedias con criaturas asesinas, que iniciarían sagas como Critters, Ghoulies o Gremlins en la década de los ochenta.
John Wright dirige con gran habilidad esta cinta donde prima el humor negro, pero siempre desde la visión ácida e irreverente de humor inglés, similar al visto en Ovejas Asesinas, o la ya mítica Zombies Party (Shaun of the Dead), pero sin apartarse de las escenas donde sangre, vísceras y miembros mutilados son los principales protagonistas, aunque eso si, de una manera realmente sutil, sin caer en exceso en el visionado de la casquería propia del género zombie mas underground. (Leer crítica completa…)
«Wrong» (Quentin Dupieux, 2012) por Daniel Espinosa
Las películas cuyo humor se basa en situaciones que desencajan al espectador por ser delirantes, ridículas o inesperadas suelen gozar de bastante éxito, pero también son las que tienen límites delicados cuya principal complicación reside en no cruzarlos (es decir, en el caso de que el filme se convierta en un continuado de escenas sin sentido y no exista una interpretación al alcance del público se tratará del más puro surrealismo, exclusivamente dirigido a un público selecto); Wrong, el último largometraje de Quentin Dupieux (quien sorprendió hace escasos dos años con la magnífica Rubber, la cual supuso una experiencia religiosa de incalculable calidad), es delirante en su justa medida, siendo el mismo título un anticipo de tal característica (se podría traducir como algo que está mal, que es incorrecto o equivocado, algo que no encaja con la realidad).
Dolph Springer (Jack Plotnick, superlativo a pesar de la complejidad del personaje que interpreta) es un soltero que roza la treintena de edad cuya plácida existencia se basa en gran medida a la compañía que le ofrece Paul, un cariñoso perro al que ama incondicionalmente y con el que vive en un barrio y una casa muy agradables; un día se despierta y se encuentra ante la complicada asimilación de que el amor de su vida, su predilecta mascota, ha desaparecido misteriosamente, sin motivos aparentes, convirtiéndose en un reto (y una necesidad) personal encontrarlo. (Leer crítica completa…)
«The Tall Man» (Pascal Laugier, 2012) por Penélope Callau
En un pequeño pueblo empiezan a desaparecer los niños. Todos tienen miedo de que sea algo sobrenatural, «el hombre del saco».
En este film Pascal Laugier, cambia de registro, después de la polémica y enfermiza «Martyrs», para introducirnos en un cuento de mayores, una historia ancestral y del miedo más profundo cuando se es niño, pero vivido, ya, en la edad adulta.
Una historia muy convincente y muy bien estructurada pero algo previsible y nada que ver con el Pascal Laugier ya conocido, por eso puede defraudar, en parte, a los buenos seguidores de «Martyrs».
«The Weight» (Jeon Kyu-Hwan, 2012) por Penélope Callau
Film coreano sobre un jorobado que trabaja en la morgue arreglando dadáveres y su convivéncia con ellos, sus únicos amigos. También entra en escena su relación con su hermano, el cual se siente mujer.
Cinta de sexo con cadáveres, sexo entre desconocidos, sexo y muertos. Pero todo esto que no lleve a confusión y nos esperemos un Afthermatt, para nada, este film es una de las películas más soporíferas, aburridas y sin sentido de todo el festival. Podria tener un buen argumento y ser un film desagradable, malsano y disfrutable, dentro de las rarezas de la necrofilia, pero no, no lo es, es lento y con un final empalagoso, poético y ñoño.
Poca cosa se puede decir de esta película ya que tan sólo recordarla entra sueño, aunque si he de destacar una de las mejores escenas, el baile de los muertos o la violación de un cadáver por un desconocido con un casco de moto. Todo un fiasco, un fracaso y una decepción.
Brandon Cronenberg, director de «Antiviral»
Making of del séptimo día de festival
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