CRÍTICA. DJANGO DESENCADENADO (QUENTIN TARANTINO, 2013)

Todo trabajo que presente el incombustible e incomparable Quentin Tarantino se traduce en tremenda expectación, irremediable revuelo social que solicita imperiosamente el estreno del mismo para saciar el ansia suscitada, desorbitado deseo que en la mayoría de ocasiones se ve recompensado gratamente (excepciones como la aborrecible Death proof, la definida por el propio autor como la peor obra realizada en su carrera, confirman dicha habitualidad); cuidando hasta el más mínimo detalle para conseguir dotar al filme de todo aquello que caracteriza la época en la que éste se sitúa y brindar un sentido homenaje al ya olvidado género del western (el propio título se basa en la película protagonizada por Franco Nero datada del sesenta y siete, actor que causalmente realiza una pequeña e irrelevante intervención en los compases finales), la cinta se traducirá en suma satisfacción para todo buen amante del cine (más aún para los acérrimos seguidores del visionario director), pues la singular y cuasi imposible manera de desarrollar la trama del también guionista (detallistas e innumerables primeros planos, elocuentes cámaras alternativas, recurrentes diálogos transformados en existencialidad…) que tanto lo han alejado de lo comúnmente estipulado se observan sin medida, en su estado más primigenio (lo cual implica que los detractores encuentren un sinfín de objeciones), permitiendo calificar de este modo el retorno del estadounidense detrás de las cáamaras cuanto menos de notable. (Leer crítica completa…)

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