Nameless Ganster: Rules of the time (Sitges 2012)

A estas alturas hay reconocer que resulta sorprendente la extraordinaria velocidad con la que los realizadores de Corea del Sur, año trás año y desde hace poco más de una década, han logrado dar forma a una cinematográfica nacional con unas señas de identidad ya plenamente identificables para el espectador interesado por el cine asiático, y entre las que se encuentran algunas que definen la idiosincrasia cultural de todo un país, tales como un particular y en ocasiones muy negro sentido del humor, una descripción del ámbito familiar surcoreano nada autocomplaciente, y una forma de concebir las escenas de acción y violencia que se diferencia claramente de la que identifica a los films de, por ejemplo, Hong Kong o Japón. Estos elementos, junto a otros también característicos, vuelven a hacer acto de presencia, con meridiana transparencia, en Nameless Gangster: Rules of the time, la crónica de todo un estrambótico superviviente y arribista social quien, a principios de los años ochenta, pretende aprovechar ciertas oportunidades que se plantan frente a su camino para dejar atrás su condición de ciudadano de clase media/baja y pasar directamente a la primera línea de fuego de la emergente mafia surcoreana.

Al igual que en los thrillers de Bong Joon-ho (Memories of murder, Salinui chueok, 2003), Kim Jee-woon, (Encontré al diablo, Akmareul boatda, 2010), o Na Hong-jin (The Yellow Sea, Hwanghae, 2010), Nameless Gangster: Rules of the time renuncia en buena medida a cierto tipo de verosimilitud dramática plenamente anclada en el imaginario occidental, lo que lleva a su realizador, Yun Jong-bin, a asumir sin complejos, siguiendo los pasos de sus camaradas de profesión, un tono para la narración que báscula libremente y sin prejuicios – en muchas ocasiones dentro de una misma secuencia y sin aparente solución de continuidad – entre lo dramático y lo trágico, por un lado, y lo abiertamente paródico y/o jocoso por el otro, aunque opte también, en contrapartida, por alejarse de la concepción de la puesta en escena más moderna y sofisticada que acostumbran a presentar los films de aquellos. La más bien humilde labor en la planificación de Jong-bin tiene la virtud y también la limitación de presentar en todo momento una corrección sin alardes y una supeditación casi total al acto de, simplemente, narrar una historia (lo cual no es poco) que resulta finalmente contraproducente a la hora de valorar los resultados artísticos del film por encima de la calidad media que debería presentar un film comercial como este.

En general, Nameless Gangster: Rules of the time cumple con ciertas expectativas, aunque la falta de ideas de puesta en escena más brillantes impidan que este pueda devenir con los años un auténtico clásico del thriller de su país. La ambigua y por momentos descacharrante caracterización que del excéntrico protagonista lleva a cabo el excelente actor Choi Min-sik (sobre cuyos hombros Jong-bin deja reposar, quizá con excesiva comodidad, gran parte del peso y la efectividad del relato), la atractiva fotografía del film, que retrata con acierto la suciedad y sordidez de los ambientes por los que se mueven los personajes, y algunos momentos de violencia, se convierten en lo mejor de una función que también hubiera requerido, para que el relato ganara en densidad dramática, de una descripción más detallada y esforzada de las razones del protagonista para actuar como actúa, todo muy ligeramente justificado por el amor que siente el personaje hacia su mujer e hijos, los cuales, paradójicamente, apenas hacen acto de presencia a lo largo de un film cuya duración alcanza nada menos que las dos horas y cuarto, tiempo más que suficiente para desarrollar de forma más convincente un relato que hunde sus raíces en el muy fructífero y tradicional, a nivel internacional, cine de gánsters.

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