Crítica. Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011)
La inocencia sirve para calificar a personas libres de culpa, maldad o fechoría. Algo que se le presupone a cualquier niño al nacer y que más tarde los factores externos son los que van moldeándole psicológicamente, pero ¿y si lejos de infancias complicadas, falta de cariño o cualquier otra circunstancia que con el paso de los años puedan acabar aflorando en forma de personalidades conflictivas o desequilibrios mentales, existiera el mal innato…?
¿Cómo convivir con ello cuando es sangre de tu sangre?, ¿Acaso por ese lazo genético, estamos obligados a dar un amor incondicional? ¿La maldad nace o se hace? Son algunas de las preguntas que nos plantea la directora Escocesa Lynne Ramsay en “Tenemos que hablar de Kevin”. (Leer crítica completa…)