«Lesson of the Evil» intenso y brutal thriller del Maestro nipón (Sitges 2013)

Toda propuesta de Takashi Miike posee su toque personal (con todo lo que ello lleva implícito, tanto para bien como para mal) y, aunque sus producciones a veces se puedan catalogar de bastante irregulares, casi siempre ofrecen al público lo que espera de ellas, un rebuscado hilo argumental y sorpresas varias (algunas de ellas sin tener cabida no motivaciones pero igualmente cerebrables), no habiendo sucedido así en sus dos últimos trabajos, sendas incursiones en el clásico género de samuráis tituladas 13 Asesinos (las luchas de espadas acaparaban toda la atención del espectador pero el pausado devenir de los acontecimientos lo distraía continuamente) y Hara-kiri: Muerte de un samurái (revisión casi idéntica de la obra maestra de Misaki Kobayashi sin el más mínimo encanto y con una prometida tridimensionalidad poco menos que denunciable), alejándose ambas de las coordenadas psicotrópicas (a fin de cuentas exigibles en correspondencia a la llamativa controversia de su particular estilo direccional) propias de su vertiente más desbocada, aquella que a su vez es la más ansiada por sus incondicionales. (los cuales se cuentan por decenas de cientos de miles, pues el vanguardismo se premia con la siempre agradecible fidelidad del seguimiento); el pasado año fue prolífico para el japonés, pues dirigió tres películas que se estrenaron en las grandes pantallas de su país natal (entre las que se encuentra la que es objeto de la presente crítica) y un episodio para la serie de televisión “Q.P.” en el que adaptaba un manga de Takahashi Hiroshi (del cual ya había reconvertido las dos entregas de sus más famosas criaturas voladoras, Crows Zero y Crows II), y es que el renombrado director nipón parece haberse aficionado a recoger lo que otros sembraron para darle una vuelta de tuerca y conformar un producto de fácil visionado y mejor disfrute, como es el caso de Lesson of the Evil (la propia nomenclatura no deja la menor duda de cuál será la temática de la historia), la cual nació de la mente del novelista Kishi Yusuke (hecho singular al no soler éste involucrarse en tareas de guión) para posteriormente trasladarse a la perfección a un largometraje a modo de brutal thriller que remite a una de sus mejores obras, Audition, tanto por la estructura que presenta (claramente dividida, al igual que aquella, en dos partes) como por la planificación de algunas escenas (los recursos tal vez no sean los mismos pero el impacto de las mismas es directamente relacionable), lo cual se traduce (para beneplácito de todo aquel que deseaba volver a la pureza de tan inconfundible método narrativo), a pesar de contener alguna que otra rareza y varios momentos delirantes (conseguir escapar de un psicópata escondiéndose en la cornisa dejando la ventana abierta para facilitar la tarea persecutoria del sádico perseguidos y contrarrestar una acometida con una imponente escopeta con una pequeña navaja dan fe de ello), en el reflejo de su lado más despiadado y, por consiguiente, menos estrictamente comercial. (Leer crítica completa…)

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