Primera jornada marcada por «El Cuerpo» -Cobertura Especial Sitges 2012-
Hoy arranca el festival de Sitges 2012! Lo más destacado del primer día de festival, es la oportunidad de ver el estreno de la cinta catalana «El Cuerpo», thriller de suspense dirigido por el debutante Oriol Paulo, protagonizado por Belén Rueda, Hugo Silva y José Coronado. Todos ellos visitan Sitges para presenta la película. Otro de los atractivos de la jornada es la cinta coreana «Nameless Gangster: Rules of the time» de Yun Jong-bin, un intenso film lleno de mafiosos, venganza y violencia, interpretado por caras conocidas como Choi Min-sik y Ha Jung-woo. La cinta de historias apocalípticas «Doomsday Book», junto a films tan interesantes como «The Day» o «Branded» darán sentido al leit motiv del festival con sendas visiones del fin del mundo. La nueva película de las hermanas Soska «American Mary», los atractivos found footage como «V/H/S» o «Area 407», o la cinta «For Love’s Sake» del inconmensurable Takashi Miike, son algunos de los títulos que se podrán ver hoy por Sitges.
COBERTURA DEL PRIMER DÍA DE FESTIVAL
Gran acogida en la presentación del thriller «El Cuerpo» por David Solé
Todas las miradas de atención en éste primer día de festival, han ido a parar a la presentación por parte de Sony Pictures del thriller de suspense «El Cuerpo», película que inaugura el certamen, acompañada de sus protagonistas Belén Rueda, Hugo Silva, Jose Coronado y Aura Garrido, quienes no se han querido perder este momento tan especial. Este intenso thriller al más puro estilo de los clásicos de Hitchcock, está dirigido por Oriol Paulo, quie ha comentado: «Me hace muy feliz inaugurar el festival con el que he crecido”. Otras de las presentes Belén Rueda, ha manifestado su predilección por el Festival: “Me gusta el ambiente que se respira en Sitges, se nota mucho la fascinación hacia las películas”.
«El Cuerpo» que llegará a las salas de cine el 28 de diciembre, ha mostrado recientemente un clip presentación y 3 carteles de los personajes que refuerzan ésta presentación.
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«El Cuerpo» (Oriol Paulo, 2012) por Daniel Espinosa

Al fin se puede afirmar, sin riesgo a equivocarse, que el cine íntegramente español (sin reparto ni director de nacionalidad distinta) ha alcanzado el nivel ideológicamente sobresaliente que caracteriza a la industria estadounidense, pues El Cuerpo, obra del debutante Oriol Paulo, guarece todo aquello que han hecho populares a cintas de semejante índole en tierras americanas (giros inesperados a la par que elocuentes, dobles moralidades de difícil asimilación, enigmas que únicamente se desvelan en los compases finales de la trama, personajes tan variopintos como interesantes…), convirtiéndose indudablemente en una de las mejores propuestas (originariamente patrias) del presente año; generando continuas sospechas acerca de la verdad absoluta que se oculta tras el complicado mosaico de posibilidades (en incremento exponencial a medida que avanza la película), el director va desgranando magistralmente los múltiples aspectos de cada uno de los protagonistas, construyendo un thriller (policíaco a la par que psicológico) de épicas dimensiones propio del mejor de la mejor de las estrategias planteada en la mundialmente exitosa saga Saw. (Leer crítica completa…)
«The Great Magician» (Yee Tung-Shing, 2012) por Carles Martinez
Libre versión de una serie de relatos cortos de Steven Millhauser, llevados al cine por Neil Burger en «El ilusionista» (2006), esta película china es otro ejemplo de lo que gran parte del cine asiático -de Kurosawa a Yimou o Ji-woon– lleva haciendo desde siempre: contextualizar una historia occidental en un marco propio. En este caso, la obra de Millhauser se reescribe en tiempos de la dinastía Qing y la invasión de las fuerzas japonesas. Pero no es realismo ni crudeza lo que el director de esta película, Yee Tung-Shing, persigue, sino firmar una comedia romántica la mar de esperpéntica sobre un mago inimitable que llega a un pueblo para recuperar su amor perdido y acaba lidiando con un mujeriego coronel de armas tomar. Una película fresca, loca, satírica, a veces slapstickiana y… ¡ojo! perfecta como contrapunto light a las raciones de víscera que van a suministrar en Sitges durante los próximos días.
«V/H/S» (Ti West, Adam Wingard, Radio Silence,… 2012) por Daniel Espinosa
Reunir en un mismo trabajo a Adam Wingard, David Bruckner, Ti West, Glenn McQuaid, Joe Swanberg y Radio Silence era una hazaña que parecía impensable hasta la llegada de V/H/S, una curiosa propuesta estadounidense de imprescindible visionado que narra cinco historias de corta duración (a las que cabe sumar la central, aunque ésta únicamente sirva de excusa para unificarlas en una misma trama) tan interesantes individualmente como distantes entre ellas, hecho que hubiese sido preciso modificar para conformar una experiencia completa y coherente (la inconexión es tal que nada tienen que ver conjuntamente), aunque de esta manera el público se encuentra ante la posibilidad de disfrutar de cinco pequeñas aportaciones arto solventes plagadas de tensión y terror; sin embargo, la objetividad empleada en la totalidad del metraje no resulta del todo agradable, pues se convierte en nefasta y denunciable merced a la pésima calidad visual de la que goza aún dotando de mayor credibilidad y efectividad de transmisión de sensaciones al filme, ya que los factores negativos citados impiden deleitarse con una sucesión de acontecimientos que se tornan desconcertantes en cuanto a claridad y mareantes en lo referente a la visceralidad mostrada (abundante pero lastimosamente aprovechada en ciertos compases). (Leer crítica completa…)
«The Day» (Douglas Aarniokoski, 2012) por Daniel Espinosa
La temática catastrofista vuelve a cobrar especial relevancia en los últimos años merced al pronosticado fin del mundo, el cual parece se consumará sin dilaciones al término del presente año, por lo que tal vez sea conveniente barajar la posibilidad de asumir el fatídico desenlace existencial de la raza humana y comenzar a buscar un refugio nuclear para tratar de evitar lo asegurado como ineludible en lugar de preocuparse por cosas aparentemente insignificantes en tal caso como el carente estado económico del país o la siempre debatida prima de riesgos; precisamente ésta novedosa (adjetivo irónico) postura es la que invita a adoptar Douglas Aarniokoski, quien formado como director a partir de la nueva oleada de innovación (representada por Terry Gilliam y Robert Rodríguez) elabora un dramático producto cuyo título, The Day, es tan explícito como minimalista, adjetivos que curiosamente puede aplicarse al mismo sin inconvenientes. (Leer crítica completa..)
«Nameless Ganster: Rules of the Time» (Jong-Bin Yun, 2012) por Oscar Navales
A estas alturas hay reconocer que resulta sorprendente la extraordinaria velocidad con la que los realizadores de Corea del Sur, año trás año y desde hace poco más de una década, han logrado dar forma a una cinematográfica nacional con unas señas de identidad ya plenamente identificables para el espectador interesado por el cine asiático, y entre las que se encuentran algunas que definen la idiosincrasia cultural de todo un país, tales como un particular y en ocasiones muy negro sentido del humor, una descripción del ámbito familiar surcoreano nada autocomplaciente, y una forma de concebir las escenas de acción y violencia que se diferencia claramente de la que identifica a los films de, por ejemplo, Hong Kong o Japón. Estos elementos, junto a otros también característicos, vuelven a hacer acto de presencia, con meridiana transparencia, en Nameless Gangster: Rules of the time, la crónica de todo un estrambótico superviviente y arribista social quien, a principios de los años ochenta, pretende aprovechar ciertas oportunidades que se plantan frente a su camino para dejar atrás su condición de ciudadano de clase media/baja y pasar directamente a la primera línea de fuego de la emergente mafia surcoreana.
Al igual que en los thrillers de Bong Joon-ho (Memories of murder, Salinui chueok, 2003), Kim Jee-woon, (Encontré al diablo, Akmareul boatda, 2010), o Na Hong-jin (The Yellow Sea, Hwanghae, 2010), Nameless Gangster: Rules of the time renuncia en buena medida a cierto tipo de verosimilitud dramática plenamente anclada en el imaginario occidental, lo que lleva a su realizador, Yun Jong-bin, a asumir sin complejos, siguiendo los pasos de sus camaradas de profesión, un tono para la narración que báscula libremente y sin prejuicios – en muchas ocasiones dentro de una misma secuencia y sin aparente solución de continuidad – entre lo dramático y lo trágico, por un lado, y lo abiertamente paródico y/o jocoso por el otro, aunque opte también, en contrapartida, por alejarse de la concepción de la puesta en escena más moderna y sofisticada que acostumbran a presentar los films de aquellos. La más bien humilde labor en la planificación de Jong-bin tiene la virtud y también la limitación de presentar en todo momento una corrección sin alardes y una supeditación casi total al acto de, simplemente, narrar una historia (lo cual no es poco) que resulta finalmente contraproducente a la hora de valorar los resultados artísticos del film por encima de la calidad media que debería presentar un film comercial como este.
En general, Nameless Gangster: Rules of the time cumple con ciertas expectativas, aunque la falta de ideas de puesta en escena más brillantes impidan que este pueda devenir con los años un auténtico clásico del thriller de su país. La ambigua y por momentos descacharrante caracterización que del excéntrico protagonista lleva a cabo el excelente actor Choi Min-sik (sobre cuyos hombros Jong-bin deja reposar, quizá con excesiva comodidad, gran parte del peso y la efectividad del relato), la atractiva fotografía del film, que retrata con acierto la suciedad y sordidez de los ambientes por los que se mueven los personajes, y algunos momentos de violencia, se convierten en lo mejor de una función que también hubiera requerido, para que el relato ganara en densidad dramática, de una descripción más detallada y esforzada de las razones del protagonista para actuar como actúa, todo muy ligeramente justificado por el amor que siente el personaje hacia su mujer e hijos, los cuales, paradójicamente, apenas hacen acto de presencia a lo largo de un film cuya duración alcanza nada menos que las dos horas y cuarto, tiempo más que suficiente para desarrollar de forma más convincente un relato que hunde sus raíces en el muy fructífero y tradicional, a nivel internacional, cine de gánsters.
«For Love’s Sake» (Takashi Miike, 2012) por Oscar Navales
Conviene dejarlo claro desde el principio: For Love´s Sake forma parte del nutrido conjunto de obras de Miike que apenas pueden ser verdaderamente disfrutados por un espectador que carezca de una mínima atracción por lo bizarro y lo directamente freak. Es decir, el film se acerca claramente, pese a la elegancia visual alejada de aquellas de la que hace gala, al espíritu que ánima obras tan alocadas del realizador como Gozu (2003) o Yatterman (2009), entre muchas otras de su filmografía, aunque también conviene dejar claro que nunca desciende a los execrables resultados artísticos de aquellas, por lo que resulta moderadamente disfrutable para los que, como yo, prefieren con mucho los films de aliento más clásico de Miike, entres los que se encuentran títulos tan interesantes como Cementerio Yakuza (2001), Hara-kiri: Muerte de un samurai (2011), o la algo más irregular 13 asesinos (2010). De hecho, lo más preocupante de la filmografía de Miike es que este, con cerca de noventa largometrajes a sus espaldas, rodados en apenas veinte años (¡¡!!), todavía no haya logrado una obra verdaderamente rotunda y memorable, aunque está claro que el realizador, que en la actualidad apenas sobrepasa los cincuenta años de existencia, aún debería tener tiempo de sobra para ello, y también para redondear su carrera, a estas alturas ya legendaria, con otros cien títulos más. Veremos.
For Love´s Sake adapta con espíritu de musical un manga, Ai to makoto, publicado originalmente en Japón entre 1973 y 1976, y que durante esa misma década ya conoció diversas adaptaciones a la televisión y al cine de imagen real. Si este aspecto, el ser una adaptación en imagen real de un manga, ya condiciona la obra en ciertos sentidos, no lo hace menos el que los personajes, en diversos momentos del film, expresen sus sentimientos más íntimos echándose a cantar y bailar abruptamente, como si de una versión asiática de On connaît la chanson (Alain Resnais, 1997) se tratara. Esto, lejos de ser malo, resulta, durante aproximadamente la primer media hora de proyección, la baza más atractiva y divertida del film: cada uno de los personajes principales tiene su correspondiente número musical en el que expresa o justifica sus sentimientos hacia si mismo y hacia los demás: Makoto Taiga (Satoshi Tsumabuki), el protagonista, dice sentir verdadera pasión por las peleas callejeras; la bella Ai, por su parte, siente que debe reconducir, a través de su amor, el camino de Makoto, pues cuando ambos eran tan solo unos niños Makoto auxilió a Ai en un accidente; un estudiante miope, que en un momento del film asegura que sus gafas de «cuatro ojos» forman parte indisociable de su cuerpo, y que ejercerá de principal adversario amoroso de Makoto, expresará, en el que tal vez sea el número musical más genuino y divertido de todo el film, su apasionado amor por Ai ; y los padre de esta también bailaran y cantaran dentro de su burgués hogar expresando sus anhelos personales y los buenos deseos para con su hija. Tan sencilla trama, salpicada con algunos personajes más que fundamentalmente devienen adversarios amorosos de Makoto o de Ai (una violenta estudiante que siente celos de la desmedida devoción de Ai por aquel, a quien ella también ama; un estudiante prematuramente envejecido a causa de una enfermedad que siente celos de Makoto, ya que él, a su vez, está enamorado de la estudiante mencionada, y por la cual se enfrentará en varias peleas muy violentas con su adversario) se alarga hasta los 135 minutos, una duración a todas luces excesiva teniendo en cuenta que el film se dispersa excesivamente pasada la media hora inicial de proyección y apenas recupera ocasionalmente el interés, dejando como resultado una obra excesivamente frívola y desangelada que queda, prácticamente, en tierra de nadie dentro de la filmografía de Miike: ni se trata de un buen film ni de una obra completamente execrable, pues si algo tiene a favor For Love´s Sake es su atractiva envoltura estética y la, como ya he dicho antes, elegante puesta en escena del realizador, que demuestra que en ciertos aspectos su cine evoluciona favorablemente.
Veremos que nos deparará la segunda cita con Miike de Sitges 2012, Ace Attorney, nada más y nada menos que la adaptación en imagen real de un videojuego de Nintendo.
«Room 237» (Rodney Ascher, 2012) por Carles Martinez
«Some films stay with you forever. And ever. And ever». Así reza el eslogan de este documental meta-cinematográfico que trata de explicar, partiendo de una serie de narradores anónimos, las posibles teorías conspiratorias y oscuros subtextos que encierra El resplandor (1980) de Stanley Kubrick. Lo que el espectador descubre, finalizada la proyección, es que el mencionado eslogan no sólo hace referencia a lo esotérico y sugestivo de este clásico del terror moderno, sino a lo obsesivo que se puede volver dicho espectador tras visionar en exceso una película.
Rodney Ascher, director del film, no está descubriendo nada nuevo.A pesar de poblar su documental de cuantiosas referencias cinéfilas, dentro y fuera de la filmografía Kubrickiana, no ha hecho un trabajo académico, ni serio, ni preciso, ni equiparable -desde luego- a la también subjetiva y muy estimable The pervert’s guide to cinema (Sophie Fiennes, 2006) o a cualquier trabajo de Chris Marker. Tampoco creo que lo pretenda. De lo que sí nos habla Acher y muy bien es del poder magnético y especulativo que tiene el cine, el gran cine, sobre la mente del espectador y la fragilidad del mismo para acabar viendo fantasmas donde no los hay. Como trabajo de investigación, Room 237 es incompleta y ridícula. Como divertimento inofensivo, bromista y a ratos elocuente, es un placer.
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«Área 407» (Dale Fabrigar y Everett Wallin, 2011) por Daniel Espinosa
Resulta preocupante y incomprensible cómo los aviones de última generación, en el marco del género apocalíptico de ficción, son propensos a estrellarse o, mejor expresado, a perder el vuelo y terminar sucumbiendo ante la gravedad para dejar en clara desventaja al pasaje de abordo frente a la naturaleza; la terrorífica asunción citada es el posible reflejo de la caída tecnológica en una sociedad inmersa en la paranoia (magnificada tras la catástrofe estadounidense de Las Torres gemelas), recurso que como vertiente fílmica encuentra una infinidad de posibilidades visuales y conceptuales (la mayoría de ellas, además, tremendamente económicas) y funciona como terrible recordatorio del propio desamparo vital.
Puede que la imagen, de tan poderosa, simplemente haya quedado impregnada en el imaginario de guionistas y directores impresionables hasta convenir la imposibilidad (reforzada por la incapacidad) de emprender sus propias aventuras, limitándose a repetir infinitamente conceptos ya tratados con anterioridad, creadores tan poco talentosos que son incapaces de imaginar algo nuevo, fresco, retador o excitante (no es exigible que confluyen las cuatro deseables cualidades, pero al menos una sí debería vislumbrarse); todo lo expuesto se traduce precisamente en el debut en la dirección de la dupla formada por Everette Wallin y Dale Fabrigar (éste último con una amplia y constatada experiencia en el terreno del cortometraje), y es así no solamente porque un avión siniestrado se antoje demasiado recurrente o porque una relación sexual desafortunada, sino porque la recurrencia se convierte desde un primer instante en una losa enorme, pesada e incluso insalvable a tenor de las inaceptables intenciones direccionales. (Leer crítica completa…)
«V/H/S» (Adam Wingard, David Bruckner, Ti West, Glenn McQuaid, Joe Swanberg y Radio Silence) por Penélope Callau
Varios matones a sueldo son contratados para robar una serie de cintas de video. Los problemas llegarán ccuando se les ocurre ponerse a ver el contenido de las cintas, ahí es dónde nos sumergimos en un mundo de histórias terroríficas.
Film compuesto por varias historias dirigidas por diferentes realizadores del momento. Adam Wingard (A Horrible Way to Die, 2010), David Bruckner (The Signal, 2007) , Ti West (The House of the Devil, 2009) , Glenn McQuaid (I Sell the Dead, 2008) , Joe Swanberg (Caitlin Plays Herself, 2011) y Radio Silence. La cinta no termina de funcionar en nigun momento, un experimento fallido con demasiadas lagunas y una inexistente explicación de los hechos, que crean desconcierto al espectador. Historias cortas pero soberánamente aburridas, de las que podríamos rescatar solamente un par de ellas, ya que el resto son bastante insulsas y sin sentido.
Premio Màquina del Temps para Barbara Steele
Presentación del thiller «El Cuerpo»
Making of del primer día de festival
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