
Sí, estamos ante una clara favorita de cara a los Premios
Oscar del año 2011, ante una apuesta arriesgada, tanto en el argumento como en el desarrollo de la historia, que parecería limitada en manos de muchos directores, pero que
Boyle sabe explotar con gran conocimiento del ritmo cinematográfico y mediante unos recursos que algunos no sabrán apreciar, pero que resultan valientes y que ayudan a que el filme no se quede en un mero relato de supervivencia, sino en un alegato a favor de la vida, de la sociedad y, sobre todo, de la familia.
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