Seven Psychopaths (Sitges 2012)
Sam Rockwell, Colin Farrell, Christopher Walken, Harry Dean Stanton, Tom Waits y Woody Harrelson encabezan el llamativo y atractivo reparto de Seven Psychopaths, segundo largometraje del realizador inglés Martin McDonagh tras su exitosa Escondidos en Brujas (In Bruges, 2008). Ellos son también los que se apoderan por completo de los personajes y diálogos de esta comedia de acción, instrascedente y más bienintencionada de lo que su supuesto tono irreverente puede dar a entender, y consiguen con su buen hacer que el conjunto resulte agradable y divertido, sin más, pues la comicidad del film nace con frecuencia antes como consecuencia de la imparable locuacidad de los personajes (en esencia nos encontramos ante un film de humor verbal) que no de una sencilla puesta en escena que McDonagh, en casi todo momento, supedita por completo a la labor de su entregado elenco de actores.
La premisa argumental de Seven Psychopaths es, digámoslo ya, una auténtica chorrada: Marty (Colin Farrell) pretende escribir un guión para una película a la que piensa titular Siete psicópatas. El problema es que se encuentra bastante atascado creativamente y no consigue progresar en la escritura, por lo que su amigo Billy (Sam Rockwell) intentará ayudarle buscando material para la redacción del guión, siendo su primer paso en este sentido poner un anuncio en una revista en el que se buscan candidatos con un claro perfil psicopático. Por otro lado, Billy tiene montado un negocio con Hans (Christopher Walken) consistente en secuestrar a lindos perritos, propiedad de gente adinerada, que luego devuelven a sus amos para, de ese modo, llevarse una recompensa. Pero, en su último secuestro, Billy ha errado el tiro, escogiendo como víctima de sus trapicheos al amado perro de un gánster llamado Charlie (Woody Harrelson), el cual, al enterarse de lo ocurrido, iniciará una caza sin cuartel para recuperar a su mascota y eliminar a los secuestradores.
Hay quien, en su proyección en Sitges, ha empleado el término tarantinización a la hora de hablar del registro del film (supongo que en referencia a los diálogos, el humor, la manera de mostrar la violencia, y también de caracterizar a los personajes que son propios del cine de Tarantino), pero lo cierto es que el verdadero referente de McDonagh, y una de las causas probables de los flojos resultados artísticos de Seven Psychopaths, parece ser antes el cine del también inglés, y muy mediocre realizador, Guy Ritchie, que el del más talentoso realizador de Reservoir Dogs (1992).
El momento más curioso de la proyección ha venido dado por uno de los diálogos del film, que ha funcionado como reflejo (¿voluntario?) del actual panorama económico internacional, sintonizando instantáneamente con los asistentes al Auditori, que lo han celebrado con calurosos aplausos: Hans acude a un hospital para visitar a su mujer, y esta le pide con dulzura que abandone de una vez por todas sus trapicheos y sus robos, recomendándole acto seguido que intente buscar un trabajo normal o, mejor incluso, que se ponga al servicio del gobierno. Hans reacciona con estupor ante semejante propuesta, pues como él bien dice, como puede dejar de robar…si decide ponerse a trabajar para el gobierno. No hacen falta añadir más comentarios al respecto, pero es una lástima que semejante apunte jocoso se diluya casi por completo en el conjunto de un film cuyo desarrollo posterior se revela lúdico, es cierto, pero también desprovisto de mordiente.