The Lords of Salem llega el 5º día de festival -Cobertura Especial Sitges 2012-
Cada día de festival hay con 2 o 3 películas interesantes y esperadas por unos o por otros. Hoy, lunes 8 de octubre (5º jornada de festival), The Lords of Salem, es con diferencia la película que más entusiasmo despierta entre los aficionados, de todas las programadas en el festival. En ella esperamos seguir viendo el buen gusto y particular visión del cine que el realizador norteamericano Rob Zombie, a mostrado en sus anteriores trabajos. Pero como siempre tienen que haber propuestas para todos los gustos, hoy también podremos ver cintas como «Sightseers», una comedia brutal dirigida por Ben Wheatley que no hay que perderse. Otra de las comedias que se podrán disfrutar en ésta jornada es la japonesa «Robo-G» dirigida por Shinobu Yaguchi. Y para terminar, cintas de auténtico terror como «No One Lives», «Lovely Molly», «The Pact» o «Modus Anomali». Una jornada cargada de esperanzadores títulos, aunque todas las miradas estarán dirigidas hacia «The Lords of Salem».
COBERTURA DEL QUINTO DÍA DE FESTIVAL
«The Lords of Salem» (Rob Zombie, 2012) por Oscar Navales
Parece ser que la nueva película de Rob Zombie está destinada a provocar división de opiniones entre los fans declarados del realizador, los cuales creen, después de haber asistido a la proyección de su última obra hasta la fecha, que este se ha vuelto excesivamente elegante en la puesta en escena y comedido en la narración como para saber estar a la altura de las expectativas generadas por los resultados artísticos de sus films anteriores. En cambio, los que tengan, como yo, unas expectativas más bien bajas en relación a su The Lords of Salem, quizá puedan llevarse una sorpresa moderadamente agradable, pues el film, sin pretender apartarse en lo más mínimo de los parámetros implantados en la década de los 70 en el cine de terror por ciertos clásicos del género, como El exorcista (1973), La profecía (1976) o, de forma más trascendental para el film de Zombie, La semilla del diablo (1968), logra convertirse, pese a sus ocasionales excesos visuales (especialmente los lisérgicos quince minutos finales, que ponen en evidencia a un Zombie excesivamente pagado de si mismo) y a ciertas incoherencias narrativas, en un atractivo exponente del cine de brujería.
Si The Lords of Salem resulta un film de terror efectivo es debido, sobre todo, a la personal imaginería visual que despliega el realizador desde el primer momento (la fotografía y la decoración de los diferentes espacios en los que tienen lugar la acción del relato resulta generalmente atractiva, y, lo que es mejor, atmósferica), y por el elegante y clásico trabajo de puesta en escena del que hace gala Zombie en muchos instantes, y con el que logra alejarse, manifiestamente y para bien, de los excesos gore y la voluntad visualmente explícita de la que hacían gala las escenas más terroríficas de sus anteriores obras, especialmente La casa de los 1.000 cadáveres (2003) y Los renegados del diablo (2005).
Lo más interesante de The Lords of Salem no se encuentra en la supuesta capacidad terrorífica del relato (más bien poco destacado en este sentido, por excesivamente obvio, y por recurrir el realizador en algunos momentos, de forma molesta, a los consabidos sustos fáciles), sino en como ilustra Zombie el deslizamiento progresivo y cada vez más profundo que experimenta la protagonista del film, Heidi Hawthorne (Sheri Moon Zombie), desde la realidad cotidiana más anodina hasta un mundo onírico que no puede controlar pero que parece interactuar con ella, y todo ello como consecuencia del influjo maligno de unas brujas quemadas en la hoguera en 1692, pero todavía con la capacidad suficiente como para buscar nuevas víctimas, cientos de años más tarde, gracias a la misteriosa difusión por las ondas de radio de una extraña música compuesta, aparentemente, por un grupo llamado, precisamente, The Lords of Salem.
Las mejores escenas del film son aquellas que Zombie logra resolver de forma más elegante, sin recurrir a elementos especialmente rebuscados, y pienso concretamente en dos secuencias, aunque afortunadamente no son las únicas: por un lado, la secuencia en la que Francis Matthias (Bruce Davison), un experto en historia de la brujería, es invitado a «tomar el té» por las tres brujas que, bajo una apariencia humana normal, protegen a Heidi, y que concluye de la forma más esperada posible para cualquier buen conocedor del género, pero en la que el realizador demuestra buena mano para la dirección de actores y también un buen pulso para generar tensión y inquietud. Y en segundo lugar, la secuencia que transcurre justamente a continuación de la anterior, y en la que Herman (Ken Foree) un buen amigo de Heidi, acude a buscar a esta a su casa, para irse luego juntos a un concierto, y se tropieza inesperadamente con las tres brujas sentadas, cual centinelas, en las escaleras que conducen a la habitación en la que reposa la chica. En ambos momentos, Zombie crea mal rollo sin necesidad de recurrir a los efectos chirriantes, pero por esta misma razón la mayoría de sus fans se han sentido decepcionados, pues esperaban baños de sangre y unas cuantas raciones de sexo gratuito. Que se le va a hacer, algunos aficionados al género nunca maduraran…
Por último, mencionar lo curioso que resulta que la imagen que se erige práctica e inesperadamente en leit motiv visual de The Lords of Salem – pues se repite en varias ocasiones – corresponda a un plano de Heidi durmiendo en una habitación extrañamente decorada, pero en la que destaca especialmente una gran reproducción fotográfica, situada sobre su cama, de la imagen más icónica del cine del gran Georges Méliès, la del gran ojo de la Luna perforado por un cohete espacial. ¿Quizá una declaración de intenciones por parte de Zombie?, ¿o tal vez se trate una advertencia subliminal dirigida al espectador de su obra, para que este asuma, durante una hora y media, una suspensión voluntaria de la incredulidad, quizá necesaria para no buscarle tres pies al gato y disfrutar sin prejuicios de su relato terrorífico, pero sobre todo onírico? Quién sabe…cosas más extrañas se han visto en el cine fantástico y no por ello se les han caído los anillos a los fans más acérrimos del género.
«Headshot» (Pen-Ek Ratanaruang, 2011) por Oscar Navales
Anteriormente a Headshot había visto tres películas de Pen-Ek Ratanaruang: el thriller Seis nueve (Ruang talok 69, 1999), el drama existencial Vidas truncadas (Ruang rak noi nid mahasan, 2003) y el film fantástico Nymph (Nang mai, 2009). Ninguna de ellas me había convencido en absoluto respecto al talento cinematográfico de su realizador, pero, desde luego, su última obra tampoco me hará cambiar de opinión, pues me ha parecido en esencia tan aburrida, vacía y pretenciosa como aquellas, de las que me gustaría revisar algún día, eso sí, Vidas truncadas, la única que me pareció curiosa en ciertos aspectos.
Con Headshot uno se encuentra ante un film de esos que parecen concebidos a conciencia, secuencia a secuencia, y plano a plano, para gustar a un determinado sector del público asiduo a los festivales de cine. Thriller de diseño, en el peor sentido de la expresión, en el que su director parece mirarse al ombligo constantemente para asombrarse ante su propia genialidad. Ratanaruang tiene en principio unas intenciones respetables: atrapar la esencia del film noir norteamericano clásico (el de Tourneur, Siodmak, Siegel, Mann, etc.), adaptarla a su cultura tailandesa, y construir con ello un thriller contemporáneo que refleje algunas de las claves de nuestros tiempos (la corrupción política, la crisis de identidad personal de los individuos, el vacío existencial, la desorientación emocional de las masas, etc.: en definitiva, radiografiar nuestra sociedad de un modo similar a como DeLillo y Cronenberg lo hacen en su Cosmópolis), pero por el camino deja de lado completamente aspectos tan importantes para su film como la creación de una atmósfera apropiada y verdaderamente noir, un ritmo narrativo convincente, o la acumulación de detalles narrativos o visuales que doten de espesor al conjunto. Quizá el olvido de todo ello por parte del realizador sea consecuencia directa de su ensimismamiento con ideas visuales pretendidamente cool (al inicio del film, el protagonista recibe un disparo en la cabeza, y al recuperar la conciencia su visión le devuelve las imágenes que contempla en posición invertida, es decir, como si el personaje se encontrara, literalmente, boca abajo), pero que no rebasan en ningún momento la más pura superficialidad. Headshotes, no me cabe la menor duda, uno de los peores thrillers que he visto en los últimos años, por mucho que Ratanaruang pretenda estérilmente envolver su obra bajo una atificiosa apariencia de cine de arte y ensayo.
«Sightseers» (Ben Wheatley, 2012) por Penélope Callau
Ben Wheatley, que el año pasado aterrizó en Sitges con su oscuro y terrorífico thriller «Kill List», vuelve al festival este año con «Sightseers», una simpática gamberrada entorno a una pareja que lleva pocos meses saliendo juntos, y deciden irse de vacaciones en caravana por la bella Inglaterra. Mientras viajan, los dos protagonistas se van conociendo más el uno al otro, hasta el punto de descubrir, que ninguno de los dos tiene el más mínimo escrúpulo a la hora de matar a quien les moleste.
Divertida y entretenida película protagonizada por Alice Lowe y Steve Oram, que con un fresco tono de humor negro, curioso e inesperado, nos muestra un atípico serial killers de lo más pintoresca. Amor, muertes, discusiones, asesinatos brutales y situaciones surrealistas, que nos situan ante uno de los films más salvajes y negros del año.
«Sightseers» (Ben Wheatley, 2012) por Daniel Espinosa
Conceder una segunda oportunidad siempre es menester, sabia admisión que vinculada a Ben Wheatley cobra especial sentido para todo aquel que le resultó indiferente su ópera prima Down Terrace y se consideró insultado con la laureada Kill list, pues Sightseers se posiciona en un lugar tan lejano a éstas (tanto en género como en discurso narrativo) que tales antecedentes deben permanecer enterrados en el olvido; pudiendo presumir de haber recibido sendas ovaciones en el Festival de Cannes 2012 y el Sitges Film Festival 2012, la candidata a convertirse en la comedia más oscura de la presente temporada es puro cine británico, afirmación que encuentra su explicación en que se mantiene próxima a la crítica social, en que el humor del que hace gala es absolutamente inglés y en que la personalidad del protagonista masculina se sitúa muy próxima a la del elogiado Rowan Atkinson, actor británico que ha encarnado tanto en la pequeña como en la grande pantalla al fabuloso y fascinante Mr.Bean.
Tina (Alice Lowe, pletórica salvo en los momentos de máxima tensión, en los que sobreactúa de manera tediosa) convive con su entrometida y enferma madre (Shirley MacLaine, inconmensurable y protagonista de una de las frases más sutiles y relevantes de la historia, “el misterio es el santuario de la mujer”) de forma monótona, habitualidad que encuentra su máxima discordancia en el recuerdo mutuo del querido y difunto perro que años atrás contribuía a mantener la felicidad en el hogar (en un breve inciso a modo de recordatorio atemporal de lo sucedido el espectador comprobará que la acusación que la madre vierte sobre la hija acerca de su responsabilidad de dicha muerte está fundamentada racionalmente); buscando cierto tranquilidad y desasosiego, Tina decide emprender un viaje a modo de vacaciones ideadas como una odisea erótica con su nuevo compañero sentimental Chris (Steve Oram, mordaz y, definitivamente, sublime). (Leer crítica completa…)
Meg Foster, actriz en «The Lords of Salem»
Making of del quinto día de festival
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Más sobre el quinto día de festival proximamente…