Otra Tierra (2011)
«Otra Tierra», cuenta la cruda y conmovedora historia de Rhoda Williams (Brit Marling), una inteligente joven que busca la forma de reparar una terrible tragedia. Vive en un mundo como el nuestro, salvo que, repentinamente, a lo largo de la noche, en el cielo aparece un planeta misteriosamente idéntico –llamado provisionalmente Tierra 2–, como un gigantesco y reflectante espejo gravitando sobre nosotros.
Para Rhoda, ese extraño e inquietante planeta, así como la realidad paralela que los científicos afirman que brinda, constituye su última esperanza. Absolutamente perdida tras sufrir un espantoso accidente que puso fin a sus sueños de convertirse en astrofísica, Rhoda no tiene ninguna perspectiva de futuro. Llevada por la necesidad vital de enfrentarse a su pasado, Rhoda termina presentándose en la casa del hombre cuya vida alteró irremisiblemente: el reputado compositor John Burroughs (William Mapother).
Confusos, recelosos y repletos de dudas en torno a su propia identidad, Rhoda y John inician una inverosímil a la vez que peligrosa relación amorosa. Pero cuando Rhoda tiene la increíble oportunidad de viajar a Tierra 2, se pondrá de manifiesto la oculta realidad de su relación y se suscitará la cuestión: ¿Y si de los enigmas del universo que aún no conocemos el mayor somos nosotros mismos?
En Another Earth, el dramatismo está a flor de piel, y es que Mark Cahill ha querido exponer una historia acerca de las segundas oportunidades y la eterna encrucijada entre la ambición y la aceptación, y lo cierto es que lo ha plasmado notoriamente.
La película comienza advirtiéndonos que un cuerpo celeste ha orbitado durante años alrededor de la Tierra, y es ahora cuando éste se descubre como una réplica exacta de nuestro planeta, incluyendo dobles de sus habitantes (idea plagiada de la intensa La Isla, aunque en aquella ocasión estaba expuesta más extensamente y la aventura acontecía con mucha más acción).
Cuando Rhoda (Brit Marling, muy aceptable su papel), una mujer que lleva varios años en la cárcel cumpliendo condena por acabar (involuntariamente) con la vida de varios de sus familiares suyos, salga por fin en libertad y se encuentre con un panorama despoblado iniciará un viaje en busca de supervivientes, conociendo en su viaje a Álex (Matthew Lee Erlbach, algo frío pero correcto), del cual se enamorará perdidamente, la excusa perfecta para fundar la extravagante hipótesis del filme, que sirve de marco para una hermosa (tanto visual como argumentalmente) producción.
Se trata de una cinta de ciencia ficción desarrollada argumentalmente como un drama romántico, que a su vez supone la ópera prima de Mark Cahill (el cual dirige, escribe, produce y edita el metraje) captadora de buenas críticas gracias a su enfoque catastrófico basado en verdadera emotividad, alejándose por completo de los tópicos del género en los que son los alienígenas los que amenazan el planeta (algo similar a lo que planteaba la desalmada Monsters); es, a fin de cuentas, una aventura de superación en la que el desenlace provocará más de una discusión en debates tras su visionado (ya que a pesar de la laboriosa faena de producción, las lagunas argumentales que van apareciendo hacen que la conclusión no resulte precisamente elocuente), algo que no necesariamente tiene que ser un aspecto negativo.
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