Campamento Sangriento (1983)
Tras un trágico suceso del pasado, un chico y su prima, que dejó de hablar por lo sucedido, van a pasar un verano en un campamento para jóvenes, donde practicarán diversas actividades. Pero al poco de llegar, los asesinatos comienzan a sucederse. Hay un asesino suelto en el lugar, pero los monitores deciden ocultar los hechos, para no asustar a los niños. No obstante, con el paso de los días, los asesinatos continúan y la situación se vuelve cada vez más insostenible.
Que conste que no estamos ante el típico y tópico slasher, surgido como imitación de la saga Viernes 13 (Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980), en los años ochenta, aunque todo el mundo diga lo contrario. El grupo de personas que piensan así, está compuesto por los críticos de cine de turno, que rechazan cualquier filme de terror antes de empezar, sobre todo si se trata de alguno en el que un asesino despedaza de maneras ingeniosas a los adolescentes que se han portado mal o han practicado sexo. Por cierto, muchas asociaciones de padres, actualmente, deberían luchar por la reposición de este tipo de cine, para enseñar a sus hijos qué les puede pasar si no se comportan como es debido.
Pues bien, aunque Campamento sangriento (o Campamento de verano, según la versión de que se disponga) contenga todos los ingredientes básicos del subgénero, le da una vuelta de tuerca en diversos aspectos, que no convierten la cinta en algo muy sesudo, pero sí más interesante que otros productos de la época, que sólo imitan la fórmula de Viernes 13, sin aportar nada nuevo ni arriesgarse. Vale, que los asesinatos se suceden uno tras otro sin que nadie haga nada, los diálogos son poco menos que estúpidos, el final está más que cantado y muchas situaciones son inverosímiles, pero qué importa, si al final te lo has pasado pipa.
La novedad del filme no es su ambientación, todo sea dicho, pues se desarrolla en un campamento veraniego, cosa poco original. Tampoco innova con el inicio sorprendente, recurso característico de estas películas, para situar al espectador y que siempre tiene su significado para la conclusión. En este caso, presenciamos un desafortunado accidente en el río que está frente al campamento de marras, en el que una lancha motora impacta contra un hombre, que nada junto a sus hijos (y no digo más, porque significaría desvelar demasiado para el espectador que no conozca la peli). Y enseguida, un cartel de 8 años después, y bla bla bla.
La película sorprende al presentar un campamento en el que conviven, no sólo tontos adolescentes que sólo piensan en meterla en caliente, sino también adultos encargados del lugar, chicos más jóvenes y niños. Vamos, como un campamento de verdad, ya era hora. Además, les vemos practicar actividades clásicas de estos emplazamientos: natación, deportes, juegos varios, fiestas… No sólo están ahí como carnaza para el asesino.
Por otro lado, las muertes tardan en hacer acto de presencia, y no sólo se basan en cuchilladas al tun tun, sino que son más bien rebuscadas (un panal de abejas dentro de un baño, agua hirviendo sobre uno de los cocineros…). Es algo que aporta algo de veracidad, pues no todos los asesinos tienen por qué saber manejar a la perfección un hacha o un cuchillo jamonero. Ante estos crímenes, el dueño del campamento hace oídos sordos e intenta callar al resto del equipo, para que los padres no retiren a sus hijos del centro. Algo que es muy probable que ocurriera en la realidad.
El otro elemento innovador del filme es aquel por el que hoy no podría hacerse una peli igual, y es que no es muy políticamente correcto, que digamos: uno de los cocineros, todo un pederasta, intenta aprovecharse de la protagonista; se insinúa una relación entre el dueño, muy mayor, y una jovencita monitora; el padre que muere al principio era gay; asesinan a niños pequeños (aunque no vemos el asesinato)… Por eso se aleja de otros títulos de la época, con muchas muertes, pero con espíritu Disney en el fondo.
Aquí no hay ningún héroe, y el que se nos presenta, también podría ser el villano de la función. Y el final es de lo más rebuscado, pero nos ofrece un plano bastante recordable.
No os perdáis los paquetes que lucen algunos monitores, nada disimulados, o las camisetas “protogay” que lucen los adolescentes.
Por cierto, que la saga continuó con más películas, derivando más hacia la comedia que hacia el terror, pero el asesino continúa siendo el mismo y se rompe el suspense del quién será. Actualmente, está en producción la sexta entrega.
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