Chatroom (2010)

argumento
El film sigue a un grupo de adolescentes que se introducen a través de internet en un juego peligroso, siguiendo los pasos de William, un tipo al que ellos en seguida toman como modelo a seguir. Unos a otros se van animando y comienzan a promover actitudes violentas y autodestructivas.
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critica
Crítica realizada con motivo de la proyección del film en el 43º Sitges Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya 2010
Chatroom es una producción del Reino Unido, dirigida por el japonés Hideo Nakata (conocido sobre todo por los films The RingDark Water), que navega por las procelosas y confusas aguas (todavía por explorar debidamente) de internet y las redes sociales, y los cambios que estos han propiciado en el comportamiento de los seres humanos, especialmente en los más jóvenes. Aunque todavía es muy pronto para evaluar el impacto real y definitivo de FacebookSecond Life en los seres humanos contemporáneos (es decir, en gran parte de los habitantes del planeta), Nakata tiene muy claro como enfocar una ficción claramente anclada en la realidad más reconocible por todos.
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Y es que, en verdad, lo más irreal de la propuesta deviene la estilizada visualización de las chatrooms que definen la respectivas personalidades de algunos personajes del film, por que muy real se me antoja el proceso de manipulación de Jim, un joven bastante desorientado y apocado (debido a un cruel acontecimiento de su pasado que le ha condicionado en su formación como adulto: su muy temprano abandono – de niño – en un parque a manos de su propio padre) a manos de William (otro joven no menos perdido que el anterior), quien pretende conducir conscientemente al primero hacia el suicidio para convertir luego el suceso en todo un significativo (y para el propio William casi trascendente) acontecimiento en la red de redes, que hoy por hoy ha devenido para muchas ciudadanos una especie de sustituto ritual de la iglesia.
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Los conflictos de identidad, la mentira, la conducta sexual desviada (un adolescente negro se siente atraído por la hermana de 11 años de un amigo suyo), los grupos de autoayuda, la confusión cada vez más abstracta y resbaladiza entre realidad y ficción, etc. convergen convincentemente en un film que logra de forma harto imaginativa sustituir lo que podría haber devenido una cansina acumulación de planos de manos tecleando en el ordenador conversaciones en chats (al fin y al cabo los cinco protagonistas del film se relacionan fundamentalmente a distancia) al visualizar mediante secuencias de corte irreal el impacto o las sensaciones que tienen las conversaciones del grupo en cada uno de los miembros del mismo, que pese a mantener las distancias parecen experimentar situaciones muy reales (al menos para ellos). 
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Hideo Nakata emplea coherentemente iluminaciones opuestas para definir la cruda realidad individual de los jóvenes protagonistas (los planos que muestran a estos en sus respectivos entornos familiares tienden a la frialdad y/o suciedad visual) y la atractiva y chillonamente colorista (e irreal) experiencia común que mantienen los mismos. No son pocos los planos que delatan que en Nakata existe un realizador de notable talento: su uso del formato 1:85 (que el realizador emplea casi como si se tratará del más cuadrado 1:33) se revela una opción convincente a nivel visual, y permite al realizador sacar provecho de los múltiples primeros planos de los personajes (este es un film que busca sobre todo la tensión psicológica), que sostienen convincentemente los actores: desde los más conocidos Aaron Johnson (el kick-ass de la película homónima) y Imogen Poots (vista recientemente en Centurión), hasta los menos conocidos pero no inexpertos Matthew BeardHannah MurrayDaniel Kaluuya.
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Mención especial merecen planos como el que visualiza la aparición en la chatroom privada de William (bautizada con el nombre de Chelsea Girls, de ahí el equivoco que provoca) de un viejo pederasta que se hace pasar por una jovencita. William también se hará pasar momentáneamente por una menor de edad, para al instante expulsar al tipo de su espacio virtual. En otra ocurrente secuencia (que tampoco detallaremos aquí, pues merece la pena contemplar la solución visual surgida de la mente del realizador japonés), Nakata describe mediante un travelling lateral las diferentes (y muy extrañas) vivencias que tienen lugar simultáneamente en diversas chatrooms de la red: el movimiento de cámara finaliza al llegar a una chatroom en la que se encuentra Mo, el joven afroamericano que se siente atraído por la hermana de 11 años de su mejor amigo, intentando entablar una relación con un estropeada mujer de 50-60 años que ansía llevar a cabo con el jovencito algunas de sus fantasías sexuales nunca anteriormente consumadas.
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Solo puedo añadir que muy difícil me parecería que algún espectador del film no conociera en la vida real a personas similares a las expuestas en el film de Nakata, o que incluso el propio espectador hubiera llevada a cabo actos similares a los descritos en Chatroom. A su modo, el film de Nakata es undocumental acerca de la relaciones humanas en la vida actual.
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trailer
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