XP3D (2011)
Ángela, es una estudiante de psiquiatría escéptica ante la existencia del mundo paranormal. El profesor más duro y excéntrico de la facultad, propone a Ángela y a un grupo de estudiantes demostrar o desmentir la existencia del más allá investigando un pueblo minero con una historia oscura.
Ángela y cuatro compañeros de clase emprenden el viaje a Susurro, en compañía de Diana, la hermana menor de Ángela, que les presta su furgoneta. Su relación ha sido fría desde la infancia, cuando unos trágicos acontecimientos las separaron irremediablemente. Juntos recorren el pueblo y las antiguas minas de sal. Sin hacer caso a las advertencias abren un portal hacia el mas allá, con consecuencias imprevisibles.





Para realizar el viaje precisan de un medio de transporte ampliamente espacioso, puesto que los artilugios que deben portar son numerosos y pesados; la solución a este percal encuentra respuesta en Diana (Alba Ribas, la única intérprete que consigue transmitir verdadero terror y sensaciones varias, y sobre la que recae un papel fundamental oculto tras uno secundario), quien se suma al equipo brindando su furgoneta; la relación entre las dos hermanas es fría y distante desde que eran pequeñas, cuando presenciaron el (presunto) suicidio de su padre (Eduard Farelo, cuyas apariciones en forma de trascendentes flashbacks son tan gratificantes como siempre y del que soy seguidor acérrimo desde que aportó solidez y credibilidad a la irregular serie de televisión ¿Hay alguien ahí?); deberán dejar sus problemas aparcados y unir sus fuerzas contra un mal que no pueden ver, una enfermiza obsesión invisible que podría deberse a fenómenos paranormales o a algo mucho más humano (la solución a esta incógnita nos será desvelada en el tramo final de la cinta, siendo demasiado obvia y en absoluto sorprendente).


Las dos ideas sobre las que gira la trama son la subjetividad del dolor (vinculado directamente al terror) y las secuelas que pueden llegar a dejar los traumas del pasado, ambas perfectamente ideadas y expuestas pero empañadas por un reparto que provoca carcajadas en lugar de empatía; Dani Padró, el guionista de la obra, ha escrito una historia inteligente y paulatinamente reveladora, pero reutilizando elementos de otros filmes (algo sumamente dificultoso, y más si la cantidad es ingente), por lo que resulta un metraje algo tosco y sinsentido en su conjunto que intenta (sin fortuna) transmitir demasiadas emociones (y erróneamente seleccionadas) en una historia insuficiente.
El apartado estético (obra de Mónica Alcorcón y Jesús Garcia) merece una mención especial, ya que los efectos de maquillaje infunden un realismo al filme al alcance de muy pocos (es claro ejemplo de ello la muerte de José, brutalmente salvaje y meritoria por sí sola de ver la película); asimismo, la dirección resulta elocuente y atrevida, por lo que XP3D merece ser visionada a pesar de las innumerables carencias que integra, ya que el entretenimiento es simple pero eficaz y algunas escenas parecen proceder del mejor cine de Hollywood (en especial la hipnosis que sufre Diana, absorbente y encantadoramente tridimensional, característica que apenas es empleada a pesar de ser uno de los alicientes fundamentales de la la cinta).


















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