Death Proof (2007)
Stuntman Mike, es un rebelde que sólo se siente completo cuando se encuentra tras el volante de su mastodóntico coche. Juntos recorren las carreteras en busca de hermosas mujeres que se convierten en víctimas de su sed de sangre.
La aportación que Quentin Tarantino ha querido hacer para homenajear los programas dobles de cine, experimento llamado Grindhouse, nombre que recibían esas sesiones, no podía pasar desapercibida. Cortes, fallos en el sonido, imágenes defectuosas, dan al film ese regusto añejo que tanto Tarantino como Robert Rodriguez con «Planet terror» querían ofrecer.
Kurt Russell, Sydney Tamiia Poitier, Rosario Dawson, Eli Roth y él mismo, son parte del elenco que utiliza para contar ésta historia. Una historia llena de densos diálogos sobretodo en su primera parte, que cuadran con el cine que a Tarantino le gusta hacer, aunque algunos de ellos resulten un tanto pesados y adormezcan un poco la película.
Enseguida vemos que el director, pone más énfasi en los personajes femeninos, una parte importante en la película por todo lo que ocurrirá después, y crea en ellas unos perfiles masculinos, como podemos apreciar en sus comportamientos y vocabularios sucios, que a medida que avance el film irán en aumento.
Kurt Russel interpreta a Stuntman Mike, el psicópata de la cinta, un personaje de sangre fría y de pocos sentimientos, que el actor sabe llevar correctamente. El personaje va entrando poco a poco en el film junto a su belleza de cuatro ruedas, pero cuando entra en acción, desata una rabia desmedida hacia las chicas, en especial y como queda reflejado, en uno de los mejores momentos del film, el terrible y espectacular accidente que guiará la trama de ahí en adelante.
Los minutos finales no tienen precio, donde vemos al psicópata contra las cuerdas perseguido por sus victimas, una larga secuencia que añade a la película toda la adrenalina que le falta al resto, en la que veremos tanto a Stuntman como a las chicas, en una desenfrenada y salvaje lucha.
En definitiva, Tarantino vuelve a ofrecernos una ocurrente historia y ésta vez, nos transporta al pasado, manteniendo su estilo própio e indudable calidad. Una pequeña y entretenida joya retro, que a modo de road movie nos sitúa ante el juego del gato y el ratón.
El momento: Sin duda el choque frontal provocado por Stuntman Mike, y la larga persecución del final.
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