Distrito 9 (2009)

argumento

Hace treinta años los alienígenas contactaron por primera vez con el planeta Tierra. La raza humana esperó un ataque hostil o un gran avance en la tecnología. No ocurrió ninguna de las dos cosas. Los alienígenas eran refugiados, los últimos sobrevivientes de su planeta de origen. Al tiempo que las naciones del mundo intentaban ponerse de acuerdo en lo que tenían que hacer con ellas, las criaturas fueron instaladas de forma temporal en el Distrito 9 de Sudáfrica.

Ahora, la paciencia en cuanto a la situación de los alienígenas se ha agotado. El control sobre los extraterrestres ha sido delegado en Multi-National United (MNU), una compañía privada a la que lo que le interesa no es el bienestar de los alienígenas sino las formidables ganancias que les podría reportar su impresionante armamento, en el caso de que pudieran hacerlo funcionar. Hasta el momento no lo han logrado; la activación de las armas requiere ADN alienígena.

La tensión entre los extraterrestres y los humanos llega a un punto crítico cuando un operario de campo, Wikus van der Merwe (Sharlto Copley), contrae un misterioso virus que empieza a transformar su ADN. Wikus de la noche a la mañana se convierte en el hombre más perseguido del mundo y, a la vez, el más valioso, porque es la clave para descubrir los secretos de la tecnología alienígena. Marginado y sin amigos, solo le queda un lugar en el que poder ocultarse: el Distrito 9.

Distrito 9
critica
El éxito obtenido, a nivel internacional, por una película de las características de “District 9”, no debería llevar a engaño, a estas alturas, a casi nadie. La primera película del director sudafricano Neill Blomkamp sigue (muy astutamente) las pautas formales que, progresivamente, han logrado implantar films como “The Blair Witch Project, 1999”, “Rec, 2007” , “Monstruoso, 2008”, o “Rec 2, 2009” ; veamos: una estética visual que remite a la de los telediarios y reportajes televisivos más comunes, con una tendencia a la cámara en mano y a los encuadres inestables y no especialmente “artísticos”; un personaje (o varios) con el que el espectador tiene la posibilidad de identificarse y, de este modo, sentirse partícipe de la historia; o una inverosímil verosimilitud dramática condicionada por un supuesto rigor formal que obliga a que el cámara que filma las imágenes que contemplamos cumpla con su labor hasta extremos inconcebibles (el caso más evidente a este respecto lo encontraríamos en “Monstruoso” y esa triste secuencia en la que el cámara sigue grabando incluso cuando está a punto de ser devorado por el monstruo que da título a la película). Es decir, los éxitos consecutivos de los films mencionados líneas arriba, sumados a la inteligente campaña publicitaria que apoya “District 9”, y el imprescindible apadrinamiento del actualmente todopoderoso Peter Jackson, no podían fallar en la diana de la taquilla.

District 9District 9

El film de Blomkamp resulta más interesante durante su primera hora de metraje que sus más directas influencias, entre otras razones, por que consigue crear unas expectativas y una progresión dramática que logran que el espectador se interese por lo que ocurre en la pantalla. Esta progresión va directamente asociada a la que muestra el personaje protagonista Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), un personaje más definido y complejo que los vistos en películas como las de Balagueró, Reeves o el film co-dirigido por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez.

Sharlto Copley contribuye con su buena labor interpretativa (y su físico, muy alejado del de los característicos héroes del cine) a dotar de una singular personalidad al personaje, que báscula dramáticamente entre la de un tipo sin moral y más bien pocos escrúpulos , y la de alguien viéndose impulsado a luchar por su dignidad una vez sufre en sus carnes un peculiar acontecimiento que comienza a transformar su organismo.

El tono de la película oscila continuamente entre el de la ciencia-ficción seria y las situaciones o personajes más irónicos, una mezcla que tambiénempleaba uno de los más directos referentes para la película de Blomkamp, la curiosa y entretenida “Alien Nación, 1988” .

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El empleo del humor, paradójicamente, empuja al surrealista devenir de Wikus Van De Merwe hacia la más pura tragedia personal, viéndose el personaje, sin comerlo ni beberlo, perseguido y despreciado por casi todos al mismo tiempo que sufre el punto más bajo de su existencia al coincidir en el tiempo la pérdida de la relación con su esposa (gracias a las mentiras que el padre de ella le ha contado acerca del comportamiento de Wikus) y el inicio de su mutación física.

Johannesburgo y alrededores se erigen en un apropiado espacio cinematográfico que contribuye al (pequeño) logro del realizador, ya que este factor dota a la película de cierta personalidad visual y, sobre todo, creativa: sin este espacio no sería posible la aparición de algunos de los elementos más originales de la película, como el mercado negro de productos (comida para gatos -sic-, que vuelve locos a los alienígenas, armamento de gran calibre, carne, etc.) liderado por un siniestro personaje que recurre al vudú para absorber la energía de los aliens y volverse más poderoso; el distrito 9 y sus chabolas, que remiten, sin duda alguna, a las que se pueden contemplar habitualmente en las imágenes que muestra la televisión de sitios similares y que, en este sentido, ayudan al film a expresarse de forma genuina (Blomkamp conoce la realidad de Sudáfrica), y acercarse a esa parábola social que busca el director al relacionar la difícil convivencia entre razas que se vive actualmente en nuestro planeta y la que muestra “District 9”.

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Si formalmente los encuadres de Blomkamp no son nada extraordinarios, condicionados sobremanera por ese afán televisivo que parece dejar al margen la composición del encuadre, el uso del color, o otros elementos expresivos propios del cine, y se limitan a ser funcionales y narrativos, asimilando de este modo, también, la inmediatez narrativa de las series de televisión estadounidenses, sí hay que reconocer que por lo menos el director demuestra una mayor tendencia a la claridad expositiva, sin permitir en ningún momento que la confusión visual se adueñe de la pantalla. Blomkamp es lo suficientemente inteligente como para permitir que las peleas o combates más espectaculares que muestra el film sean “visibles” en todo momento y, de este modo, permitir el disfrute del espectador.

Por desgracia, las altas expectativas que el guión de Neill Blomkamp y Terry Tatchell crean durante la primera hora de metraje se ven diluidas progresivamente hasta alcanzar una media hora final resuelta de forma muy convencional y acomodaticia que, eso sí, deja en bandeja de plata a sus creadores la opción (que a esta alturas y debido al éxito de la película debe de ser una certeza) de afrontar el rodaje de una segunda parte.

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trailer

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