El Enigma del Cuervo (2012)

«No espero ni pido que alguien crea el extraño aunque simple relato que me pongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, aunque mis sentidos rechazan mi propia existencia. No estoy loco y sé muy bien que no es un sueño».

En el magnífico episodio de Maestros del horror, El gato negro (Stuart Gordon), se contaba la torturada y creativa vida de Allan Poe, situando al escritor en el abismo del alcohol y la locura; en El enigma del cuervo, película de McTeigue y protagonizada por John Cusak, se retoma este conocido lado oscuro del personaje, centrándose en los últimos días del autor. James McTeigue combina diferentes géneros para contarnos una ficción en torno a una de sus obras más conocidas El cuervo y echando mano de ideas ya conocidas en el cine.

«Vivía en un cuchitril, vivió pobre durante toda su vida, pero era famoso. Era como Baudelaire, alguien capaz de cautivar con su poesía, mientras vivía en el arroyo junto con los borrachos y los drogadictos», con estas palabras nos presenta John Cusak su personaje, como nuevo alter ego del escritor.  El vengativo gato negro, la ruinosa casa de Usher, El corazón delator, y como no, El cuervo. Todos estos son iconos que se asocian a la angustia existencial, inquietante y terrorífica del escritor. De hecho, el cine siempre ha sentido una fuerte atracción por las posibilidades que brindan la obra de este genio de la literatura gótica.

Como otras muchas recreaciones de la vida y obra de Poe, el nuevo filme recoge la esencia dramática que subyace bajo el horror de sus historias, unos relatos minuciosos de las obsesiones y miedos más profundos del ser humano. En este sentido, la historia arranca con dos mujeres muertas que parecen seguir el patrón de sus propios relatos, los macabros cuentos de Allan Poe que inspiran a un asesino en serie. Relatos como El barril del amontillado o El péndulo y el pozo, que convertirán al propio autor en un improvisado detective para darle caza. No en vano, Poe fue el creador de la novela criminal con su personaje Auguste Dupin, uno de los precedentes más claros de Sherlock Holmes.

Una idea que resulta original, a pesar de que no es el primer escritor real que aprovecha su propia literatura para apresar a un asesino. Esto ya fue planteado en Los pasajeros del tiempo, en donde Nicolas Meyer hacía viajar a través del tiempo y del espacio al mismísimo H.G.Welles para perseguir nada menos que a Jack el Destripador. La diferencia, y esto es lo mejor de la película, es la recreación de un intenso thriller de época que coincide con otra película estrenada en Estados Unidos y con Poe como personaje: Tiwst de Francis Ford Coppola.

Nunca es tarde para recuperar una de las grandes joyas de la literatura del género, o para descubrirla. Y fíjese bien cuando vaya a dormir, es posible que se le aparezca un cuervo que repita: “Nunca jamás”.

 

 

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