El Espanto Surge de la Tumba (1973)
A mediados del siglo XV, un caballero francés es ejecutado a causa de sus crímenes, separándole la cabeza y enterrándola lejos de su cuerpo. El caballero antes de morir, jura vengarse de sus familiares y de sus verdugos. Siglos después, dos descendientes directos, uno de aquél caballero y el otro de su verdugo, son íntimos amigos y viven en París. Por curiosidad malsana, los amigos y sus compañeros deciden tras una sesión de espiritismo, volver a las tierras y al castillo en busca de los restos del decapitado. Encuentran la cabeza y el cuerpo, que recomponen con vida, creando un monstruo que vuelve a cometer crímenes y atrocidades sembrando el terror en aquel París.
Ópera prima del emblemático director español Carlos Aured, que firmaba una propuesta arriesgada para la época, cargada de violencia, sexo y gore, que fue censurada en su distribución nacional, mientras que fuera de aquí, y en especial las escenas eróticas que proliferan en la cinta, no sufrieron los cortes impuestos por el franquismo. El film supuso el comienzo de la fusión entre Aured y Paul Naschy, quienes trabajarían juntos un año después en interesantes trabajos como «Los ojos azules de la muñeca rota» «El retorno de Walpurgis» y «la venganza de la momia» todos ellos con el célebre actor también como guionista.
El prologo nos introduce en la historia trasladándonos al siglo XV, donde el caballero Allaric de Marnac está a punto de ser degollado, un personaje arraigado a la figura de Naschy, el cual también interpretaría en posteriores películas. El actor manchego realiza hasta tres papeles en el film, dos de ellos principales, reflejando de algún modo las dos caras de la moneda en la historia. El personaje de Allaric de Marnac, guarda una fuerza especial que Naschy sabe interpretar a la perfección, revivido y dotado de un aspecto y comportamiento casi vampírico, mantiene una teatral y cuidada puesta en escena, a la vez que se rodea de bellas mujeres como Helga Liné, Emma Cohen o Cristina Suriani, para protagonizar escenas eróticas que insinúan polémicos ‘menage a trois’ o secuencias de necrofilia.
La increíble atmósfera creada por Aured, contrasta con la deficiente realización que pone en evidencia tanto el ritmo como el seguimiento de la historia, que el director suple con la fuerza de algunas escenas memorables. El film va llenando durante los primeros instantes de intriga la pantalla, con la ancestral leyenda, la oscura sesión Ouija o los salvajes lugareños, que dan paso al horror que más adelante nos encontraremos. Éstas escenas van acompañadas por las tétricas melodías de órgano, que consigue dramatizar aún más los momentos que de aquí al final se irán sucediendo, como el ambiente vampírico, los ritos satánicos y la procesión de zombies, que llenan de emblemáticas imágenes un modesto aunque tremendamente influyente film.
El alto contenido gore que primero observaremos, en la mítica escena de la jovencísima María José Cantudo y Luis Ciges encima de una mesa, es seguido por decapitaciones, degollamientos y corazones arrancados, unas escenas que a diferencia de las de ámbito erótico y sexual, no sufrieron tanto la censura en la versión recortada. El repertorio sanguinolento de la parte final, completa un entretenido splatter de serie B, que marcó una etapa en el fantaterror español a pesar de las evidentes limitaciones en el guión.
El momento: La escena en la que el resucitado Alaric de Marnac, protagoniza un menage a trois con necrofilia incluida.
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