Enter the void (2009)

argumento

Oscar y su hermana Linda acaban de llegar a Tokio. Oscar pasa droga eventualmente, y Linda trabaja como stripper en un club nocturno. Una noche, Oscar recibe un disparo huyendo de la policía. Antes de morir, su espíritu, fiel a la promesa que le hizo a su hermana de que nunca la abandonaría, se niega a abandonar el mundo de los vivos. A partir de entonces vaga por la ciudad, y sus visiones se vuelven cada vez más distorsionadas, pesadillescas. Pasado, presente y futuro empiezan a confundirse.

Enter the Void

critica

Pasados unos prudenciales días desde el visionado de la nueva película de Gaspar Noé en el 42º Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya – Sitges 2009, me decido a escribir estas líneas. Las reacciones de los asistentes a uno de los pases en el Auditori de Sitges fueron, seguro, las buscadas por el director: goteo constante de deserciones de la sala, miradas bajas ante la aparición de imágenes epilépticas proyectadas más allá de lo sanamente recomendable, espectadores removiéndose en sus butacas y miradas constantes al reloj, risas repentinas causadas por la acumulación de planos delirantes y el cansancio que estos provocaban en la audiencia, etc.

Llega el último día del festival y “Enter the void” se lleva dos premios: el Premio Especial del Jurado y el premio a la Mejor Fotografía. ¿Son justos estos premios?

En mi opinión sí, por que, entre otras cosas, Noé corre unos riesgos artísticos que la mayoría de los otros directores presentes con sus películas en el festival no corren. Noé se arriesga; acierta en algunas de sus decisiones y en otras no.

También añadiré que una película como “Independencia”, del filipino Raya Martín, presente en una sección no competitiva del Festival de Sitges 2009, experimenta generosamente con el lenguaje visual, pero lo hace de forma más consistente y, sobre todo, condensada, que la nueva película de Noé: apenas 77 minutos, pero todos de buen cine.

Enter the Void

Los primeros 90 minutos de “Enter the void” me parecen los más equilibrados y coherentes del film, teniendo en cuenta que se trata, en todo momento, de una obra visual y narrativamente excesiva. Pero, del mismo modo que una revisión de “Irreversible” confirma que el director maneja un “caos controlado”, “Enter the void” pide a gritos un análisis formal que se esfuerce en dejar al descubierto sus entrañas. Análisis que habrá que dejar para un futuro nuevo visionado de la película, pues afrontarlo ahora, tras ver la película conjuntamente con varias decenas más durante los 12 días del festival no sería justo ni razonable.

Ahora uno puede intentar esbozar algunas de las ideas que parecen más claras (aparentemente) a la luz que arrojan el conjunto de películas filmadas hasta el momento por Gaspar Noé: “Solo contra todos”, “Irreversible” y la que nos ocupa en estas líneas.

La película da iniciocon un plano del cielo nocturno de Tokio y un avión sobrevolando los edificios de la ciudad nipona. La imagen citada (y las que vendrán a continuación) adopta el punto de vista del protagonista de “Enter the void”, Oscar, un adolescente que consume drogas con asiduidad. Se trata de un punto de vista completamente subjetivo y, por lo tanto, intransferible a otros personajes del film. No tendremos una visión objetiva, y por lo tanto discutible, desde el punto de vista narrativo, sino la constatación del interior de la mente destruida de un adolescente: hemos “entrado en el vacío”.

El rotulo que reza “Enter” y que ve Oscar desde la ventana de su piso parece aludir subliminalmente al título de la película, por un lado, y a la necesidad de “entrar” en la cabeza del personaje, por otro.

Enter the Void

Noé lleva al extremo la subjetividad narrativa que adoptan estas imágenes al ampliarla al apartado sonoro de la película; la voz de Oscar se escuchará como si los espectadores estuviéramos dentro de su cabeza, no tal y como esta sonaría al emerger al mundo exterior. Sus palabras tienen lugar en un espacio cerrado, creando una cierta sensación de opacidad sonora, que choca frontalmente con las voces de los otros personajes, que suenan “reales”. La “irrealidad” de Oscar es tanto visual como sonora. Tras consumir drogas, el chico se sienta en un sofá y empieza a alucinar, a proyectar imágenes lisérgicas, mágicas, abstractas, en el interior de su mente, y el espectador es testigo directo de ellas.

Al poco de asimilar este estado alucinado de sus sentidos, Oscar entra en el lavabo y se mira al espejo, siendo esta una de las pocas oportunidades que tendremos los espectadores de contemplar su rostro; se pasa las manos por el rostro y estas (consecuentemente) tapan la lente de la cámara unos instantes.

Oscar tiene que dirigirse a un local llamado «Void” (otra alusión al título de la película, y alusión a lo que acontecerá en el interior del lugar; recordemos que este juego con los nombres ya tenía lugar en Irreversible: el local llamado “Rectum”, y el personaje apodado “Tenia”) y entregar unas drogas a su amigo Víctor. Durante un tramo del camino que va desde su piso hasta el local le acompaña Alex, un tipo que está adentrando a Oscar en los secretos del “Libro Tibetano de los Muertos”, y que le expone una teoría al respecto durante el trayecto.

Oscar y Alex se separan al llegar a la entrada del «Void». Oscar entra en el local y, nada más llegar y sentarse junto a su amigo, la policía irrumpe en el local y lleva a cabo una redada.

Asustado, el joven corre y entra en un lavabo, cerrándose en su interior; la policía golpea con insistencia la puerta y, ante las amenazas que profiere Oscar de que tiene una arma y les disparara si entran, los agentes abren fuego desde el exterior y hieren gravemente al chico, que finalmente muere sórdidamente en el suelo del sucio meadero; al poco, el espíritu del joven abandona su cuerpo.

Enter the Void

Lo que tiene lugar a partir de este momentoen la película, aparte de justificar la referencia al “Libro tibetano de los muertos”, viene a ser un repaso de la trágica existencia que Oscar y su hermana Linda (Paz de la Huerta) vienen arrastrando desde el fallecimiento en la infancia, en un trágico accidente de tráfico, de sus progenitores: los pequeños contemplan el suceso, pues también se encuentran en el interior del vehículo cuando tiene lugar el triste suceso; son separados el uno de la otra y cuidados por sus respectivos tíos; Oscar termina huyendo a Tokio y cayendo en el mundo de la droga y el más puro vacío existencial, desprovisto de cualquier tipo de interés real en la vida; los hermanos se reencuentran ya en la adolescencia, y Linda empieza a ganarse la vida como bailarina de strip-tease; Oscar mantiene relaciones sexuales con la madre de su mejor amigo, Víctor, etc…

En fin, todo un conjunto de experiencias que terminan por dar al traste con cualquier esperanza vital que tuvieran Oscar y Linda.

Los momentos más felices de ambos, cuando tan solo eran niños, son filmados por Noé con imágenes más estables y serenas, algo que demuestra que el realizador, pese a la locura que impregna (se apodera) de su film no ha perdido su coherencia expresiva.

Todo este fragmento, de unos 45 minutos de duración, emplea un punto de vista similar al de los video juegos en tercera persona (es decir, tipo “Zelda: Ocarina of Time” o “Assassins Creed”), contemplando el espectador al personaje justo en el centro de la pantalla, y de espaldas a la misma, con lo que aquel, de nuevo, sigue sin ver el rostro de Oscar, pero sí, en cambio, el de todos los demás personajes que se cruzan con él. La decisión ha sido justificada por Noé mediante una alusión a su experiencia personal con los sueños: según el director, la tendencia habitual es verse uno mismo del mismo modo que contemplamos al personaje de Oscar una vez ha muerto y está siendo contemplado por su propio espíritu en sus vivencias pasadas. Se puede estar de acuerdo o no con esta opinión (yo no creo que necesariamente esto sea así, y probablemente los sueños de uno – y su forma de experimentarlos- sean muy diferentes a los de otra persona.

Enter the Void

Una vez concluido lo que podría considerarse un bucle narrativo (el film, en su segundo bloque, repasa toda una serie de acontecimientos, que dan inicio en un momento concreto -la muerte de Oscar- para volver de nuevo a ese mismo punto de cambio del drama), Gaspar Noé penetra con decisión en el ámbito de un lenguaje visual extraordinariamente artificioso que podría considerarse “la niña de sus ojos” del director.

Prácticamente, 75 minutos de metraje dominados por el más puro delirio visual, ya sin coartada narrativa alguna, completamente justificados por el cineasta por una argucia narrativa tan atractiva como, en el fondo, endeble: el espectador, a partir de ese momento, va a contemplar la “realidad” desde el punto de vista (subjetivo otra vez) de un espíritu (o fantasma), el de Oscar, que deambulará libremente por los espacios físicos, atravesando cualquier tipo de materia con la que se encuentre, y que dará pie a toda una serie de planos tan (insisto) atractivos, como decididamente artificiosos y gratuitos, de los que paso a enumerar un par de detalles tan llamativos como obsesivos: Oscar penetrando en el interior de todo tipo de fuentes de luz (y el espectador con el personaje): bombillas, farolas, fogones de cocina, el fuego de un horno crematorio (para más señas, el mismo en el que arderá el cuerpo muerto de Oscar), lo que da pie a imágenes de colores, con parpadeos epilépticos, que se apoderan de la pantalla de cine con demasiada insistencia y por períodos de tiempo excesivamente prolongados (y uno diría que puede que hasta peligrosos para la salud de más de uno); por otro lado, la aparición de una secuencias sexuales, con las que Noé juega, en cierto modo, a la pornografía, y en las que el director se permite la inclusión de un detalle visual delirante y, en el fondo, bastante inocente y divertido: los órganos sexuales masculinos, en lugar de ser mostrados al espectador “a pelo”, lo hacen iluminados por luces fluorescentes (quién sabe si con la intención, por parte del director, de sugerir que los penes no dejan de ser fuentes de calor y energía –sic- que son percibidos por el espíritu de Oscar como tales).

Enter the Void

La tendencia a filmar tanto desde el exterior como desde el interior de las fuentes de luz, y las secuencias de sexo pornográfico, o simplemente duro (violaciones o sexo hardcore en locales de homosexuales) parecen ser dos de los fetiches visuales (materiales o sexuales) predilectos (y recurrentes) del director francés.

Todo este larguísimo (y inacabable) bloque del film se revela un arma de doble filo para Gaspar Noé; si, por un lado, en él se encuentra lo más arriesgado, artísticamente hablando, del film, no menos cierto es que también hallamos lo más fallido y descompensado del mismo: algunas ideas y locuras visuales quizá hubieran tenido más consistencia y atractivo para el espectador de estar más “concentradas” en un metraje más contenido (170 minutos es, a todas luces, una exageración) y compacto en su arquitectura narrativa. De todos modos, y a riesgo de ponerme pesado, “Enter the void” es una de las películas más “frescas”, desprejuiciadas y desafiantes que un servidor ha podido ver en una sala de cine en los últimos años, y ello implica que Noé no quiere ser “uno más” entre los directores de cine actuales, sino alguien con voz propia y distinguida.

Recordemos que, allá por 1986, otro joven director francés llamado Leos Carax filmó una locura llamada “Mala sangre” (Mauvais Sang), que se erigió, por derecho propio, en uno de los filmes más excéntricos, pero también extraordinarios, de los años 80. Creo que, por el momento, Gaspar Noé no ha logrado una obra tan redonda y lograda como aquella, aunque sus dos primeras películas no andaban lejos en logros en algunos de sus aspectos formales y narrativos (siendo muy distintos, claro está, del film de Carax). También hay que decir que Carax no levanta cabeza desde hace muchos años, habiéndose enfrentado continuamente a innumerables problemas de producción con sus películas. Esperemos que la carrera de Noé logre una mayor continuidad y, con ello, una mayor posibilidad de lograr una obra definitiva y contundente.

Enter the Void

trailer

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