Frankenstein’s Army (2013)
SINOPSIS
Frankenstein Army nos sitúa hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, donde en un laboratorio secreto nazi se ha empezado a experimentar con el diario de un tal Dr. Victor Frankenstein. Los científicos han utilizado el trabajo de Frankenstein para reunir un ejército de supersoldados formados por partes cosidas de los camaradas caídos, en una última táctica desesperada de horror de Hitler para escapar de la derrota.
CRÍTICA
El debut en el largometraje del alemán Richard Raaphorst (quién mejor para hacer una crítica tan constructiva como despiadada a las más populares atrocidades históricas que dicha nacionalidad protagonizó durante la guerra en la que la trama se ubica), en cuyo currículum curiosamente destaca su labor en el departamento de arte de diversos títulos de la extinta Fantastic Factory como la rompedora Rottweiler y la divertida Beyond Re-Animator aunque quizás el nombre sea más reconocido si se menciona el proyecto del que mucho se habló y nada se supo dos años atrás, Worst case scenario, en el que en el marco de la final del mundial de fútbol de mil novecientos setenta y cuatro entre la anfitriona (Alemania) y Holanda que estaba a punto de desembocar en un conflicto de escala internacional un par de jóvenes se daban de bruces tras dirigirse a las afueras de la ciudad en un burdo intento de huir de la locura que se había generado a raíz del mencionado evento deportivo con todo un regimiento de zombies dispuestos a iniciar la ofensiva, prometedor argumento que desgraciadamente nunca se llevó a cabo (según afirman fuentes cercanas al autor por problemas financieros); en cualquier caso ahora sí lo ha logrado y su personal (como así se ha encargado de afirmar el mismo) Frankenstein’s Army ha conseguido materializarse en un producto más que notable en el que robots, no muertos y diferentes subtemas sociales se combinan en el mejor reflejo de la desbordante y en cierta medida macabra imaginación que ya ha demostrado sobradamente el realizador en ocasiones anteriores (si bien es cierto que, como se señalaba al principio, nunca se había responsabilizado del rodaje, limitándose a participar en otras tareas).
Habiendo sido todo lo expuesto supuestamente grabado mediante una cámara súper ocho al más puro estilo material encontrado fortuitamente con posterioridad a su filmación (tan de moda en los últimos tiempos al no suponer grandes costes y sin embargo conllevar cuantiosas ganancias, estratosféricas en casos como los de la interminable sagaParanormal Activity), lo cierto es que el único punto negativo realmente alarmante se da en las continuas interrupciones de más que discutible necesidad, pudiéndose llegar a entender la razón de ser de algunos cortes para infundir realismo al tratarse de una serie de sucesos inconexos que destapan una terrorífica realidad pero otros en absoluto están justificados al omitirse a causa de ellos detalles de suma relevancia (o al menos eso parece cuando se deja de disfrutar de la, hasta ese instante, absorbente imagen); qué duda cabe que muchos vincularán la presente película con la infame Iron sky por la temática compartida de ambas, pero se antoja imprescindible aclarar que mientras que el contenido de aquella se circunscribía en una constante burla por todo lo que sucedía (con mínima aceptación y mucho descontrol) en ésta se establecen unos parámetros más racionales dentro del marco de la ciencia ficción, ensalzándose el sentido bélico (no por recrearse tiroteos y demás tipicidades conflictivas sino por sucederse las más clásicas técnicas tanto de defensa como de ataque) en una curiosa batalla entre despiadados alemanes y vengadores rusos que bien podría definirse como la versión más retorcida (y grata) de La guerra de los mundos.
Un batallón de la unión soviética (Joshua Sasse, Robert Gwilym,Alexander Mercury, Hon Ping, Andrei Zayats, Mark Stevenson yLuke Newberry, soberbios todos ellos, en especial el último al interiorizar el rol del más débil del grupo magníficamente) cuyo único propósito es el de erradicar la liberación fascista de la opresión (el comunismo es en primera instancia un arma efectivita pero en última una condenatoria condición) inicia la empresa de rescatar a los camaradas que han sido capturados días atrás cuando aconteció la temida invasión anunciada desde hacía mucho tiempo (es decir, la Segunda Guerra Mundial), una feroz lucha que parece tocar a su fin tras haber derrocado a cuantos ejércitos nazis se han enfrentado en su arduo camino (recogido por el graduado del instituto de cinematografía de Moscú que les acompaña a fin de documentarlo todo) desconociendo que todo obedece a una orden directa ultra secreta procedente del oficial superior (en efecto, los engaños y las traiciones facilitarán de este modo la resurrección de un mal que parece haber convivido con la raza humana desde siempre); los valerosos miembros, de todas las razas y religiones (lo cual apenas se aprovecha en banales discusiones en un par de escenas) e incluso condiciones, pues el amplio abanico de personalidades abarca desde el soldado al que todos toman por inútil hasta el capitán respetado profundamente por su dilatado historial de éxitos observan que, a medida que avanzan hacia el emplazamiento en el cual les han asegurado están retenidos sus compatriotas, espeluznantes seres mecanizados creados por el enemigo para defenderse con una ventaja considerable (decisivo factor que resulta más propio de un futuro todavía por llegar a día de hoy que de la época en la que se ambienta la película), y es que el excéntrico doctor Viktor (Karel Roden, pletórico en cada matiz que le toca asumir), conocido como Frankenstein (aquí radica la motivación del título), ha pensado desde que era pequeño que los hombres serían más fuertes si tuvieran más partes que miedos y, por ello, ha buscado soluciones en la sofisticación de la ingeniería hasta poder fabricar máquinas que ni siquiera necesitan comer para seguir con vida.
Situaciones claustrofóbicas a la par que simples, frenéticas persecuciones cuyas ortopédicas transiciones distan mucho de las deseables, opresoras atmósferas que no acaban de exprimirse al máximo, vestuarios válidos aunque minimalistas, mugrientas edificaciones que transmiten tanto terror como abandono, interrogatorios que operan sin contenido clasificado ni cometido definido, atisbos de crueldad animal que no se consuman para beneplácito de las sociedades defensoras, experimentos cerebrales en los que la combinación de dos mitades permite radicalizar el sentimiento patriótico del sujeto tornándolo híbrido, apoteósicos incidentes que propician rocambolescas muertes explícitamente impactantes, niños aparecidos de la nada que son sacrificados en aras de provocar más caos al ya existente, descargas eléctricas restauradoras de la vitalidad humana, abundante sangre cuya coloración invita a añadirla a cualquier pasta hervida e ingerirla como plato principal de una comida y oportunas despedidas en forma de recurrente confesión pretenciosa que provocan risas en lugar de lágrimas son solamente algunas de las propuestas que Richard Raaphorstrecoge en un metraje en el que los aciertos se estropean mediante formalismos que, junto al precario apartado de maquillaje y los ridículos efectos digitales de los monstruos, hacen que no reluzca tanto como pudiera (o más bien debiera) y, por ende, es evidente que no recibirá el reconocimiento que mereciera aun siendo muy superior en todos los aspectos a decenas de filmes que semanalmente ven la luz inmerecidamente (al fin y al cabo la industria del cine es un negocio y salvo escasas excepciones el triunfo se debe más a la publicidad que a la calidad) las carteleras de los cines de todo país (incluso recóndito).
Por si la premisa no contuviera suficientes alicientes para dar una oportunidad a tan inhabitual propuesta cabe afirmar que a muchos espectadores la trama les recordará al desarrollo de un videojuego de aventuras con grandes dosis de singularidad (el mejor ejemplo radica en la primera incursión de los intrépidos militares en el imaginativo mundo de las alteraciones genéticas, teniendo lugar grandes destellos de originalidad basada en la formación de las mismas), y es que de hecho muchas de las secuencias destacadas pueden relacionarse directamente con clásicos como “Bioshock”, “Doom” y “Wolfenstein” al observarse pasillos y grutas prácticamente idénticos a los de éstos, algo que el propio autor se encarga de corroborar al haber declarado recientemente en una entrevista concedida que “los juegos en primera persona, por supuesto, son realmente interactivos, saben envolver a la gente que juega con ellos, y para dar a nuestro público una sensación de inmersión, de estar allí realmente, añadimos algunos elementos que equiparan la experiencia a la de un videojuego, pero esto es una película y lo realmente interesante para mí fue contextualizar dicho recurso en el sí de la misma para hacerla más íntima”; Frankenstein’s army es, en resumidas cuentas, una descomunal rareza fílmica que cuenta con excelentes ideas parcialmente logradas (las creaciones solamente se pueden tildar de fascinantes, en especial las que permutan brazos con taladros) e insuficientemente dinámicas (la palabra más adecuada para definir la sensación que resta al término del visionado es la de reiteración, indebida repetición tanto visual como argumental), posiblemente debido al escaso presupuesto con el que ha contado el voluntarioso equipo de producción, habiendo sido de buen seguro mejor en cuanto a conjunto de haber dispuesto de un mayor arsenal de medios, pues en no pocos compases parece tratarse de un trabajo realizado entre amigos para pasar el rato más que una cinta comercial (aunque sea en el ámbito doméstico como bien demuestra el estreno de manera limitada en el mercado estadounidense) aun añadiendo ello algo de encanto a la más que entretenida historia, artesana personalidad que sin duda debe alabarse y de poder ser premiarse abundantemente siempre.
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FICHA TÉCNICA
Título original: Frankenstein’s Army
País: Holanda
Año: 2013
Duración: 84 min.
Productora: Dark Sky Films / Pellicola / XYZ Films
Director: Richard Raaphorst
Guión: Chris W. Mitchell, Richard Raaphorst, Miguel Tejada-Flores
Reparto: Alexander Mercury, Mark Stevenson, Karel Roden, Joshua Sasse, Robert Gwilym, Luke Newberry, Hon Ping Tang, Andrei Zayats, Cristina Catalina, Jan de Lukowicz, Zdenek Barinka