Hancock (2008)
“Hay héroes… hay superhéroes… y luego está Hancock (Will Smith). Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo, menos Hancock. Insatisfecho, atormentado, sarcástico e incomprendido, las acciones heroicas y bienintencionadas de Hancock cumplen su objetivo y salvan muchas vidas pero siempre provocan unos tremendos desaguisados. La población ya no puede más, y aunque está agradecida de tener a su héroe local, los buenos ciudadanos de Los Ángeles, se preguntan, qué es lo que han hecho para merecer a este tipo. Hancock no es alguien al que le importe lo que piense la gente, hasta el día en que salva la vida de Ray Embrey (Jason Bateman), alto ejecutivo de una empresa de relaciones públicas. Y es entonces cuando el impopular superhéroe se da cuenta de que, al fin y al cabo, tiene un lado vulnerable.”
Más o menos hacia la media hora de iniciada la proyección de “Hancock” tiene lugar una secuencia, al ritmo de la canción “Colors”, de Ice-T (empleada por Dennis Hopper en la violenta película del mismo título que el actor dirigió en 1988): el superhéroe interpretado por Will Smith ingresa en prisión, y nada más llegar al interior del recinto y quedarse solo, todos los villanos a los que ha ido encarcelando, año tras año, salen a recibirle con las intenciones que cualquier espectador puede imaginar…y la cosa finaliza cuando, literalmente, la cabeza de uno de los malvados es introducida en el interior del culo del tipo más grande de la prisión, después de ser advertidos ambos por el propio Hancock.
Dicho así, uno puede pensar en la secuencia carcelaria que tenía lugar en una de las entregas de la serie “Austin Powers”, o bien en un capítulo de la serie del propio Smith, “El Príncipe de Bel-Air”, pues la película gasta el mismo humor mediocre y facilón de la serie protagonizada por el rapero que dio fama al actor, actualmente, más taquillero de Hollywood.
A lo dicho anteriormente hay que añadir, y es importante, el nombre del director de la película, Peter Berg, un tipo que ideológicamente debe de estar un poco confundido, ya que sus pretensiones de resultar irreverente e incorrecto («Very Bad Things») ocultan descaradamente una verdadera servidumbre al cine mainstream más aburrido y prefabricado de Hollywood ( “The Kingdom, 2007” ; o la película que centra nuestra atención en estas líneas).
El borracho, vago, sucio y descarado Hancock, en realidad solo quiere (y cojan un pañuelo -sic-) ser querido por los demás; y mejor, si puede ser, por una chica muy, muy guapa (Charlize Theron). Además, el superhéroe en cuestión, tiene tendencia a llenar las paredes de la cárcel con dibujos de, se supone, él mismo cogiendo de la mano a un niño; ¡snif! ¿no les ha emocionado?
En fin, que la ideología más conservadora da cobijo a «Hancock», y esto tiene lugar a un año vista del estreno de “Watchmen”, la visión más amarga y desoladora del mundo de los superhéroes, en la que las nociones convencionales del bien y el mal son puestas en entredicho.
Aparentemente, el origen de Hancock es un misterio: nadie sabe de dónde viene, y además el personaje sufre amnesia. Si eso quedara así nadie pondría demasiadas objeciones, pero los guionistas tienen guardada una penosa sorpresa bajo la manga, y que responde al nombre de Charlize Theron, pero no diremos nada más (aunque me tiente el asunto con la malvada intención de disuadir a potenciales espectadores de pagar por semejante tomadura de pelo), aunque advertiremos que la dudosa solución narrativa se las trae.
De lo poco destacable del film, mencionar el violento momento en el que Hancock afila un objeto para lanzarlo contra un atracador cercenándole la mano; un momento digno de una visión más realista de los superhéroes, aunque luego el detalle sirva para desarrollar chistes con el mismo personaje que ha sufrido la amputación, dignos del peor de los humoristas patrios.
Que Hancock se enfade mucho cuando alguien le llama capullo repetidas veces, y esto sirva de acicate para que el personaje haga demostraciones de fuerza, es otro de los repetidísimos chistes del film, hasta el punto de que en los títulos de créditos finales se halle un guiño final hacia esta característica del personaje.
En fin, que nos hallamos ante uno de los habituales y penosos exponentes del cine comercial veraniego al que tan acostumbrados estamos y que tanto aborrega a los espectadores menos despiertos.
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