Hell Baby (2013)

 

SINOPSIS

Jack y Vanessa están esperando su primer hijo. Cuando se mudan a su nueva casa en Nueva Orleáns descubren que el lugar está poseído por un maleficio diabólico. Con la ayuda de sus vecinos y de unos peculiares exorcistas, la pareja hará frente a las fuerzas del Mal, que parecen haber tomado posesión de su retoño.

 

 

CRÍTICA

Como regla general, el cerebro es eficiente y trata de trabajar lo justo sin malgastar recursos que puede distribuir en otras tareas, y es que en el mundo en el que el ser humano vive rodeado de estímulos perturbadores por doquier (tráfico, publicidad, vecinos escandalosos, obras… y de otros no tan evidentes pero que saturan los sentidos) categorizar es un proceso necesario que es de gran ayuda para no perder la cabeza, siendo la ventaja de todo ello que se consiguen agrupar conjuntos de impulsos en otros mayores con el inconveniente de que en ningún caso está libre de error apreciativo (aunque pueda sonar muy filosófico lo cierto es que lo expuesto se podría resumir en que uno ya desecha de forma innata aquello que percibe desechable y se centra en lo que le llama la atención por un motivo u otro); trasladando lo explicado anteriormente al territorio del cine en referencia a los tipos de género en los que se divide (que no dejan de ser meros estratos para simplificar y tener un criterio sólido a la hora de referenciar) apareció hace pocos años y en un contexto casi exclusivo el de las zomedias como resultado de una combinación de dos géneros muy distanciados, casi antagónicos dadas sus características y las emociones que tratan de suscitar, la comedia y el terror (suele tratarse del subgénero de los no muertos pero no tiene por qué ser así, como es el caso que ocupa), encontrándose en este filme, de nuevo, esta extraña mezcla de sobresaltos y algunos momentos (a priori) desternillantes.

Codirigida (así como coescrita) por Robert Garant y Thomas Lennon(reservándose ambos un papel secundario en la trama al ejercer de incorrectos siervos del señor), responsables de Reno 911 (según comentan los pocos que la han visionado una cinta aconsejable) y la algo más popular (aunque ello no implique nada bueno al poderse considerar poco menos que una bazofia) Noche en el museo, el no tan diferente como aparenta proyecto es un tanto atractivo por la apuesta a la que apela (los sustos dejan paso con premura a chascarrillos cómicos y algo de sangre sobre todo en los minutos finales) no convence en absoluto, y es que su plato principal, el humor, está destinado a un público tan concreto que se antoja insuficiente, mas el forzado de situaciones hasta pasarse de vuelta rozando lo absurdo (pero sin chispa) parodiando al mismo género que se simula representar no puede ser considerado correcto; el entretenimiento que se plasma es más del esperado pero la diversión no alcanza el nivel que pretendía y de hecho podía haber logrado, siendo del agrado exclusivamente de aquellos fans de trabajos anteriores de directores y actores, pues aunque cambia un poco la forma, el fondo es el mismo que en aquellas (esto no puede considerarse bueno al limitar más si cabe el abanico de público que quedará contentado, aunque tildarla de mala tampoco parece oportuno al asemejarse enormemente a cualquiera de las últimas entregas de la exitosa sagaScary movie, siendo considerablemente más flojas que sus predecesoras pero aun así recibiendo mayormente críticas positivas).

El matrimonio Watson, Jack (Rob Coddry, muy notable en su papel) y Vanessa (Leslie Bibb, preciosa y precisa excepto en ciertos dramatismos), acaba de mudarse al enorme hogar que han adquirido por apenas cincuenta mil dólares tras un intenso regateo, una ganga que ellos mismos (incomprensiblemente) tildan como la peor idea de sus vidas desde el primer instante, cosa que no se aleja apenas de la realidad a juzgar por los diversos pseudónimos por los que lo conocen los lugareños (algo muy sureño), siendo el más extendido el de “Maison de sag” (es decir, “La casa de la sangre”), y que resulta propicio por las experiencias que en su interior les aguardan, siendo la menos preocupante de ellas las intermitentes visitas del vecino de enfrente importunando cuando menos se lo esperan los nuevos propietarios F’resnel (Keegan Key, compagina buenas aportaciones con insufribles verborreas), quien les cuenta múltiples anécdotas; el estudiante de la Universidad de Tulane (superada la cuarentena de edad y sin laborío conocido esa es su dedicación diaria) y la terapista ocupacional (a pesar de haberse podido aprovechar la profesión no es nada relevante para el devenir de la historia) esperan su primer bebé (mellizos para ser más exactos), pero el último ultrasonido médico les revela que en el interior de la joven está creciendo algo muy impío que la posee de manera esporádica, por lo que se ven obligados a solicitar los servicios del Cardenal Vicente (David Pasquesi, sobrante pero por suerte apenas presente), reputado miembro del Vaticano que aprueba que dos sacerdotes reconvertidos en exorcistas de su total confianza (Robert Garant y Thomas Lennon, cargantes tanto el uno como el otro) viajen a la casa del matrimonio (fumando sin parar y portando gafas de sol incluso cuando el astro no incide sobre ellos) para investigar los extraños sucesos que allí están aconteciendo y sembrando el caos en el pueblo.

Intérpretes con escasa oportunidad de lucirse y nulo carisma (en cuanto a personajes otorgados se refiere), defensas que sostienen que se está más seguro en una casa donde han tenido lugar asesinatos porque todas las moradas son susceptibles a ello y este hecho resta probabilidad al haber sucedido ya (como queda demostrado la originalidad deja paso rápidamente a la mera divagación), tragos que en lugar de bebidas convencionales contienen aguarrás (el líquido será recurrido sin ton ni son en varios compases), avistamientos bocabajo de lúgubres sótanos (a nadie se le ocurriría inspeccionar un lugar desconocido así), felaciones realizadas por supuestos entes fantasmagóricos cuya flácida piel asquea (que en realidad se trate de una anciana demente es todo un insulto octogenario), lenguajes perrunos que no entienden de sentido común (ni tienen cabida), trajes de ciclista que marcan el contorno del miembro viril con claridad (la obsesión por lo obsceno no se limita ni mucho menos a ello), desesperantes policías parroquiales que aseguran abrazos de agradecimiento (puede sonar algo raro pero una escena plasma precisamente esto), diálogos faltos de atractivo alguno (introducidos por motivos desconocidos), insanos atracones de comida en los que no falta la mala educación (gases varios sirven de postre), irrespetuosas convocaciones espirituales con marihuana como sustancia inspiradora (más allá de la denunciable burla religiosa no se antoja necesaria la alusión constante al consumo de drogas), prescindibles escáneres de harpías (un cuervo procedente del infierno que presagia un mal augurio es enviado de este modo al presentar su piel evidentes marcas distintivas) y un sinfín de confabulaciones en las que, con todo ello, no se encuentra el anunciado recién nacido demoníaco del cartel promocional (sin duda el principal atractivo del filme) hasta los setenta y siete minutos de metraje, cuando da comienzo la sanguinolenta carnicería final (realmente apoteósico, cabe añadir), llamando hasta entonces únicamente la atención la participación de la compañía Darko Entertainment en el proyecto al traer reminiscencias al espléndido largometraje de culto Donnie Darko por la propia nomenclatura y el logotipo del inolvidable conejo que abanderaba el contenido simbólico.

El peor aspecto de Hell baby es el más indeseado al tratarse de una fallida película de humor (no hace reír en ni una sola de sus escenas) y pseudoterror (no da nada de miedo), desapareciendo ambos conceptos a los dos minutos dando paso a una vergüenza ajena al pensar  que los autores hayan sido capaces de invertir tanto tiempo y talento (nadie duda que los mismos albergan materia prima para realizar trabajos brillantes pero desde luego para la ocasión lo han disimulado concienzudamente) en algo tan simple, vacío y delirantemente efímero, una especie de parodia de Rosemary en la que las ventosidades y los eructos se emplean sin necesidad sumando personajes inútiles en dos únicas localizaciones (apenas una casa abandonada y un bar sucio); ninguna secuencia funciona coherentemente con el resto (parecen independientes entre ellas como si de cortometrajes unidos sin un nexo en común se tratase), el hilo argumental es pobre y los actores, aunque seguramente hayan dado el máximo de sí mismos, no consiguen hacer nada bueno con un material tan decadente, y es que la película apenas funciona cuando discurre por el camino de lo absurdo y aun y así lo peor de todo es que el espectador tiene la sensación de que él mismo podría hacer mejores bromas que las que observa en la pantalla, por lo que lo más probable es que el filme sea considerado a su conclusión como una soberana pérdida de tiempo aunque no sería justa sentenciar quesolamente es recomendable para ser proyectada a condenados del corredor de la muerte que deben sufrir una hora y media de tortura previa antes de ser electrocutados puesto que tampoco conviene exagerar porque cierto divertimento, aunque muy pasajero y aun más olvidable, proporciona.

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FICHA TÉCNICA

Título original: Hell Baby
País: USA
Año: 2013
Duración: 92 min.
Productora: Darko Entertainment / Principato-Young Entertainment
Director: Robert Ben Garant, Thomas Lennon
Guión: Robert Ben Garant, Thomas Lennon
Reparto: Leslie Bibb, Rob Corddry, Thomas Lennon, Riki Lindhome, Rob Huebel, Michael Ian Black, Paul Scheer, Kumail Nanjiani, Robert Ben Garant

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