Historias Extraordinarias (1968)
WILLIAM WILSON
El joven William Wilson interrumpe al párroco de una iglesia para hacerle una confesión: otra persona llamada igual que él aparece en los momentos más inesperados de su vida para impedir que lleve a cabo los actos atroces a los que se siente inclinado.
METZENGERSTEIN
La condesa Frederica Metzengerstein, aficionada a orgías y a infligir torturas a personas a las que primero seduce, se enamora de su primo el Barón Wilhelm, pero este último no le corresponde como ella desea. Llevada por el deseo de venganza, un ayudante de la condesa prende fuego al hogar del barón, y este fallece. Al poco tiempo, un caballo salvaje aparece en los dominios de la condesa, y sólo apacigua su temperamento en presencia de Frederica.
TOBY DAMMIT
Toby Dammit, un prestigioso actor inglés, acude a Roma con la intención de formar parte del primer “western católico” de la historia del cine. La TV italiana aprovecha para entrevistarle en directo durante una entrega de premios a personajes destacados del espectáculo, durante la cual el actor se muestra extravagante y decadente.
Al finalizar la retransmisión, los productores del western entregan a Toby un flamante Ferrari dorado que le permitirá liberar toda la rabia contenida.
En un momento de “Toby Dammit”, el protagonista, tras emprender una alocada carrera con un Ferrari dorado por las calles de Roma y alrededores, se topa con unos trabajadores que manipulan una farola en plena noche. La farola tiene forma de ovni, y Fellini la filma como si de uno de estos objetos voladores no identificados descendiendo a la tierra se tratara.
Ésta es una de las innumerables sorpresas visuales que guarda esta sorprendente y inventiva adaptación de un relato poco conocido de Edgar Allan Poe, “Nunca apuestes tú cabeza con el diablo”.
En una época en la que la televisión se había convertido en mortal enemigo del cine, Fellini convirtió al personaje de Poe en un actor obligado por las circunstancias a dar la cara en una sociedad brutalmente mediocrizada.
Al igual que largometrajes como “Satyricon” o “Casanova”, este mediometraje pertenece al género “Fellini”, y por lo tanto muestra una esquiva adscripción a un género concreto, pese a que su puesta en escena y atmosfera sean decididamente surreales y fantásticas. Veamos.
Toby Dammit viaja en un avión que desciende sobre Roma. Aún antes de presentarnos al personaje, Fellini nos ha mostrado una caótica y abarrotada ciudad cuyas imágenes presentan manipulaciones visuales de todo tipo. Posteriormente, los planos que describen el carácter globalizador de esa sociedad, que muestran en extraña convivencia a monjas, punks, árabes, etc. no hacen más que ahondar en lo asfixiante y caótico de ese mundo. Finalmente, el protagonista es presentado, y Fellini deja claro desde el primer plano dedicado al personaje que destino aguarda al mismo: Toby Dammit es encuadrado junto a una corona fúnebre. El posterior encuentro del personaje con una adivina gitana que se niega a leer el destino oscuro que percibe en la mano de Toby dejará el futuro del personaje aún más claro para el espectador.
La «desmarcación mental» del personaje del entorno por el que debe desfilar es expresada por Fellini con ayuda del sonido o de su ausencia; ej: en una secuencia unos periodistas se abalanzan sobre Toby para acribillarle a preguntas sobre su nueva película: este es filmado con un primer plano que lo aísla físicamente de aquellos; en este mismo plano el sonido ambiente desaparece por completo, con lo que el director italiano aumenta el grado de introspección del momento, que Toby reafirma al efectuar una extraña gestualidad que lo aleja irremisiblemente del contexto real en el que se encuentra. Fellini realiza un contraplano de los periodistas y el ruidoso ambiente sonoro que rodea al personaje hace nuevamente acto de presencia con toda la agresividad posible.
Algunos de los zooms que utiliza Fellini le sirven al realizador para realzar la violencia del mundo que retrata. En particular destacaría el zoom que tiene lugar durante el atasco de tráfico al inicio de la película: dos hombres se enfrentan entrechocando sus frentes al mismo tiempo que el encuadre se cierra rápidamente sobre ellos aumentando la agresividad del momento.
La repetición de una frase expresa con contundencia la absoluta falta de humanidad y rasgos diferenciadores de esa sociedad. Durante la entrega de premios a celebridades, entre las que se incluye el propio Toby, estas se limitan a contestar: «- Estoy muda de emoción. Todo lo que puedo decir es…gracias». Toby, en cambio, recita un oscuro fragmento de Poe…
Los rostros que muestra el director italiano son cadavéricos y espectrales, en consonancia con la ciudad que los acoge, que es retratada como un cuerpo en descomposición, y sus habitantes, como partes de ese organismo. Las intenciones de Fellini son contundentes y no pueden estar más claras, siendo respaldada su labor de forma magistral por la fotografía de Giuseppe Rotunno y la música de Nino Rota.
El viaje al fin de la noche que emprende Dammit con su Ferrari, durante los 10 últimos minutos de película, es, por meritos propios, uno de lo grandes momentos del fantástico de los años 60.
Por su parte, “William Wilson” se limita a ser una descafeinada adaptación del cuento de Poe del mismo título, y demuestra que Louis Malle no era muy adecuado para recrear una atmósfera opresiva y obsesiva como la que requería la historia. En definitiva, una adaptación pulcra y muy poco creativa, que acumula un reparto robótico y para nada adecuado encabezado por Alain Delon y Brigitte Bardot.
Como hemos invertido para esta crítica el orden de aparición de las tres historias en la película, acabaremos por la primera de ellas, y también la peor. Si la adaptación de Malle ya era difícil de soportar, lo perpetrado por Vadim puede considerarse un verdadero bodrio, que por suerte ha caído en el pozo del olvido cinéfilo. Encabezado el reparto por los insoportables hermanos Fonda, Jane y Peter; y dominado el mediometraje por una estética absolutamente caducada, y un inocentón toque erótico, que dista mucho del perverso mundo de Poe, ¿qué se podía esperar de uno de los peores directores que uno recuerda, el de “Barbarella” y otras tonterías?
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