Inseparables (1988)

Los gemelos Mantle, Beverly y Elliot, son dos reputados ginecólogos que encuentran en la paciente Claire Niveau, famosa actriz, un desafío profesional: tiene tres entradas para un solo útero, lo que le imposibilita quedarse embarazada. Los dos hermanos se acostarán con la mujer con el desconocimiento por parte de la misma de la existencia de dos Mantle “iguales”. Mientras que Beverly entabla una sensible relación afectiva con la mujer, Elliot, más dado a relacionarse con las mujeres de forma distante y fría, revela progresivamente las diferencias existentes entre ambos, hasta el punto de que Claire descubrirá su “juego” y inducirá a los hermanos una grave crisis existencial.
Dos niños gemelos salen de su casa y mientras pasean mantienen una intelectual conversación sobre la reproducción sexual humana y la razón de ser de ésta; al llegar a una casa vecina, ambos se acercan a una niña de una edad similar, y le preguntan si quiere mantener relaciones sexuales con ellos con fines puramente experimentales: la primera secuencia de “Inseparables” no deja lugar a dudas, el sexo va a desempeñar un papel fundamental en la película. Además, la secuencia define el carácter precoz de los hermanos y su interés por la medicina y el funcionamiento del cuerpo humano, pero en mi opinión pone la llaga en algo aún más importante para alcanzar el objetivo del director: el sexo humano necesita del contacto físico entre las personas, algo que, como los jóvenes hermanos remarcan en su diálogo, no necesitan los peces gracias a su medio acuático, y esa necesidad, la del contacto humano, será la causa principal que provocará la tragedia narrada en la película de Cronenberg. Un contacto que será aún más complicado debido a que los dos hermanos parecen sentir cosas muy similares aunque no posean el mismo cuerpo, sugiriendo este factor que en realidad son dos cuerpos distintos que comparten una misma alma.
Cronenberg extenderá la referencia a la reproducción de los peces gracias al tratamiento fotográfico asociado al piso en el que ambos viven: una textura azulada, que el director consideraba que revestía a ese espacio de una cualidad “acuática”. Los hermanos Mantle son también, a su modo, ajenos a los comportamientos convencionalmente asociados a los seres humanos.
Muy avanzado el metraje, Elliot, el hermano con un carácter más decidido de los dos, recibe la visita de dos gemelas prostitutas, “regalo” de alguna convención a la que éste asiste; en esa situación, Cronenberg desdobla a Elliot mediante un espejo que hay en la habitación de hotel que ocupa, aunque la imagen más bien corporeiza a su hermano Beverly, ausente en la situación: el encuadre muestra dos duplicados: uno de hombre y otro de mujer (las gemelas prostitutas). Esa presencia y/o pensamiento simultáneos de los Mantle ya eran sugeridos por Cronenberg en la citada primera secuencia de la película: uno de los hermanos preguntaba al otro al acercarse a la niña: ¿Estás pensando lo mismo que yo?, a lo que el otro simplemente respondía afirmativamente. El encuadre alude a la relatividad de esa ausencia: físicamente Beverly puede no estar presente, pero la conexión entre los hermanos es tan fuerte y intima que es como si compartieran, sin excepción, todas sus vivencias, algo de lo que es plenamente consciente Elliot, que pide que una de las chicas le llame por su nombre, y la otra le llame Beverly, para poder, de ese modo, diferenciarlas, aunque en realidad la petición obedezca a una necesidad de hacer participe, de algún modo, a su hermano.
El drama de ambos personajes, Beverly y Elliot Mantle, tiene su origen, precisamente, en esa alma única que tienen, dividida entre los dos: aunque son prácticamente iguales físicamente, los dos tienen ciertas carencias que se verían equilibradas dentro de un mismo cuerpo; ej.: Beverly es un poco demasiado sensible, y por el contrario Elliot es demasiado frío en su forma de encarar las relaciones.
“Inseparables” se desarrolla de forma casi integra en interiores; en muy pocas secuencias la película muestra calles, plazas o espacios públicos al aire libre.
Este procedimiento, junto a los pocos personajes realmente importantes (los hermanos; Claire Niveau, que mantiene una relación emocional con Beverly; y Cary, que en ocasiones íntima con Elliot) convierten el film en un drama esencialmente intimista y opresivo.
Jeremy Irons, en su doble papel de Elliot y Beverly Mantle, demuestra lo buen actor que llegó a ser unos años atrás, antes de caer en la tentación de aparecer en películas como “Dragones y Mazmorras” o “Eragon”, algo que, sin duda alguna, es también una muestra del talento de Cronenberg para la elección y la dirección de actores. La gestualidad y sensibilidad de ambos hermanos queda claramente matizada por la labor de Irons, algo que brilla con más fuerza en los visualmente complejos planos en los que ambos hermanos aparecen simultáneamente en pantalla.
Durante sus primeros 40 minutos “Inseparables” plantea un drama convencional: la relación amorosa entre Beverly y Claire Niveau, aunque los hermanos se intercambien ocasionalmente, sin el conocimiento de la mujer, siendo la relación “a tres bandas”.
La progresiva sospecha de Claire de que Beverly parece tener una ligera esquizofrenia en su comportamiento derivará en el descubrimiento por parte de ésta de la existencia de un hermano de aquel, Elliot, y de que en consecuencia se ha estado acostando con ambos.
A partir de este momento, la película entra de pleno en otra de las obsesiones habituales en Cronenberg: las adicciones: “Videodrome”, “The Fly”, “Crash”, “Existenz”, “The Naked Lunch”, “M. Butterfly”, entre otras, indagan de forma muy peculiar en las adicciones de sus personajes: a la realidad virtual, al clímax sexual logrado con la colisión de coches, a las drogas de todo tipo, al afecto emocional ofrecido por otra persona, etc.
En la película que nos ocupa, Beverly, el más frágil de los hermanos, recurrirá para combatir sus carencias a medicamentos de todo tipo, adquiriendo progresivamente el personaje una verdadera dependencia de los mismos. Su frustración acabará calando en su hermano, haciendo derivar el drama hacia la pura tragedia.
La narrativa de Cronenberg se hace especialmente densa debido, en parte, a la creación de secuencias de breve duración, que mantienen, pese a todo, el ritmo narrativo pausado del film; por otro lado, el director empieza muchas secuencias con la acción de alguno de los personajes ya empezada, con lo que la sensación de que los acontecimientos se solapan, o se pisan los unos a los otros, va en aumento, haciendo más patética la existencia de los personajes.
Ciertos cortes de montaje también perfilan el comportamiento de los personajes; ej: Beverly jugando con un aparato médico creado por él y su hermano, y haciendo un gesto brusco al final de la secuencia que encuentra su continuación «lógica» al inicio de la siguiente, en la que el personaje introduce el susodicho aparato en la vagina de una de sus pacientes, causándole dolor: en la secuencia que sigue a estas, Elliot increpa a Beverly en relación a su actitud profesional haciendo hincapié en que la mencionada herramienta no está diseñada para tratar a los pacientes: es una herramienta para mujeres “mutantes”, creada en un momento de debilidad mental por Beverly, en alusión a Claire, que tiene una trifurcación de útero, razón por la que jamás podrá tener hijos. Los hermanos tienen un gran prestigio profesional, adquirido gracias a sus logros en el tratamiento de la fertilidad femenina, y a Beverly, el no poder ayudar precisamente a la mujer que ama le ocasiona una gran, y lógica, frustración.
Otro de los mejores momentos del film tiene lugar prácticamente al final del mismo, cuando los hermanos llegan a la conclusión de que lo mejor para ellos es autodestruirse: después de una brutal acción que Cronenberg sólo sugiere, Beverly despierta tumbado en una de sus camillas y mira a otra camilla adyacente sobre la que yace (el espectador lo percibe difusamente debido al desenfoque del segundo término de la imagen) lo que parece un cuerpo abierto en canal: el cuerpo sin vida de Elliot.
El uso de los dos términos de enfoque de la óptica (en primer término Beverly; en segundo, el cuerpo sin vida) ofrece una imagen brutal: la progresiva regresión al estado infantil de los dos hermanos alcanza su punto culminante en ésta secuencia, con Beverly lloroso y auto convenciéndose de que todo lo ocurrido no ha sido más que una pesadilla; instantes antes los hermanos han comido helado y pastel, al modo de últimos deseos (infantiles) de su existencia.
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