La casa de los Horrores (1981)
Un grupo de jóvenes acuden a la feria ambulante que acaba de llegar a su pueblo. Todo irá bien, hasta que decidan pasar la noche en aquel lugar y descubran lo que verdaderamente allí se esconde.
Tobe Hopper, dejó muy alto el listón de su propia filmografía con su primer largometraje, creando un clásico del cine contemporáneo con la desagradable y polémica ‘La matanza de Texas’ (The Texas chainsaw masacre. 1974). Unos años después y tras el deficiente trabajo de ‘Trampa mortal’, acudiría de nuevo a contar una historia donde un grupo de adolescentes fueran los protagonistas.
En ‘La casa de los horrores’ (Funhouse), Hopper ambienta la historia en una de esas típicas ferias ambulantes que siempre despiertan una cierta desconfianza, en las que a parte de atracciones y espectáculos para adultos, se guarda un espacio indispensable a los seres y fenómenos capricho de la naturaleza. Una dirección que el director parece tomar a sabiendas que el tema en cuestión crea morbo y expectación, dando como resultado de algún modo, un pequeño homenaje al film realizado por Tod Browning en 1932 ‘La parada de los monstruos’ (Freaks).
El film abre haciendo pequeñas referencias cómicas a clásicos del cine de terror como ‘La noche de Halloween’ de John Carpenter o ‘Psicosis’ de Alfred Hitchock, y continúa elaborando una película que utiliza diferentes clichés y estereótipos del género, tanto en los personajes como en las diferentes situaciones que en ella se dan, que sirven para ir introduciéndonos poco a poco en la terrorífica historia. Una historia con un desarrollo algo lento en su primera parte, en la que intuimos lo que va a pasar, resultando algo predecible en determinados momentos, pero manteniendo una intriga que irá en aumento hasta el final.
Tobe Hopper, utiliza diferentes personajes de este cuento de terror para añadir suspense a la cinta, como son los variopintos habitantes de la feria. La extravagante vidente, la viejecita religiosa, el tipo disfrazado de Frankestein o los presentadores de las atracciones, a los cuales la protagonista parece verles algo misterioso, como queda reflejado por el director en unos primeros planos entre esos personajes.
El film, que guarda esa inquietante atmósfera y singular estética del cine de los ochenta, cuenta con un ambiente tétrico y misterioso, resultado de una adecuada puesta en escena y una cuidada e interesante trama, la cual es administrada por el director para que ésta sea entretenida, guardando la mayor tensión para el final, donde nos encontramos al personaje estandarte del film, uno aterrador freak, que se las verá con la protagonista. El film termina haciendo bueno uno de los títulos con el que se conoce el film, ‘ Pague para entrar, rece para salir’.
En definitiva, el film que Tobe Hopper dirigió en 1981, quizás resulte algo flojo para nuestros días, pero fue un trabajo bien realizado y una historia capaz de mantener toda la magia y sencillez de la época.
El momento: La secuencia en que los chicos observan a escondidas un asesinato.
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