La última casa a la izquierda (2009)

argumento

La familia Collingwood, integrada por John y Emma, y la hija adolescente de ambos, Mari, se traslada a una casa ubicada en el interior de un bosque. Mari coge el coche familiar y se reúne con su amiga Paige y, casualmente, también con un joven tímido y apocado llamado Justin, que les ofrece marihuana. Los tres acaban juntos en la casa en la que vive Justin. Por la noche, Krug, el padre de Justin, y sus compinches recién huidos de la justicia, aparecen en la casa y al descubrir a Mari y Paige deciden deshacerse de ellas con la finalidad de evitar que les delaten. El grupo mata brutalmente a Paige y viola y apalea a Mari. Horas más tarde, durante una tormenta, los criminales hallan refugio en la casa Collingwood. Los padres de Mari averiguan lo que sus huéspedes han hecho con su pequeña hija y deciden vengarse brutalmente.

La Ultima Casa a la Izquierda

critica

Creo que, en general, la mayor parte de aficionados al cine de terror sobrevaloran en exceso las aportaciones a este género que surgieron durante los años 70 y que, por desgracia, han tenido una excesiva continuidad en infinidad de películas hasta el día de hoy, impidiendo que la sorpresa y la renovación se abran paso, como es deseable periódicamente, en este tipo de cine. Lo mejor que puede decirse de cineastas como George A. Romero, Tobe Hooper, John Carpenter o Wes Craven es que cercenaron contundentemente las líneas anteriores del fantástico y aportaron con contundencia una visión propia del terror, muy apegada a la realidad de la época en los Estados Unidos: suciedad visual, descuido (aparente) del lenguaje visual, pocos medios técnicos y ecónomicos, una visión nihilista y desesperada de la vida y el comportamiento humanos, una indudable capacidad visionaria capaz de crear a unos personajes originales y inolvidables (Leatherface en “La Matanza de Texas”, unos zombies diferentes a los precedentes en “La Noche de los Muertos Vivientes”, etc.), en fin, todos ellos elementos que demostraban la independencia de ideas de estos directores con respecto a modelos anteriores sobreexplotados en el cine de terror.

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Pero no todo fueron aciertos, también se dejaron de lado las estructuras de guión que sustentaban a esas películas, frecuentemente simples, y a las que se pretendía emplear como endebles puntas de lanza, políticas y ideológicas, que expresaran el inconformismo social de los directores y, por extensión, de toda una generación de jóvenes inmersos en un contexto social verdaderamente complejo. Pues bien, si Romero o Hooper empezaron con buen pie en el terror cinematográfico, y luego cayeron en la vulgaridad y mediocridad con gran parte de sus propuestas posteriores (Las cuatro entregas posteriores de la saga de zombis o “Martín”, en el caso del primero; “La Matanza de Texas 2” o “Combustión Espontánea”, en el caso del segundo; aparte queda la, en conjunto, mucho más interesante obra de John Carpenter), he aquí que Wes Craven emprendió su carrera con una película profundamente endeble, “La Última Casa a la Izquierda” (primera versión de la película que nos ocupa), y prosiguió su trayectoria con penosas películas como “Las Colinas tienen Ojos 1 y 2”, “Swamp Thing” o “Shocker” (aunque también aportó un film interesante, la primera entrega de “Pesadilla en Elm Street”, y otro parcialmente logrado, “La Serpiente y el Arco Iris”).

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Que films como el debut de Craven adquieran el estatus de clásicos del cine no deja de ser realmente triste cuando la misma década alumbró joyas del fantástico como “Picnic en Hanging Rock” o “La Última Ola”, del australiano Peter Weir, o la excelente y perturbadora película checa Valerie y Su Semana de las Maravillas”, dirigida por Jaromil Jires, entre otras también muy destacables y que la mayor parte de nuevos aficionados desconocen o ignoran a concienia. Pero en fin, así son la cosas.

Como la cansina fiebre de los remakes acude con premura a estos films de terror americanos de lo 70, el film de Craven suma su nueva versión a las recientes de “La Matanza de Texas”, “Halloween”, “Viernes 13” o “Las Colinas Tienen Ojos” (de las que sólo me parece destacable, y claramente superior al original, el film de Alexandre Aja), y es justo reconocer que, por lo menos en este caso, ambas versiones tienen una calidad (o ausencia de la misma) similar.

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Si los primeros minutos de película muestran una apreciable vocación narrativa gracias a la labor del director griego Dennis Iliadis, y algún que otro apunte sugerente; ej.: la presentación del malvado Krug (una sorprendente transformación física del actor que interpretaba al apocado ayudante de Tommy Lee Jones en “No es País para Viejos”), en la primera secuencia de la película, con su figura oculta en la penumbra en el interior del coche policial en el que está detenido, algo que insinúa visualmente que una malvada acción del personaje está a punto de acontecer: al poco sus camaradas estrellan un vehículo contra el coche policial y asesinan a los dos policías que escoltan a Krug; o el detalle visual que relaciona al joven Justin (Spencer Tret Clark) con el violento grupo visto en la mencionada secuencia, y que consiste en las manchas de sangre que muestran los dólares con los que va a pagar a Paige (la dependiente de una tienda) cuando esta última está charlando con su amiga Mari (Sara Paxton). Dennis Iliadis ha tenido el detalle de mostrar como esos mismos billetes eran sustraídos de la billetera de uno de los policías por el propio Krug, al tiempo que se manchaban de sangre debido a las heridas del agente de la ley. El dinero manchado sella, de algún modo, el destino sangriento al que están destinadas ambas chicas.

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Detalles, en resumidas cuentas, que demuestran una coherencia narrativa y que crean un cierto suspense y expectativas que, hay que decirlo ya, no tardan en desaparecer. Una vez Krug y sus compinches aparecen en la vivienda en la que Justin (que al poco sabremos es el hijo de Krug) se encuentra con Paige y Mari fumando porros y pasándoselo bien, la película prácticamente mimetiza (con muy ligeros cambios) el original de Craven. Llegados a este punto, que versión prefiera cada espectador es cuestión de afinidades electivas de cada uno: La película de Craven es más feísta fotográficamente, y más tosca en su lenguaje visual; la película de Iliadis, por descontado, y a juego con los actuales remakes mencionados, es más elegante, más controlada formalmente, y tiene una fotografía más estilizada y trabajada, pero también más convencional.

La labor de los actores es más que correcta, destacando el mencionado actor que interpreta a Krug, y los interpretes que encarnan al matrimonio Collingwood, Tony Goldwin y Monica Potter.

La definición de los personajes es tan frágil como en el original ymomentos cruciales del drama, como el que muestra a la pareja Collingwood transformándose, por arte de magia, en dos consumados carniceros, no resultan en absoluto dramáticamente creíbles, por mucho que los fans del original siempre hayan querido ver el citado giro de guión revestido de un perverso humor negro.

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Otros aspectos teóricamente perversos, como el orgullo que supone para los padres de Mari que su hija sea una campeona de natación (yes un detalle empleado, desde luego, con toda la mala leche que se pueda imaginar, pues está en directa relación con las intenciones de los creadores de ambos films de enfrentar a los miembros de una familia modelo, formada por triunfadores con estatus social, con una familia completamente desestructurada y integrada por perdedores: Krug está rodeado por su hijo Justin, su hermano y su actual novia, que sustituye a la madre muerta de su retoño), sin estar empleados con especial sutilidad, si que proporcionan algún buen momento al film, como el que escenifica el intento de huida protagonizado por Mari, que aprovecha sus habilidades acuáticas para alejarse de sus captores, nadando velozmente en un lago mientras Krug afina la puntería y dispara a su objetivo cada vez más certeramente. La secuencia, además, tiene un buen y tenso plano que visualiza en una única toma la huída de la chica desde que empieza a correr en el interior del bosque hasta que se sumerge en el agua.

En fin, un film que quizá logre convencer a los fans del original, a los fanáticos del género, o a los adolescentes de hoy que se sienten atraídos por un género demasiado domesticado y pre-fabricado y que no tienen ningún interés por descubrir las verdaderas joyas que dan lustre y dignidad al mismo. Eso sí, la película hace alarde de momentos violentos y sangrientos, aunque uno tiene verdaderas dudas acerca de que es más inquietante a estas alturas, ¿La violencia directa que muestran las películas citadas en esta crítica, o los planos de violencia sugerida de, por ejemplo, un director como Michael Haneke? Yo lo tengo bastante claro.

trailer

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