Los pajáros (1963)

Mitch Brenner y Melanie Daniels se conocen en una pajarería. Mientras el primero intenta comprar pájaros como regalo de cumpleaños para su hermana pequeña, Melanie se hace pasar, falsamente, por una vendedora de la tienda. Melanie, interesada en Mitch, sorprenderá al hombre al dirigirse por sorpresa a Bodega Bay, donde este vive con su madre y su hermana, con una pareja de simpáticos pájaros como regalo. El encuentro de la pareja coincidirá con el inesperado ataque de una gaviota a Melanie, avanzadilla de una serie de ataques de diversas especies de pájaros contra los habitantes de la bahía.
Ahora que, quizá, algunos pensarán que una película como “The Happening” resulta original en su planteamiento dramático, que trata de relacionar mediante sugerencias de todo tipo una relación afectuosa titubeante con una catástrofe natural, es bueno sacar a colación un título como “Los Pájaros”, que tanta influencia ha ejercido desde su estreno en el fantástico posterior. Extraordinarios films como “La Última Ola” (The Last Wave, 1977), de Peter Weir, o interesantes films como “Señales” (Signs, 2002), otra película de Shyamalan, se adentran en un horror cósmico similar al descrito en el film de Hitchcock.
Al director británico siempre le obsesionó la reacción que un ser humano podía tener ante situaciones especialmente complicadas, y de hecho, tanto la amenaza como la respuesta a la misma pasaban por la agresión y la violencia. Su estudio en este campo fue constante, así como en muchos otros temas que trabajaba una y otra vez.
Su carrera cinematográfica fue extraordinaria, y se prolongó desde la época muda, con films como “The Lodger”, hasta los años posteriores a las novedades aportadas al lenguaje cinematográfico por los directores de la Nouvelle Vague (con Godard a la cabeza, por supuesto) o otras cinematografías europeas poderosas, con películas como “Frenzy” o “Family Plot”.
“Los Pájaros” se encuentra inmersa en una etapa de oro en la carrera del cineasta, la que va desde “La Ventana Indiscreta” (Rear Window, 1954) hasta “La Trama” (Family Plot, 1976), y que comprende nada menos que 14 títulos extraordinarios.
En la película aquí tratada, Hitchcock relaciona de forma muy sutil y original, la relación entre Mitch Brenner (Rod Taylor) y Melanie Daniels (Tippi Hedren), por un lado; en el centro, la posesiva y celosa madre de Mitch, Lidia Brenner (Jessica Tandy); y por otro lado, los pájaros y sus ataques. Es importante tener claro el papel que la madre desempeña en la estructura narrativa, ya que una de las posibles lecturas del film tiene que ver con la angustiosa visión (psicológica) que de la relación de la pareja tiene la madre, y su repercusión (física, material) en forma de inesperados ataques perpetrados por los citados animales.
Por supuesto, no es esta la única lectura que permite la obra, siendo la lectura puramente sobrenatural y cósmica, la terrorífica sin más, otra de las posibles percepciones de la misma. Lo más apropiado es no desdeñar ninguna de las lecturas, ya que la visión de Hitchcok del lenguaje cinematográfico es de las más ricas que ha dado la historia del cine.
Destacar momentos en la película es tarea fácil y al mismo tiempo difícil: fácil, por que los hay en abundancia; difícil, por que su misma abundancia permitiría escribir un libro.
Siendo selectivos, podemos destacar una de las secuencias más extraordinarias de la película, una verdadera clase de montaje, de composición visual, un ejemplo de la función del sonido y/o la música, y también de la ausencia de ambos; ej.: Lydia Brenner se dirige a la casa del granjero que le ha vendido un pienso especial para pájaros, y que ella piensa puede ser la causa del extraño comportamiento de estos animales. Hitchcock, gran especialista en generar expectativas y tensión en el espectador, trabaja un tempo lento en la secuencia: Lydia entra en la casa del granjero, nadie contesta a sus llamadas; la mujer mira a su alrededor en la cocina encontrándose varias tazas hechas trizas pero con el asa aún colgando de su espacio de reposo habitual, etc. Luego se dirige a una habitación, en principio no parece haber nadie, pero varios detalles atestiguan que algo ha ocurrido: al poco Lydia descubre al granjero muerto en el suelo; Hitchcock rompe el tempo de la secuencia y lo acelera gracias a una serie de planos rápidos con una marcada progresión en la escala de los planos, encaminada a generar un impacto visual en el espectador: la cadena de planos empieza con un plano general del granjero situado en el suelo de la habitación, y termina en un primer (y explícito) plano de la cara del granjero, con las cuencas de los ojos vacías y ensangrentadas.
Tres planos que ilustran la llegada de Lydia a la granja y su terrible descubrimiento.
Hitchcock expresa a la perfección la idea del horror puro, el que lejos de provocar el grito, lo silencia: un verdadero nudo en el estómago. La mujer coge el coche y regresa a su casa, y Hitchcock filma el momento de forma sencilla pero genial: en el trayecto de ida a la casa del granjero, más pacífico y relajado, el coche va a menor velocidad y no levanta polvo de la carretera; la huida de Lydia del lugar, impulsiva y nerviosa, es veloz, y abundante polvo asciende al paso del vehículo por la carretera.
Finalmente, la mujer llega a su casa, y delante de unos asombrados Mitch y Melanie llora desconsoladamente.
En definitiva, una de las obras maestras de un maestro del cine. Sin duda, el director más imitado de la historia del cine, aquí logrando una de las películas ineludibles del fantástico.
Cuando Lydia se dirige a la casa del granjero, el coche se desplaza a poca velocidad y no levanta polvo.
Lydia emprende una huida apresurada del lugar en el que han tenido lugar macabros acontecimientos: el coche levanta abundante polvo a su paso.
[youtube]UGXGxYPPrHA[/youtube]