Los Últimos Días (2013)

SINOPSIS

Año 2013. Una misteriosa enfermedad se extiende por todo el planeta. La humanidad desarrolla un pánico irracional a salir al exterior que provoca la muerte de manera fulminante. Pronto, toda la población mundial se queda encerrada en los edificios. Mientras la civilización se desmorona, Marc emprende una odisea en busca de Julia, su novia desaparecida, sin poder salir a la calle.

 

 

 

CRÍTICA

“Los últimos días” (David y Alex Pastor, 2013) tiene una idea central muy interesante al igual que sus imágenes apocalípticas. Todo sucede en la actualidad, cuando se extiende por todo el planeta una misteriosa enfermedad que provoca una agorafobia extrema llamada Pánico. Un pánico irracional a salir al exterior que provoca la muerte de forma fulminante a quien lo intenta. Ni los vehículos son refugio. Sólo permanecer dentro de los edificios, las estaciones, el metro y sus túneles o las cloacas. La Barcelona de la película es una Barcelona invertida, donde las avenidas están desiertas y los interiores están abarrotados de supervivientes, donde los animales (del zoo de Barcelona y de la naturaleza) campan por las calles y los hombres intentan cazarlos como pueden (las palomas son fuente de alimento y hay muchas en la Ciudad Condal), donde los túneles de metro se han convertido en avenidas y las estaciones en campos de refugiados.

En una Barcelona apocalíptica, sumida en el completo caos, Marc (Quim Gutiérrez) es un joven informático que lleva meses viviendo en el edificio de oficinas en el que trabajaba. Cuando, junto a sus compañeros de trabajo, logra hacer un túnel que les da acceso a la red de metro, decide ir en busca de Julia (Marta Etura), su novia de la que no sabe nada.

Cuando Marc se da cuenta de que Enrique (José Coronado), el que fuera el despiadado jefe de recursos humanos de su empresa, se ha hecho con el GPS de uno de los coches del parking del edificio, decide presionarle para unir fuerzas. Y aunque en principio surgen diferencias entre ambos, y una cierta tensión por sus divergencias de intereses, entre los dos irá surgiendo una amistad progresivamente más profunda.

El film construye una fábula que comienza en tonos grisáceos, deprimentes, inspirados en futuros asfixiantes como, por ejemplo, el desplegado en “Brazil” o “Hijos de los hombres” (la utilización que hacen los directores de la estación del metro y cómo su diseño acristalado, en tonos metálicos, refleja una visión crítica del presente), y cuyos encuadres van adquiriendo, poco a poco, cada vez más calidez hasta la explosión de colores que despliegan sus compases finales. Esto es, los Pastor plantean un tránsito bastante calculado desde la desesperación inicial, reflejada en la actitud inicialmente arisca y desconfiada de su protagonista Marc, hacia una cierta confianza en la recuperación, en la posibilidad de arreglar las cosas, que supone la amistad que surge con Enrique.

Los hermanos Pastor nos ofrecen una cinta que retrata un retorno al primitivismo y denuncia como la sociedad se ha encerrado en una jungla de cristal olvidando su conexión con la naturaleza. Muy en sintonía con la época de crisis económico y moral que nos está tocando vivir, la historia nos muestra como Enrique es despiadado con los trabajadores de la empresa despidiendo sin pestañear o como Marc está tan sumido en su trabajo que le ocupa casi todo el día y no le da tiempo en pensar en tener hijos con su novia. Es como si viviéramos en la oficina, en el trabajo, fuera de casa, fuera de nuestras vidas personales, desconectados del mundo que nos rodea, de la naturaleza que nos envuelve… La idea llegó mientras montaban su interesante opera prima “Carriers (Infectados)” en la zona sur de Manhattan y tuvieron la sensación de que cada edificio era una isla, aislada del resto del archipiélago urbano, y la gente en su interior, náufragos.

Pero, y ahora es cuando llegan los peros, este thriller de aventuras no especialmente oscuro ni de terror (tampoco “Carriers” era un film de zombies como se quiso vender en el trailer) parece quedarse a medio camino de todo, de ser sus directores excesivamente cerebrales, demasiados mecánicos… A parte de eso, tenemos a Quim Gutiérrez que al lado de Etura y Coronado no encaja, es decir, no está a la altura y algunos de sus diálogos son mecánicos, no encajan o simplemente te sacan de la película. No es lo único, también hay problemas con la veracidad de la historia. La secuencia del oso está mal dirigida y no es veraz. No se entiende que puedan fallar en esto. Lo que cuentan en muchos momentos no consigue ser creíble. Esta muy bien que muestren el instinto cazador que el ser humano lleva dentro y sus sentimientos, sus emociones, más primarios, como en la secuencia del centro comercial (por cierto, espectacular ambientación de caos de Gran Vía 2). Pero no es creíble. Quizá sea por la frialdad del planteamiento narrativo de los directores que, puede que de forma inconsciente, plantean un desarrollo en exceso mecánico de la acción, demasiado planificado. Me repito en ello pero hay que tenerlo en cuenta.

Muchos más eficaces resultan las secuencias menos emotivas, especialmente todas aquéllas que giran en torno a las imágenes de una Barcelona post-apocalíptica, visión inédita para nuestro cine de la Ciudad Condal que añade una dimensión pesadillesca a lo narrado. 

los ultimos dias
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Título original: The Last Days
País: España
Año: 2013
Duración: 100 min.
Productora: Morena Films, Rebelión Terrestre, Antena 3 Films, Les Films du Lendemain
Director: Alex Pastor, David Pastor
Guión: Alex Pastor, David Pastor
Reparto: Quim Gutiérrez, José Coronado, Leticia Dolera, Marta Etura, Mikel Iglesias, Ivan Massagué, Jose Mellinas, Pere Brasó, Albert Prat, Momo Ballesteros. 

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Oscar Aguilera

Estudios de Dirección Cinematográfica y de producción audiovisual. Escritor colaborador en un diario comarcal, director de una revista juvenil local y colaborador en publicaciones varias.

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