Mr. Nobody (2009)
Un hombre lleva una vida normal junto a su mujer y sus 3 hijos. Un dia, da un salto en el tiempo y como por arte de magia se convierte en el hombre mas viejo del mundo en el año 2092. En un futuro donde nadie muere, se ha convertido en el único mortal. Ahora sólo quiere averiguar qué ha pasado y recuperar su vida cotidiana junto a su mujer y sus hijos.
Un niño desea comerse dos apetitosos pasteles de diferentes sabores,pero solo tiene una moneda: hay que escoger; el mismo niño pasa por delante de un banco, ocupado por tres niñas, que se lo comen con la mirada, y devuelve diligentemente el saludo que, sucesivamente, le brinda cada una de las pequeñas. Las tres le gustan: de nuevo, hay que escoger.
Estos dos momentos, que tienen lugar, sucesivamente y en el mismo orden, a los pocos minutos de iniciado el metraje de “Mr. Nobody”, resumen de forma sencilla y directa el dilema principal que plantea la nueva película del director belga Jaco van Dormael. En la vida hay que escoger. Cada elección lleva implícita una renuncia, y la mayor parte de veces, renunciar a algo no es nada agradable, y en cambio puede ser bastante triste.
El niño del que hablábamos es Nemo Nobody, y llegado al final de su vida, muchos años después, concretamente el año 2.092, con nada menos que 118 años a sus espaldas, el último ser humano mortal que existe, pues la humanidad ha conseguido evitar la muerte por causas naturales.
Con una polarización del relato que abarca desde la más tierna infancia de Nemo Nobody hasta el final de sus días, en el año 2.092, y recorriendo los acontecimientos más importantes que tienen lugar a lo largo de su vida, comprendidos entre esos dos momentos clave, la película se convierte voluntariamente en una heredera, imitadora, sucesora o relevo (lo que cada uno prefiera), de películas como “Big Fish, 2003” , de Tim Burton, “El Show de Truman, 1998”, de Peter Weir, “Forrest Gump, 1994”, de Robert Zemeckis, “El Curioso Caso de Benjamín Button, 2008”, de David Fincher, “El Mundo según Garp, 1982”, de George Roy Hill, o otros films similares, y el problema principal del film de Van Dormael es que apenas alcanza los mejores momentos de las películas mencionadas (entre ellas las hay buenas y no tan buenas), heredando algunos de los peores tics de estas, pero sobre todo, de una película especialmente irritante, “Amélie, 2001”, de Jean-Pierre Jeunet: el director de “Mr. Nobody” parece tener el objetivo de que cada uno de sus planos sea original, cada una de sus ocurrencias, inteligente, y cada decorado, más espectacular y llamativo que el anterior, convirtiendo su film en un catálogo de imágenes bonitas (postales, para entendernos), pese a todo más sobrias que las de su colega francés, unidas por una narrativa bastante más convencional y, lo que es peor, blanda que, sin duda, lograrán su verdadero objetivo: llenar las arcas de sus creadores, y satisfacer las ansias de algunos espectadores de ver historias desesperadamente tiernas con algún que otro momento amargo que ofrezca un mínimo de contrapunto dramático.
Los actores están excelentes; los decorados, fotografía, maquillaje, y demás elementos técnicos, son intachables; su duración, acorde con los tiempos que corren:140 minutos. Pero la película es mucho más superficial y artificiosa de lo que sus creadores se proponen; su historia, más vista que el tebeo, y contada con un ritmo sin especiales altibajos pero también sin verdadera inventiva. La historia tiende, por encima de todo, a lo narrativamente peculiar, y algunos creerán que con eso basta para hacer una buena película, pero lo cierto es que se necesita algo más: un talento que sea capaz de dotar a los elementos peculiares que salpican la historia de una mayor coherencia y pertinencia narrativa, dejando de lado la aleatoriedad.
Tampoco basta con seleccionar cantidades ingentes de canciones populares y acoplarlas a diversos momentos del film con la seguridad de que, con esa jugada, el espectador se sentirá profundamente identificado con los personajes y lo narrado: cine tramposo. Tim Burton, Peter Weir y David Fincher lo hicieron mejor.
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