My Soul to Take (2010)
La trama sigue el regreso de un asesino en serie, 15 años después de su supuesta muerte, para despertar el terror en el pueblo de Riverton, donde corre la leyenda de que el asesino juró que volvería para matar a los siete niños que nacieron el día de su muerte. Ahora, 16 años después, la gente está desapareciendo de nuevo en el lugar. Lo que hace revivir aquella historia. ¿Podría ser que el psicópata se halla reencarnado en uno de los siete niños? ¿O éste sobrevivió la noche en que le dieron por muerto?
Solo uno de los chicos sabe la verdad…
‘Bug’ Adam Heller, supuso que su padre murió la sangrienta noche en que éste se volvió loco, e ignoraba los terroríficos crímenes que su padre había cometido, que daban sentido a las pesadillas que desde pequeño había sufrido. Pero si él quiere proteger a sus amigos del regreso del monstruo, antes tendrá que frente al demonio que no descansará, hasta que no termine el trabajo que comenzó el día que nació.
Un terrible asesino que parece muerto, pero jura venganza con su último aliento. Una maldición que cae sobre un pueblo perdido en Estados Unidos. Un grupo de jóvenes malditos, acechados por el asesino años después. Nadie les cree, pero van cayendo uno a uno… Sí, es el argumento de buena parte de las películas de terror del cineasta Wes Craven, un clásico del género, que le ha dado mejores y peores resultados en el pasado, pero que ahora, en pleno siglo XXI, comienza a cansar. Y más si piensas que Craven puede dar más de sí. Pero es que –lo voy a soltar rápido, para que resulte menos doloroso-, My Soul to Take es una película bochornosa, muy mala, que parece dirigida por algún novato o por alguien sin interés en el género fantástico. ¡Pero se trata de Wes Craven, que nos ha brindado maravillas como Las Colinas Tienen Ojos, Pesadilla en Elm Street o Scream! Y aquí sufre un traspié enorme.
Es indiferente si el argumento de un largometraje está trillado o mil veces visto, siempre que sepa encontrar caminos nuevos, ofrezca algo interesante o la propuesta sea entretenida, algo que no es poco. Divertirse con una película está infravalorado y pocos cineastas saben aprovecharse de ese recurso, que no siempre es fácil de alcanzar. Pero si diriges con el piloto automático, sin ganas y partiendo de un guión ridículo, donde los personajes son horribles y la forma de hilar la historia, patética, el público va a pasar de ti, amigo. Por eso Scream es un filme tan bueno y disfrutable, ya que se trata de un slasher típico, pero que introduce el lenguaje del cine de horror dentro de la historia, parodiando con cariño el género, con numerosas referencias y contando con un buen puñado de carismáticos personajes. Y gusta porque habla del cine de terror con el que hemos crecido, con el que nos sentimos identificados, pues nos reconocemos en esas leyes y en sus cánones. Mas con My Soul to Take, que se vendió como un nuevo proyecto personal del director de Shocker, ya que también firma el guión, no podemos más que sentir decepción ante lo que podía haber significado el gran regreso de un irregular cineasta al género que más conoce.
El comienzo pronto indica los derroteros por los cuales se va a mover el filme, a través de un montaje realmente confuso, que más que provocar tensión o malestar, lía al espectador, que no se entera de nada. Una tras otra, las escenas en las que el psicópata da el susto final, se repiten sin ton ni son, hasta que logra escapar. Tras esto, un salto 16 años después, conocemos a los verdaderos protagonistas de la función, el grupo de chavales que nacieron el mismo día que murió el villano, mientras celebran un rito por ello. Enseguida nos percatamos de que dichos personajes son unos estereotipos elevados a la enésima potencia, y que no nos interesan para nada. Desde este momento, los diálogos sin sentido se suceden, así como las ensoñaciones del protagonista, que no tienen ninguna fuerza y no se comprenden, una vez visto el final. Y mejor no hablar de los giros finales de guión, cogidos por la punta de los pelos.
Mención aparte merece el asesino de turno, cuyo diseño apenas resulta amenazante y al que no vemos casi hasta el final, cuando entabla un penoso enfrentamiento con el protagonista. Eso sí, no todo son desventajas: algunos asesinatos están muy logrados e impactan. Aunque también impactan los ridículos momentos en que algunos personajes imitan las voces de otros a la perfección… Increíble.
La fotografía, que en otras obras de Craven resulta interesante y ayuda a crear la atmósfera del conjunto, aquí parece inexistente, así como el presupuesto en algunos momentos de efectos especiales.
[youtube]i6bHjafZir0?fs=1[/youtube]