Re-Cut (2010)




Y es que la cinta parte de una premisa tremendamente prometedora a la par que original (es cierto que otros metrajes tratan temas semejantes, pero éste en concreto no): un asesinato sucedido en un pueblo de Wisconsin, más concretamente en Ledville, consistente en la muerte de unas gemelas de corta edad de nombre Sara y Mary Fowler. Los primeros minutos de la cinta (y los últimos, a modo de conclusión y explicación de los hechos sucedidos) giran en torno a la investigación de eso, investigación llevada a cabo por Adam Baumgard (un aspirante a reportero interpretado muy correctamente por Ross Kohn), su amigo David Stankowitz (al que da vida un torpe, tanto en el papel como en la interpretación, Austin Basis) y María, una conocida reportera a nivel local a la que interesa dicha historia (papel a cargo de una convincente Meredith Phillips).


Los tres viajarán al pueblo en cuestión, siempre guiados indirectamente por el sheriff Tate (Tim Dezarn, el mejor del filme a mi juicio) y con la inestimable y aparentemente amigable ayuda de Clint (Richard Trapp), al que conocen por casualidad en un bar y al que se unirá en una de las paradas del trayecto su amigo Shane (un sorprendentemente brillante Christopher Redman). El grupo emprenderá entonces el viaje a la granja en la que ocurrieron les hechos, descubriendo cosas que jamás hubieran deseado, y destapando de este modo el enrevesado telar que teje la realidad del asesinato.
Como apariciones secundarias destacaría la de Jeff Kober, que encarna al padre de las gemelas ahorcadas en la granja familiar, realizando una interpretación corta pero magnífica; además, las fugaces pero admirables apariciones de Ronald Hunter también dotan de más sentido y cohesión a la trama, que ya de por sí sola se mantiene estable y evoluciona incrementando la tensión y descubriéndonos detalles sumamente importantes para el desenlace de la misma.
Las mejores escenas son las que el asesino nos brinda cámara en mano, que provocan irremediablemente te estremezcas con sus cabras actuaciones (en especial el fragmento en el que se vale de una potente aspiradora para dejar sin algunos de sus bienes más preciados a una de sus víctimas); esto hay que añadirle un final elaborado y coherente con el resto de historia, y una calidad visual irreprochable. Las peores sean quizás las de ciertos acontecimientos, sobreactuadas en exceso.
Re-Cut es una muy buena alternativa al tan explotado terror de cámara en mano, tratándose en esta ocasión de una propuesta de bajo coste que no intenta alcanzar lo que no puede, sino que opta por un guión inteligente y a la postre sorprendente en lugar de intentos fallidos de terror (terror que sí consigue Fritz Manger en los numerosos juegos de cámaras que se van sucediendo durante la película, que encuentran su explicación en el intento de simular un documental real).
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