Scarce (2008)
Tres amigos que regresan a casa tras pasar unos días en la nieve, se ven obligados a coger un desvio por culpa de las fuertes nevadas, que están provocando el cierre de muchas carreteras principales. En uno de esos caminos, sufrirán un accidente en el cual uno de ellos resulta herido. Los otros doschicos, salen en busca de ayuda en una zona solitaria donde encontrarán una cabaña habitada por un cazador hermitaño, quien les prestará su ayuda. Al llegar al lugar del accidente su amigo ha desaparecido…
Jesse T. Cook y John Geddes, escriben, dirigen e interpretan, esta aceptable propuesta cinematográfica independiente de 2008 llamada «Scarce». Producción que se suma a una larga lista de historias similares, que siguen explotando los defectos y las virtudes de uno de los géneros más trillados de los últimos tiempos, como son los survivals de horror. Esas intensas y violentas cintas que acostumbran a poner a sus personajes en situaciones límite; cautiverios, juegos psicológicos, y que visualmente proponen interesantes torturas, violencia y mucha sangre.
La historia arranca de manera pausada, tal vez, alargándose demasiado en este aspecto, ya que la primera media hora, solo se ve animada por una de esas típicas fiestas que muestran una evidente realidad de los jóvenes; sexo, drogas y alcohol. Incluso, esa lentitud continua unos minutos más tarde, llevándonos prácticamente a manos de los villanos, donde comienza a despertarse el suspense y el interés por ver que sucede. Pero por suerte, al final todo llega, y a modo de acción, terror y sangre, poco a poco se va llenando la pantalla de imágenes más sugerentes.
A pesar de algunas incoherencias y despropósitos a lo largo de ésta última parte, el film se sostiene gracias a una atmósfera claustrofóbica y angustiante, que trasmite una de las mejores bazas del metraje, como es el paraje donde se desarrolla la trama, las montañas nevadas de Pensilvania, que mantienen a los jóvenes doblemente cautivos, reforzando la principal pesadilla en la que éstos se encuentran.
Las secuencias de violencia, tortura, canibalismo y demencia por parte de los captores, son acompañadas por un amplio repertorio de herramientas como escopetas, ganchos, cuchillos o cadenas, y muestran dos caras muy diferentes en el film, que personalmente distinguiría entre inquietantes y absurdas, ya que mientras unas te hacen sentir realmente incómodo, otras resultan un tanto irrisorias y a veces sin demasiado sentido. En la parte final nos aguarda unas duras imágenes y una sorpresa que termina por completar una aceptable pesadilla.
La imagen: La espalda de uno de los chicos que sufren las torturas, en la que se puede apreciar parte de la columna vertebral.
