Sector 7 (2011)
La historia está ambientada en 1985, donde Chae Hae-jun, la encargada de un equipo de submarinismo en una plataforma petrolífera (el Sector 7), trabajo donde murió su padre años atrás; al grupo de mineros, les dan la orden de abandonar definitivamente la exploración; todos parecen estar de acuerdo en volver a tierra firme, pero Chae, sigue creyendo en el nuevo amanecer coreano, por lo que convence a sus compañeros para estudiar una última vez la zona, lo que resulta ser catastróficamente condenatorio, ya que deberán enfrentarse a un enorme monstruo surgido de las profundidades, cuyos tentáculos están ansiosos de mancillar y trocear carne humana.




La primera película coreana (concretamente de Corea del Sur) rodada y presentada íntegramente en 3D ya está aquí, y elige como tema sobre el que pivotar la ilusión que tenía la nación coreana a lo largo de la década de los setenta de ser una importante poseedora del petróleo y gas natural mundial (algo que terminó quedándose en mera fantasía); el Sector 7 era un plataforma de extracción ubicada entre la coreana Isla Jeju y la Isla Kyushu, en el archipiélago de Japón, que en la actualidad es un lugar crepuscular como lo fue el Oeste en las mejores películas protagonizadas por Clint Eastwood, y en absoluto sugerente de petróleo en el fondo marino situado debajo de éste (en la época citada sí se creía, hecho que generó numerosos rifirrafes diplomáticos entre Corea y Japón.

Pues bien, ésta introducción me ha parecido oportuna al comprobar que Kim Ji-hoon introduce ciertos elementos solamente entendibles si uno tiene conocimiento del pasado que envolvió al lugar, que precisamente es el título de la cinta, el Sector 7; a pesar del innovador planteamiento, una vez se pone en práctica la idea apenas se desvía de producciones anteriores de semejante índole, tales como The Host (mucho superior a la película que nos ocupa en todos los sentidos) e incluso la mítica Alien (obvia e inmensamente mejor, cambiando el espacio por una plataforma petrolífera, pero al fin y al cabo el argumento es calcado).


La historia está ambientada en 1985, donde Chae Hae-jun (una convincente Ha Ji-won) interpreta a la encargada de un equipo de submarinismo en una plataforma petrolífera (el Sector 7), trabajo donde murió su padre años atrás; al grupo de mineros protagonistas (entre los que también se encuentran actores tan populares en su país como Ahn Seong-gi, Oh Ji-ho y Lee Han-wi) les dan la orden de abandonar definitivamente la exploración; todos parecen estar de acuerdo en volver a tierra firme, pero Chae (una especie de Angelina Jolie coreana tanto físicamente como en el personaje que debe interpretar, el cual comparte multitud de aspectos con el de Tomb Raider) sigue creyendo en el nuevo amanecer coreano, por lo que convence a sus compañeros para estudiar una última vez la zona, lo que resulta ser catastróficamente condenatorio, ya que deberán enfrentarse a un enorme monstruo surgido de las profundidades, cuyos tentáculos están ansiosos de mancillar y trocear carne humana.


Un monstruo desconocido que ataca a un grupo de curiosos no resulta demasiado sorprendente, y el hecho de que éstos se encuentren en un lugar del que no pueden escapar (y por lo tanto deciden luchar por su vida) todavía menos, pero lo que Sector 7 ofrece en cierto modo es una experiencia tridimensional (ciertamente lograda) de magnitudes épicas, algo que condiciona al espectador sintiéndose abrumado pero al mismo tiempo decepcionado al observar que el guión no es precisamente una maravilla.
El filme de Kim Ji-hoon (responsable de la exitosa en Haeundae en 2009) tiene todas las papeletas de convertirse en un verdadero éxito de taquilla (en su país ya lo está haciendo) por su colosal estética e interesante puesta en escena, pero el público con mínimo razocinio sentirá que hubiera hecho falta algo más para completar la cinta, unos conceptos denominados coherencia y fundamento.

















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