Super 8 (2011)





Sin ánimo de ensombrecer el estupendo trabajo que J.J. Abrams realiza en la dirección de «Super 8», quien logra contarnos una historia fascinante que llega intensamente al espectador, haciendo una entrañable mirada a décadas pasadas, y donde todos los engranajes de esa máquina confeccionada para entretener, funcionan a la perfección de principio a fin, se hace más que evidente la gran aportación que Steven Spielberg, productor de la cinta, hace sobre la misma. Un film lleno de constantes guiños a muchas de sus obras, que aunque inicialmente no ofrezca nada nuevo al séptimo Arte, si que recupera de manera interesante las nostálgicas historias de cintas como «E.T. el extraterrestre» o «Encuentros en la tercera fase», así como similitudes con otros títulos de la época como «Cuenta conmigo» (Stand by me, 1986) o «Los Goonies», emblemática película que Richard Donner filmara en 1985. Cintas de gran calidad y enorme repercusión cinematográfica, a las que «Super 8» se asemeja tanto por su entramado como por el espíritu que desprende, algo hecho con tanta fidelidad, respeto y acierto, que engrandece aún más el excelente trabajo que tanto Abrams como Spielberg logran con la cinta.


Como punto de partida, la historia se centra en un drama familiar que nos acompañará durante toda la película, y que guiará la parte sentimental de la historia. Paralelamente a eso, una tierna historia de amor crecerá y deberá luchar contra diferentes situaciones a lo largo del metraje. Ambas facetas de la historia, aportarán escenas emotivas que se entrelazarán con los extraordinarios sucesos que comenzarán a ocurrir en el pueblo.
Pero sin duda, la gran baza de la trama, que consigue que la historia resulte entrañable y conmovedora, nos llega por parte del acertado grupo de chicos protagonistas, personajes perfectamente definidos que juntos vivirán una auténtica aventura, mientras se hallan filmando una rudimentaria película de zombies. Escenas graciosas que contagian la felicidad y la complicidad de los chicos, quienes mientras hacen realidad un divertido sueño, se encontrarán inmersos en un gran misterio.


La escena del accidente ferroviario que da inicio al misterioso entramado es realmente espectacular, una secuencia que comienza en una de las escapadas nocturnas de los chicos para rodar una escena de su película. Toda la emoción del momento, con los ensayos, los preparativos y el inicio de la filmación, se verá incrementada por una experiencia aterradora, un suceso tan inesperado como sorprendente, cuando un tren de mercancías comienza a descarrilar junto a ellos. Una secuencia filmada con gran acierto por el director, que demuestra toda la fuerza visual que puede ofrecer la historia, y que dará paso a innumerables preguntas sobre lo ocurrido.


A partir de ahí, todo comienza a impregnarse de misterio, ya que J.J. Abrams parece querer seguir la misma tónica de secretismo que acompañó a la pre-producción, rodaje y promoción del film, un propósito que continúa y que solo se irá desvelando con el paso de los minutos.
El tranquilo pueblo donde transcurre todo, comienza poco a poco a perder el orden, y comienzan a suceder situaciones extrañas que ni los habitantes ni la policía del lugar pueden controlar ni comprender. La aparición del ejército en la escena del accidente, lejos de calmar los ánimos de la gente, abrirá más incertidumbre dado el secretismo y los extraños métodos que éstos utilizan para establecer el orden en el lugar.


La aparición de unos misteriosos objetos, parte de la mercancía del tren, la desaparición de animales, electrodomésticos y algún que otro vecino, se unirá a la sinuosa figura que parece esconderse por los alrededores del pueblo. La creación de éste personaje, que aunque el centro de todo el misterio, pasa a un segundo plano en diferentes momentos del film, es también una de las partes destacadas de «Super 8», una figura de la que vamos descubriendo detalles junto a los protagonistas, y que cuando finalmente se deja ver bien, vemos que el personaje posee una parte aterradora pero también entrañable, algo que nos puede llegar a recordar a uno de los personajes más recordados del cine de los ’80, como fue ‘Sloth’ el monstruo de «Los Goonies», aunque este personaje contaba con un mayor protagonismo e interactuación con el resto de los personajes, a diferencia del ser que nos muestra Abrams en ésta cinta.


La parte final de la cinta es simplemente impresionante, momentos de mayor acción donde veremos un pueblo desbordado, donde reina el caos y la devastación, mientras unos intentan comprender y controlar lo sucedido y salvar al pueblo de la amenaza. Pero como en toda la película, la historia central volverá a ser la aventura que están viviendo los chicos; huidas, rescates y complicidades que nos guiarán hasta los momentos finales, escenas que vuelven a ser magistralmente orquestadas por Abrams y la mano de Spielberg, culminando una obra que recordaremos para siempre.
La cinta posee diálogos graciosos, simpáticos y ocurrentes entre los personajes, algo que acompañará al film en todo momento, dotando a éste de un fresco y distendido tono de comedia. Algo que quedará latente al final de la cinta, junto a los créditos finales, cuando el director nos da la oportunidad de presenciar algo que nos habíamos preguntado en más de una ocasión durante el metraje, y es poder disfrutar del montaje final de la película de zombies que los chicos protagonistas están filmando. Una simpática aportación a la película que resulta ser la guinda de un gran pastel de ilusiones.
No abandonéis la sala antes de tiempo…









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