Surveillance (2008)
Sam Hallaway y Elizabeth Anderson son dos agentes del FBI encargados de esclarecer un extraño caso de asesinato múltiple en las carreteras. Para ello cuentan con el testimonio de varios supervivientes: Bobbi, una chica que ha perdido a su novio en el macabro suceso; Stephanie, una niña que ha perdido a toda su familia; y Jack Bennett, un agente que patrullaba las desérticas carreteras junto a su compañero Degrasso, también víctima de las acciones de una pareja de misteriosos y inquietantes asesinos.
En 1993, Jennifer Lynch debutó en el terreno de la dirección cinematográfica con Mi obsesión por Elena (Boxing Elena), una especie de thriller que contenía cierta cantidad de escenas de sexo que causaron polémica en su momento. El film, además, pasó con mucha más pena que gloria por las carteleras españolas, cosechando a su paso críticas bastante duras. Como hasta el momento no he podido ver el film, no puedo pronunciarme acerca del mismo, pero si que merece la pena poner Surveillance, filmado 15 años después, en relación a aquel, especialmente por el hecho de que este último film logró el premio a la mejor película en Sitges 2008. Transcurrido un período de dos años desde el galardón, aprovecho para constatar que el mismo no ha asegurado el estreno de Surveillance en salas cinematográficas españolas, ni tampoco una edición en DVD o Blu-Ray: en lo que al cine se refiere, ese es el verdadero estado de las cosas. Como decía, el premio concedido a Surveillance implica, a priori, una superación, en lo que resultados artísticos se refiere, por parte de la directora, que recibió un auténtico varapalo crítico con su debut. Por mi parte, solo puedo valorar el film en si mismo, al margen del anterior.
Las imágenes iniciales de Surveillance evidencian la condición que tiene la directora de ser «hija de», pues Jennifer Lynch es hija de nada menos que David Lynch, uno de los realizadores más importantes (pese a tener películas mejores y peores) que ha tenido el cine fantástico de los últimos cuarenta años. La influencia paterna, al margen de notarse con total transparencia, a priori no debería ser considerada como algo negativo, pero el problema de Jennifer Lynch es que parece querer mimetizar demasiadas cosas del cine de su padre, que en Surveillance resultan especialmente forzadas; ej: la estética y las atmósferas del film, que en ocasiones hacen pensar en un videoclip muy estilizado; un sentido del humor muy particular y excéntrico, y casi siempre surreal (que, sin ir más lejos, en Surveillance recuerda especialmente al que adornaba Twin Peaks: Fire Walk With Me), una banda sonora en la línea de las que forman parte de los últimos films de David Lynch (Lost Highway, Mulholland Drive, Inland Empire), y cuya similitud con las mismas se ve aumentada al incluir Surveillance una canción, de título Speed Roadster, que como rezan los créditos finales, está written & performed by David Lynch, y cuya sonoridad recuerda claramente a la de las canciones que formaban parte del disco Blue Bob, que David Lynch grabó junto al guitarrista John Neff entre 1998 y 2000; cierto tipo de efectismos sonoros y visuales; y así podríamos continuar mencionando parecidos razonables entre el film de la hija y el cine de su padre.
Surveillance deja reposar toda su supuesta eficacia narrativa sobre una característica sorpresa final, o giro de guión, que supuestamente deberían impactar al espectador. La situación de partida es sencilla (está resumida en la sinopsis que acompaña a esta crítica) y divide la acción del film en dos escenarios bien delimitados. Por un lado, una comisaría de policía perdida en el desierto, en cuyas dependencias, Sam Hallaway y Elizabeth Anderson, dos agentes del FBI, llevarán a cabo varios interrogatorios encaminados a esclarecer unos asesinatos que han tenido lugar en una carretera cercana. Por otro lado, las declaraciones que tienen lugar durante los interrogatorios propician unos flashbacks en los que se visualiza lo que narran los supervivientes del suceso. El escenario, en este caso, es una carretera rodeada a ambos lados por el desierto. Pocos escenarios, pocos personajes, y un modesto presupuesto ajustado a las pretensiones del film. Evidentemente, con estas premisas la introspección y la tensión psicológicas jugarán una baza importante durante el desarrollo del film, pero lamentablemente, ambos aspectos alcanzan una intensidad dramática muy por debajo de lo que es habitual en los films de David Lynch. Si en films como Lost Highway o Mulholland Drive la situación dramática planteada es verdaderamente intensa, y pese a todo, el realizador logra que el humor y el absurdo se cuelen de forma natural por sus rendijas, en Surveillance, Jennifer Lynch opta por la frivolidad dramática, y no se toma en serio, en ningún momento, a ninguno de sus personajes, pobremente definidos a nivel psicológico y ridiculizados en exceso en muchos momentos, por lo que cualquier cosa que pueda ocurrirles poco importará a los espectadores del film. Como consecuencia de esta actitud artística, el film termina por hallarse más cercano en sus resultados a lo propuesto en La casa de los mil cadáveres (House of 1000 Corpses, 2003) o Los renegados del diablo (The Devil´s Rejects, 2005), dirigidas ambas por Rob Zombie, que del cine de David Lynch, al que Jennifer se acerca antes como una pose obligada cara a la galería, o cara a los fans del cine de su padre, que no por verdadera inclinación natural. Aunque hay suficientes elementos en Surveillance que hacen pensar en el cine de Rob Zombie (desde la constante presencia en pantalla de carreteras desérticas, espacio que intenta hacerse progresivamente más inquietante, pasando por los inquietantes métodos para cometer atrocidades empleados por la pareja de asesinos que actúa en las mismas, hasta la grand guiñolesca definición general de los personajes y las situaciones en las que se ven envueltos), lo cierto es que al establecer comparaciones entre Jennifer Lynch y Rob Zombie, la primera vuelve a salir perdiendo, ya que los films del segundo (pese a sus muchos defectos) revelan un mayor ingenio y una capacidad para la creación de atmósferas malsanas en conjunto mucho más atractivas.
Allá donde David Lynch, en Carretera perdida, se permitía integrar un particular chiste, inmerso en un film muy oscuro y serio, acerca de los límites de velocidad en las carreteras (al mafioso llamado Mr. Eddy le sacaba de quicio el adelantamiento por la izquierda de un tipo que, además, le chuleaba malamente, lo que propiciaba que el mafioso aprovechara la poderosa carrocería de su vehículo para alcanzar al otro, detenerle, y soltarle toda un sorprendente discurso acerca de la responsabilidad cívica en la carretera y el alto número de muertes que tienen lugar por acciones irresponsables de gilipollas como él), su hija Jennifer, que parece guiñar un ojo a la cómica situación de aquel film, desarrolla una serie de secuencias en las que un par de policías que vigilan las carreteras del desierto, se dedica, además, a reventar con sus armas reglamentarias las ruedas de los vehículos que se cruzan en su camino, con la finalidad de humillar a las tranquilas familias o jóvenes parejas que viajan en ellos, para luego de haberse divertido un poco y haberles concienciado acerca de los límites de velocidad (que en ningún momento han sobrepasado) y su obligatorio cumplimiento, dejarlos marchar.
Al final, lo mejor o más sugerente del film se encuentra en su título, Surveillance, cuya traducción al castellano sería algo así como vigilancia.
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