The ABCs of Death (2012)

La idea no puede ser más simple: a cada cineasta se la adjudica una letra, y se le da total libertad para crear un cortometraje en el que la muerte juegue un papel destacado. De esta manera, se construye una antología de cadáveres exquisitos que supone, sin ninguna duda, uno de los proyectos más ambiciosos que el género ha conocido en toda su historia cinematográfica (no en vano, la producción ha atravesado quince países diferentes). El objetivo: ofrecer una panorámica ora divertida, ora siniestra, que sirva para definir todo aquello que le ha ocurrido al terror en los últimos diez años.

Veintiséis trabajos de corta duración (concretamente de entre dos y cinco minutos) de veintiséis directores diferentes de la más variada nacionalidad (española, mejicana, coreana, estadounidense, serbia…) con total libertad técnica para, a partir de la letra del abecedario asignada, llevar a cabo una historia cuyo único requisito es que el final debe estar estrechamente vinculado a la muerte, ésta es la premisa de la que parte The abcs of Death, una antología de terror que reúne a algunos de los nombres más representativos e irreverentes del panorama actual del séptimo arte para confeccionar una abusiva, escatológica, inconcebible, opresiva y urinaria propuesta (haciendo uso de las cinco vocales para seguir la mecánica prefijada) que combina imagen real con animación.

Entre la larga lista direccional se encuentran nombres tan relevantes como los de Adrián García Bogliano y su “Bigfoot” (una terrorífica historia infantil que se torna realidad, primando gratificante las palabras en virtud de la acción),  Marcel Sarmiento y su “Dogfight” (una cruente plasmación de la voracidad boxeadora cuyo desenlace no dejará indiferente al espectador, un efectivo y cruel relato que se convirtió en el más aclamado en su proyección en el Sitges Film festival 2012), Angela Bettis y su “Exterminate” (una paródica situación cotidiana que desemboca en un final apoteósico, repleto de imaginación y contundencia) o Xavier Gens y su “XXL” (una magnífica crítica a la idealidad corporal y los efectos devastadores que genera la considerada imperfección del resto de figuras, un trabajo que revaloriza al director y sirve para que se recobre su envidiable posición tras su anterior cinta, la infame The Divide).

Así, desde la “Apocalypse” de Nacho Vigalondo (una improvisada consumación de asesinato merced al teóricamente inminente fin del mundo con grandes dosis de humor y espectacular sadismo) hasta la “Zetsumetsu” de Yoshihiro Nishimura (una locura japonesa que confronta dos naciones en aras de demostrar su supremacía innovadora), el abecedario de la muerte (justificado título, por ende, el elegido para uno de los proyectos más ambiciosos del género) se completa con las respectivas aportaciones de cada uno de los elegidos para formar parte de una película que resulta tan llamativa como decepcionante.

Como un miembro del propio equipo del filme comentó en la presentación que llevaron a cabo un buen número de responsables del mismo en el anteriormente mencionado Sitges Film Festival 2012, la más alentadora característica que presenta la cinta es que si una pieza gusta se convierte en obra maestra y si disgusta el sufrimiento finaliza en apenas unos segundos para dar paso a la siguiente, un convincente alegato que se desvanece al término del visionado de The abc’s od Death al darse muchas más situaciones aborrecibles que disfrutables (de hecho, solamente serían realmente destacables cinco de ellas, siendo el resto mediana o incluso totalmente deficientes aunque en numerosos casos simpáticas).

Pocas películas pueden prometer tanto y ofrecer tan poco, demostrando que es más saciable y pertinente calidad que cantidad, pues la primera apenas se atisba y la segunda inunda la pantalla con indeseable frecuencia, hecho que no permanece en un desapercibido segundo plano debido a la imponente duración de la producción (nada menos que dos horas y cuarto), tiempo que encuentra justificación de su desaprovechado posiblemente en el desorbitado número de microrelatos que presenta, pero en cualquier caso la perspectiva desde la que se ha elaborado la propuesta es errónea, pudiéndose haber estructurado mejor de haberse dispuesto de un presupuesto más equitativo y mejores ideas a plasmar sin la necesidad de recurrir a la oportuna letra concedida (incluso una de las historias, “WTF” de Jon Schnepp, se centra en juzgar la propia película comentado que algunos grafemas dificultan enormemente en desarrollo de una correcta exposición), algo que sí logró una película que se asemeja a ésta pero cuya digestión se trona infinitamente más amena y divertida, V/H/S.

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