The Children (2009)
Una reunión familiar en vacaciones de Navidad y una hidílica casa en las montañas nevadas, se convertirá en un pesadilla cuando los cuatro niños comiencen a sentirse enfermos y adopten un comportamiento violento contra sus padres.
La interesante película que nos propone Tom Shankland, director del aceptable thriller ‘Waz’, está escrita por el director Paul Andrew Wiliams, quien dirigió la interesante comedia de horror ‘The Cottage’ (2008). El film sigue la estela de películas tan influyentes en el género como la española ¿Quien puede matar a un niño? (1976) de Narciso Ibáñez Serrador, que ya proponía un terror basado en la violencia perpetrada por niños. Ese sobrecogedor elemento ha estado presente en el cine desde hace años, ya sea por medio de niños poseídos, espíritus malignos, virus o por una peligrosa y violenta desviación mental. ‘El pueblo de los malditos’ (1960) ‘Bad Seed’ (1955) ‘La profecía’ (1976) o más recientes como la japonesa ‘La maldición’ (2003) la francesa ‘Ils'(2006) ‘Dorothy Mills’ (2008) o ‘Eden Lake’ (2008) son títulos que dibujan a niños y adolescentes como una terrible amenaza.
La cinta que nos propone el director no se esconde en ningún momento, y con un título muy significativo de lo que veremos más adelante, nos sitúa desde un principio en medio de un ambiente estresante, planteado así a propósito, con escenas en las que el director se recrea a base de planos concretos o repetitivos ruidos, en los que se enfatiza el comportamiento de los niños con un objetivo claro. Los niños pequeños se comportan como lo que son, y en todo momento son mostrados jugando, saltando y gritando, algo que se mezcla con los diálogos y risas de los adultos, componiendo una situación que logra incomodarte, uno de los principales objetivos del film.
Pero poco a poco, observamos a esos inquietos e indefensos niños, como comienzan a protagonizar extraños actos introducidos en la historia con todo el misterio necesario, ya que éstos enferman, pero no sabemos que es lo que ocurre realmente. Unos momentos que culminan con una escena que a la postre será el detonante de la violencia del metraje. En ella crece el histerismo del espectador, durante una teórica y tranquila comida, en la que vemos a un niño lloriqueando por la comida, a otro jugando en la mesa, o levantándose para coger un enorme cuchillo, otros dando golpes en el plato… Un nerviosismo que se desata cuando una de las niñas termina chillando y arañando a su tía en la cara, en un incontrolable estado de shock.
A partir de ahí, los montes nevados con los que dispone el director, serán los inquietantes paisajes utilizados para mostrar los macabros juegos y la violencia que poco a poco se adueña de los pequeños, en especial, en una dramática y espeluznante escena que fusiona todo lo que hasta ese momento hemos estado viendo. Juegos infantiles, un trineo bajando por una ladera y uno de los niños, el que más pavor da por su comportamiento, protagonizarán un terrible accidente. Otra secuencia destacable ocurre dentro del pequeño invernadero, con uno de los chiquillos como protagonista, quien recuerda al mítico niño que pudimos ver en ‘Cementerio de animales’ de Mary Lambert (1989). Una de las escenas finales en las escaleras de la casa, está creada por Shankland con gran tensión, y pone cara a cara a pequeños y grandes.
En conclusión, una interesante historia que se construye a base de un clímax estresante, terror, enfermedad y violencia, que gana en expectativas gracias a los protagonista con los que cuenta la historia.
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