The Road (2009)
Un padre y su hijo sobreviven como pueden en un mundo post-apocalíptico, siempre siguiendo el camino marcado por una carretera, alimentándose de lo poco que encuentran y luchando por sus vidas contra personas transformadas en caníbales.
El director australiano John Hillcoat era relativamente conocido (hasta ahora) por “La propuesta” (The Proposition, 2005), un western extraño y de tono apocalíptico protagonizado por Guy Pearce, Ray Winstone y Danny Huston, y guionizado por el cantante y novelista Nick Cave. “La propuesta” ha sido estrenada directamente en DVD en España, y en mi opinion se trata de un film muy irregular y atractivo solo en algunos momentos. El universo que retrata la película no anda muy lejos del descrito por Cormac McCarthy en uno de sus libros más interesantes (junto a “Ciudades de la llanura”), el muy conocido y prestigioso “Meridiano de sangre”: un relato situado en la época más salvaje de los Estados Unidos, que McCarthy tiñe de misterio, salvajismo y sugerencias de todo tipo sin por ello dejar de lado el hiperrealismo a la hora de describir personajes y situaciones.
Por lo dicho en el párrafo anterior no resulta del todo extraño que haya sido precisamente John Hillcoat el encargado de adaptar uno de los libros más respetados (tanto dentro como fuera de EE.UU) de los últimos años: “La Carretera”, también escrito por McCarthy.
Es precisamente un exceso de respeto por la novela original el que parece impulsar en todo momento el trabajo trás las cámaras de Hillcoat: apenas existe alguna que otra pequeña variación en el desarrollo narrativo, los diálogos, el comportamiento de los personajes o en el sentido último del relato. «The Road», la película, es lo que los puristas de las adaptaciones cinematográficas de novelas de calidad podrían considerar “una buena adaptación”. Pero con respecto al universo de McCarthy, los hermanos Coen lograron, en la adaptación de “No es país para viejos”, ser al mismo tiempo fieles al espíritu del novelista y a su propio universo personal como cineastas, que han trabajado película a película: el empleo de determinadas y afortunadas elipsis narrativas, la descripción de unos americanos un tanto “paletos” (a los que los hermanos, en todo caso, respetan), la captación de un ritmo de vida lento, pausado, que los Coen han trabajado también a lo largo de toda su filmografía, etc.; en fin, una hibridación ideal entre los universos de McCarthy y de los Coen.
“Centrándonos ahora en la película de John Hillcoat, podríamos decir lo siguiente: “ Al igual que el libro, la película se caracteriza por un ritmo narrativo lento, sostenido; también por la monotonía que preside las vidas de un padre y de su hijo pequeño en un tenebroso mundo postapocalíptico. Hillcoat dota a «The Road» de un tono dramático grave y triste, apropiado para entonar un lamento por un mundo perdido, irrecuperable. La adaptación se revela muy fiel al espíritu y a la letra de McCarthy, con alguna que otra variación (mínima) con respecto al desarrollo del libro. El mayor apoyo para lograr transmitir al espectador las implicaciones que tiene y las sensaciones que causa el paisaje que retrata lo encuentra Hillcoat en la extraordinaria labor de fotografía a cargo de Javier Aguirresarobe. La música de Nick Cave y Warren Ellis, por momentos muy silenciosa y casi imperceptible (a diferencia de la interesante banda sonora que la pareja compuso para “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”, más explícitamente poética y “audible” para el espectador) es otro de los acertados complementos que acompañan a las imágenes creadas por John Hillcoat. La película muestra una notable hibridación de planos generales y primeros planos. Los planos generales describen con minuciosidad, pero sin ensimismamiento estético, los diferentes paisajes de un mundo que se cae (literalmente) a pedazos; su ajustado tono visual no impide que de tanta destrucción se despida una cierta y poética fascinación. Los primeros planos adoptan, con seguridad y decisión, el carácter de drama intimo y acotado (a sólo dos personajes, un padre y su hijo) que posee la novela de Cormac McCarthy. Hillcoat emplea el sonido como un apoyo a lo que muestran las imágenes, y , literalmente, hace rugir y lamentarse a ese mundo en descomposición: esta es la mejor idea de sonido deHillcoat, que transmite al espectador mejor que ninguna otra idea del film las implicaciones de ese constante (y imparable) rugir, crepitar, en definitiva pudrirse, del mundo.
Viggo Mortensen y Kodi Smit-McPhee logran hacer creíbles a sus respectivos personajes, padre e hijo, y transmiten toda la extrañeza que surge de una relación paterno-filial nacida de la desesperación y de una (quizá) vana esperanza.”
Todo esto lo decía yo mismo con motivo de la proyección de “La Carretera” en el pasado Festival de Sitges 2009.
Y sigo opinando prácticamente lo mismo, pero con una sutil diferencia: todos los aciertos citados del film de Hillcoat: fotografía, alguna buena idea de sonido,apropiada dirección de actores, banda sonora suave ytriste, pero no demasiado llamativa, de Nick Cave y Warren Ellis, empleo apropiado de planos generales y primeros planos, etc., no me impiden echarle en falta a la labor del realizador australiano un mayor sentido del riesgo creativo. La película es fundamentalmente compacta en su calidad por que apenas puede decirse que existan secuencias que destaquen por encima de otras, pero eso mismo, positivo en un principio, impide que se pueda hablar de un film en el que tengan lugar momentos realmente memorables y inolvidables. El ímpetu y apasionamiento creativo que los Coen mostraban en “No es país para viejos”, y que dejaba como resultado un puñado de secuencias excelentes, está totalmente ausente en “La Carretera”.
En mi opinión, los momentos más destacables de “The Road” pueden rastrearse entre los siguientes: el inicio del film, con padre e hijo despertando de una sus acostumbradas y monótonas noches en un paraje helado situado cerca de una cueva y una pequeña catarata: espacio mítico apropiado para las intenciones del relato original de McCarhty; o la continua presencia de la tensión y el miedo en unas vidas impulsadas absurdamente por instintos primarios (comer, dormir, matar) como dejan claro un par de momentos del film: en primer lugar, la secuencia en la que el padre evoca mentalmente, mientras duerme, la figura sensual de su mujer, las caricias y momentos íntimos que dan sentido a una vida…para ser bruscamente devuelto a la cruda realidad por su hijo, que a su vez se ha visto desvelado de su descanso al escuchar extraños sonidos en la noche; en segundo lugar, ese momento en el que padre e hijo observan, al mismo tiempo desconcertados y fascinados, el vuelo que emprende una libélula (los animales han desaparecido por completo de la Tierra, de ahí el embobamiento de los personajes), para al momento ser ambos devueltos bruscamente (otra vez) a la realidad por las flechas que, súbitamente, “surgen” disparadas contra ellos.
Respecto a esa ausencia de animales, el hijo es el personaje que esboza uno de los gestos humanos más bellos y tristes del film, ya que al no haber sido testigo, a lo largo de su vida, de la vida animal, contemplaensimismado, en el interior de una casa abandonada, una cabeza de ciervo, un trofeo de caza, hacia el que se siente impulsado a gestualizar un ademán de caricia…que finalmente no tiene lugar: un elemento, la cabeza del ciervo, que deja al descubierto tanto lo bello que anidaba en el planeta como la crueldad que ha impulsado a los seres humanos a destruirlo hasta llegar al punto sin retorno en el que se encuentran los personajes de “La Carretera”
Como dice la voz en off del padre en un momento de la película, mientras se encuentra con su hijo en el interior de una iglesia en ruinas: “Le dije que los malos sueños significan que todavía lucha. Sólo cuando uno empieza a soñar cosas buenas es para estar preocupado.”
Es una buena película, pero…
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