Tron Legacy (2010)
La secuela de Tron (Steven Lisberger, 1982) se nos presenta como una alucinante odisea cibernética empleando alta tecnología para lograr el 3D de mayor calidad hasta el momento, y, aunque por momentos consigue atrapar al espectador y dejarlo alucinado con los efectos especiales de los que hace alarde, por lo general no pasa de ser otra aventura de ciencia ficción (tirando a infantil) en la que las sorpresas escasean y la sobreexplotación de los efectos generados por ordenador termina por cansar al público.
Tron Legacy nos narra el sueño de Kevin Flynn (Jeff Bridges), un privilegiado en materia de tecnología que trabaja por conseguir un mundo digital en el cual poder introducirse y disfrutar de La Red desde dentro, pero su estudio dejó de producirse 25 años atrás, cuando desapareció misteriosamente. Su hijo Sam (Garrett Hedlund) sigue sus pasos, aunque no se toma nada en serio los progresos de la empresa que ha heredado de su padre, y piensa más en el negocio como en un entretenimiento que otra cosa.
Un día recibe un mensaje de su padre, antiguo salón recreativo que poseía. Investigando el lugar (en la actualidad abandonado) descubre un sótano detrás de la máquina recreativa de Tron, en el que encuentra el despacho desde el que se emitió el mensaje. Allí comprobará que el trabajo de su padre por conseguir aquel mundo digital se consiguió, merced a accionar un láser que le teletransportará directamente a éste. En este cyberuniverso todo ha avanzado y se ha desarrollado increíblemente, pareciendo una ciudad real extremadamente peligrosa para los que no pertenecen a este mundo.
El mundo digital está gobernado por Clu, un clon que Kevin hizo cuando llegó a este universo. Los programas (el sinónimo a personas en nuestro mundo) disfrutan con las pruebas a las que deben ser sometidos los usuarios, aquellos que no tienen disco de identidad (como sucede con Sam). En primer lugar tiene que competir en la “Batalla con discos”, una de las partes más emocionantes y espectaculares de la película. Posteriormente tendrá que hacerlo en “El desafío de La Red”, una carrera de motos tecnológicamente desarrolladas en las que el mínimo error puede costarte la vida.
Cuando parece que nada tiene solución aparece en escena Quorra (Olivia Wilde), la leal confidente del padre de Sam que salva a éste y le lleva junto a su padre, que llevaba desde que se introdujo en esta dimensión sin poder salir.
Es entonces cuando emprenderán un viaje sin retorno hacia “El Portal”, la única forma de volver al mundo al que pertenecen, y que sólo estará abierto durante un microciclo (unas 8 horas), aunque lo más esencial será proteger el disco de Quorra, que contiene la clave para poder salir de allí.
La historia en sí para nada es interesante y/o ingeniosa (como sí lo era su antecesora), ya que el desarrollo es fácilmente deducible una vez nos enteramos de qué va el tema (porque comprender que los Isos, unos seres que aparecieron espontáneamente en un principio, fueron los que posibilitaron toda la creación posterior, además de la cantidad de términos y conceptos que se introducen no resultara nada sencillo) es muy previsible todo su desarrollo.


En cuanto al sonido sí hay que decir que es todo un lujo: el rugir de los motores, el ir y venir de los discos al ser lanzados, la música que acompaña a las escenas de acción… Al igual que el apartado visual, pulido y nítido, gracias en parte a un 3D que nunca antes habíamos disfrutado, que dota de unas texturas y una nitidez perfectas a la película, algo que sí ha sabido conseguir Joseph Kosinski en su dirección.
Conclusión: simplemente disfruta de las buenas escenas que brinda Tron Legacy y no te pares a pensar demasiado en lo que pudo ser y no fue la historia (a la que le falta coherencia e ideas creativas).
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