Verbo (2011)
La cinta cuenta la historia de Sara, una chica de 15 años con un sexto sentido. Una joven y tímida heroína del siglo XXI que empieza a intuir que en el mundo tiene que existir algo más que lo que ven nuestros ojos, algo escondido que empieza a obsesionarle. Guiada por su instinto, comienza a encontrar en su gris existencia una serie de inquietantes mensajes y pistas que le empujan a entrar en una nueva dimensión, peligrosa y terrorífica, en la que deberá iniciar un viaje para salvar su vida. En el transcurso de este devenir perturbador pero lleno de aventuras, Sara encontrará un nuevo reto: el modo de cambiar el mundo.


Sara (la debutante y prometedora Verónica Echegui) es una adolescente que no comprende el mundo en el que vive, una chica que piensa seriamente en suicidarse al no hallar motivos para seguir con su vida; la única persona que parece comprenderle es Lírico (al que nadie ve, interpretado irregularmente por Miguel Ángel Silvestre), un artista grafitero que inunda de mensajes el barrio marginal en el que reside la protagonista en busca de transmitirle las ideas (y objetivos) oportunas.
Cuando la chica decida finalmente dar el paso definitivo hacia el suicidio comenzará una lucha interior, una batalla en la que la lírica será la protagonista, convirtiendo en versos todos los hechos que vayan sucediendo, acontecimientos que modificarán sustancialmente el pensamiento de Sara y la convertirán en Verbo, una defensora de la singularidad y fe en uno mismo.
La cinta es una preciosa (aunque oscura) y profunda historia tan relevante como imprescindible, de visionado obligatorio para todo buen amante del cine (sus diálogos, mensajes encriptados y puesta en escena son increíbles) al tratarse de un producto atípico y muy elaborado, con unos actores que cumplen en la gran parte del metraje su cometido y en defecto de ello el propio transcurso de la trama suple sus carencias, algo que no estamos acostumbrados a ver y magnifica (verídicamente) la calidad del filme.

