V/H/S 2 (2013)
SINOPSIS
Durante la búsqueda de un estudiante desaparecido, dos investigadores privados irrumpen en su casa abandonada donde encuentran una colección de misteriosas cintas de VHS; en la visualización de los terribles contenidos de cada una, se dan cuenta que puede haber aterradores motivos detrás de la supuesta desaparición de dicho sujeto.
CRÍTICA
V/H/S 2 podría haberse convertido instantáneamente en el más inmediato ejemplo del narcisismo que parece primar en la sociedad actual, considerado por la sociología, la psicología, la psiquiatría social, la filosofía y las diferentes vertientes del análisis cultural como una categoría capaz de explicar la deshumanización o despersonalización que interioriza comúnmente el hombre contemporáneo al estar inmerso en una sociedad en la que el individualismo competitivo prima sobre la categoría periclitada que antaño no podía dibujar al hombre sin una concesión de dignidad metafísica haciendo que la realidad se fragmente al estar impregnada de una telaraña psicoanalítica absorbida en un inmanentismo de la antropología freudiana sin apenas advertirlo; sin embargo, y aunque las cinco piezas que componen el laborioso filme se presentan como grabaciones domésticas reales encontradas con posterioridad de manera fortuita (razonamiento inconcebible a tenor del análisis que suscita el metraje en cuantiosos momentos al narrar los acontecimientos en primera persona de manera subjetiva, poniendo al público en el propio cuerpo del personaje y no en la anunciada cámara que éste porta), el apenas esquemático desarrollo del planteamiento inicial logra esquivar tan indeseable encasillamiento hasta el punto de ser inusualmente impredecible en gran medida gracias al desenfado y exageración con el que son resueltas las situaciones propuestas, interrelacionadas por un siempre presente (y activo) destino mortífero.
El hilo conductor de Simon Barrett, Cinta 49 (la aportación cómica a tanta fatalidad, afirmación a la que se llega al comprobar cómo el integrante masculino de la dupla protagonista pide a gritos ayuda en la morada asaltada mientras la fémina va viéndose consumida mentalmente a medida que avanzan sus visionados pero aún así decide seguir reproduciéndolos), narra cómo dos detectives privados que intentan descubrir el paradero de un solitario estudiante desaparecido pocos días atrás encuentran una serie de películas en VHS (el formato está en desuso total pero sin él el nombre de la película no tendría sentido y, además, dota en gran medida a ésta del entrañable recuerdo que origina rememorar épocas pasadas) en la casa abandonada de éste, misteriosa colección que no dudan en analizar en aras de poder encontrar alguna pista sobre cómo continuar la búsqueda del joven aunque terminarán por desentrañar las oscuras motivaciones de éste; cómo un sonido estridente puede significar el preludio de una lesión ocular poco común tras ser implantada una cámara en un ojo por parte de la corporación científica a la que uno pudiera pertenecer es lo que propone La primera fase de ensayos clínicos de Adam Wingard, en la que el exceso de movimiento y el sentido del desconcierto emborronan la buena simulación conseguida (incluso el parpadeo es recogido) en lo que comienza siendo una mera consulta médica rutinaria con advertencias de posibles reflejos de luz y termina traduciéndose en múltiples manifestaciones espirituales de certeros sobresaltos pero desastrosa introducción de elementos.
En Un paseo por el parque de Eduardo Sánchez y Gregg Hale un intrépido ciclista que se encuentra disfrutando de un apacible día de verano en un sendero de carretera perteneciente a un parque estatal se topa con una chica que le pide desesperada que socorra a su novio mientras se convierte ésta en un abominable ser ávido de morderle, y es que está inmerso en una horda zombie en plena naturaleza (prontamente se dará cuenta de ello, pues la diferencia respecto a otras tantas narraciones anteriores de idéntica temática es que no se plasma la lucha contra los no muertos sino la pertenencia a los mismos al transformarse en uno de ellos y las correspondientes necesidades alimenticias con todo tipo de detalles); en Refugio seguro de Timo Tjahjanto y Gareth Evans (sin lugar a duda la obra más controvertida pero a la vez la más elogiable al contener ingentes cantidades de sangre tras desarrollarse eficazmente una magistral premisa inteligentemente tipificada) un equipo de investigadores cuyo propósito es el de indagar en las creencias de una secta espiritual de coreanos (sospechoso es el símbolo que con fuerza defienden, exactamente igual al de El proyecto de la bruja de Blair) se integra en dicha comunidad para documentar los entresijos de un estilo de vida peculiar a la par que hostil basada en la pureza extrema en un mundo considerado temporal, entrevistando a varios de sus integrantes mientras desvelan sus secretos más ocultos y padecen en sus propias carnes el plan urdido por el maestro del clan para que sus acérrimos seguidores lleguen a optar a encontrarse frente a las puertas del paraíso entre suicidios, explosiones corporales y nacimientos diabólicos; la conclusiva Fiesta de pijamas de Jason Eisner, nomenclatura (y de hecho todo cuanto acontece en ella) directamente bebedora de la desconocida a nivel popular Alien Abduction: Incident in Lake County, cuenta cómo una inocente fiesta entre jóvenes amigos se torna una horripilante pesadilla mortal cuando una visita inesperada (especificar de procedencia extraterrestre no supone desvelar nada al mostrarse los alienígenas desde los primeros compases) con propósitos nada provechosos para ellos se suma a la velada, un más que predecible y deficiente cierre parcialmente salvable merced a la constante perspectiva a la que se recurre, la de un perro (de hecho un peluche peludo que simula ser dicho animal de compañía con poco esmero).
Siendo la fórmula prácticamente idéntica existen numerosas e importantes diferencias entre la primera y ésta segunda antología, desde el hecho que el número de trabajos se haya visto reducido en dos (seis propuestas eran las que recogía aquella y cuatro la presente amén, en ambos casos, de la superflua historia vinculadora de tan inconexas divagaciones) hasta la colaboración de determinados autores formando equipo, siendo éstas dos de las más determinantes novedades (una ha supuesto una duración total ostensiblemente menor y la otra una mayor correlación de fundamentación narrativa) aun compartiendo la desigualdad cualitativa del producto (el primer fragmento y el último se sitúan muy por debajo de los dos centrales); la implicación de los responsables de los diferentes relatos en los mismos (independientes entre ellos como ocurría en la anterior) es tan dispar como lo son los medios tecnológicos de los cuales han dispuesto éstos para filmarlos, siendo el máximo exponente Simon Barret (escribe, dirige y protagoniza el suyo) y el mínimo la dupla compuesta por Eduardo Sánchez y Gregg Hale (tan siquiera firman el guión del suyo, el cual corre a cargo de Jamie Nash), otro de tantos síntomas que evidencian la forma de visionado que exige V/H/S 2, que no es otra que la de ser juzgada como puro divertimento intrascendental compuesto por macabras e incorrectas ideas plasmadas con suma visceralidad sin dejar de cuidar (con mayor o menor acierto) el apartado audiovisual (el dinamismo que suponen cuatro cortometrajes no ha mermado nada, por suerte, dicha característica).
Es menester reconocer la valía de la producción aunque solamente sea por el increíblemente extenso reparto (repleto de integrantes secundarios, eso sí, pero llama poderosamente la atención que ni un solo actor repita en tan siquiera dos historias diferentes en aras de ahorrar figurantes, lo cual responde a la clara elaboración de cada una de ellas en ubicaciones e incluso períodos completamente diferentes) que se ha empleado para llevarla a cabo, tan coral como interracial (en este aspecto cabe alabar que los típicos tópicos que dictaminan las muertes de los personajes según su país de procedencia no se respete lo más mínimo, posibilitando que el rango de víctimas abarque la plenitud de cuantos aparecen en pantalla); qué duda cabe, la franquicia (ya se la puede considerar como tal al estar confirmada una tercera entrega) se ha consolidado como una cita imperdible que reúne a algunos de los más destacados directores del género de terror, llegando a ser esta continuación más controvertida, demencial, enfermiza, oportuna e intensa si cabe que su predecesora posicionándose como un producto deseado (e ineludible) para cualquier festival especializado, estando destinado a un sector muy amplio pero limitado a un público muy específico (partiendo de la concepción que ningún menor de edad debería visionar jamás semejante retahíla de atrocidades, puede que para no pocos espectadores la cinta se traduzca en un insufrible cúmulo de barbaridades merced a la libertad e insistencia con la que se muestran las escenas explícitas), realidad que es menester señalar en cualquier caso a fin de no incitar a nadie a pensar lo contrario.
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FICHA TÉCNICA
Título original: V/H/S 2
País: USA
Año: 2013
Duración: 96 min.
Productora: Bloody Disgusting, The Collective, Site B
Director: Gareth Evans, Eduardo Sanchez, Jason Eisener, Timo Tjahjanto, Gregg Hale, Adam Wingard, Simon Barrett
Guión: Gareth Evans, Eduardo Sanchez, Jamie Nash
Reparto: Laurence Levine, Kelsy Abbott, Simon Barret, Mindy Robinson, Mónica Sánchez, Adam Wingard, Hannah Hughes, John Woods, Corrie Lynn, Brian Udovich, John Karyus, Casey Adams, Jay Saunders, Bette Cassat, Dave Coyne, Wendy Donigan, Devon Brookshire, Blanca Sánchez, Fachry Albar, Hannah Rashid, Oka Antara, Andrew Lincoln, Epy Kusnandar, Lidya Cidey, Riley Eisner, Rylan Loban, Samantha Gracie, Cohen King, Zachary Ford, Josh Ingraham y Jeremie Saunders.