We Are What We Are (2013)
SINOPSIS
Nos trasladamos de México a la provincia de Nueva York, donde una familia queda desamparada al morir su padre y líder. A partir de ese momento su viuda y sus tres hijos se enfrentan a la angustia de tener que conseguir alimento por su propia mano. El mayor de los hermanos, un adolescente desorientado, tendrá que guiar a los suyos para conservar su peculiar tradición familiar…
CRÍTICA
De la mano de Jim Mickle (el flamante responsable de la sobrevalorada Stake land), y tras su exitoso paso por el Festival de Sundance 2013 y el Festival de Cannes 2013, aterrizó en el Sitges Film Festival 2013 la revisión (tremendamente libre) de la mexicana Somos lo que hay que ya pudo verse en la edición del amplio y heterogéneo universo del certamen catalán del dos mil diez, brindándola el respetable a su conclusión una merecida ovación tanto al propio autor en reconocimiento a la labor realizada tras las cámaras como a la película en sí misma, posibilitando disfrutar de nuevo del género caníbal como bien merece (entre ésta, la al menos singular Shopping tour de Mikhail Brashinsky y la muy disfrutable The green inferno de Eli Roth parece ser que la temporada pasará a los anales de la historia como una de las más prolíficas de dicha vertiente cinéfila); la mejor noticia (al margen de que el director sea una inmejorable elección para llevar las riendas de la película) es que, como bien señalaban las primeras críticas vertidas sobre la misma, el remake difiere considerablemente en cuanto al tono de la original, expresándolo el mismo al declarar que “intentar superar la película mexicana jugando a su mismo juego no creo que hubiera sido una buena idea, por lo que hemos seguido nuestro propio camino, hemos considerado que las chicas nos tienen que gustar y no perderlas como personajes al tiempo que intentar ponernos en su piel”, optando por ello por un cambio de guión sumamente arriesgado que ha sabido desarrollar con mucha prudencia y mayor acierto porque, ateniendo a que el último término puede entenderse como atención, lo valiente no quita lo cortés.
Un leve tintineo de teclas de piano acompaña los créditos de We are what we are observándose una sucesión de evocadores planos que muestran cómo la lluvia torrencial (simbólico fenómeno atmosférico que debe relacionarse con la tragedia que está a punto de golpear a la familia protagonista) empieza a caer sobre la pequeña ciudad neoyorquina en la que se desarrolla la acción (no propiamente sino en sentido figurado), presenciando el espectador poco después cómo una mujer a la que la está saliendo sangre por la boca se golpea accidentalmente contra un poste metálico y cae fulminada despareciendo su cuerpo bajo las sucias aguas de un profundo charco, primeros minutos que prefiguran el tono minimalista y la atmósfera sobrecogedora que primará a lo largo del metraje; lo curioso del caso es que, a pesar de que todavía no se ha estrenado en cines y por lo tanto no ha habido ningún tipo de reacción por parte del público más allá de los citados festivales en los cuales se ha ido pudiendo ver, la compañía distribuidora Memento Films ya ha confirmado una precuela y una secuela, la primera firmada por el finlandés A.J. Annila sin fechas estipuladas oficialmente y la segunda por el propio Jorge Grau a lo largo del año próximo, lo cual deja entrever que la derivación temática confeccionada, aparentemente limitada aunque presumiblemente atrayente, da mucho margen de maniobra no solo para la ocasión sino para trabajos futuros, algo que, en efecto, es así sin lugar posible a debates a juzgar por la determinación y versatilidad mostrada.
En México, más concretamente en la provincia de Nueva York (puede que se trate de mera coincidencia pero todo hace pensar que la localidad ha estado escrupulosamente buscada en aras de ensalzar la universalidad de lo propuesto al trazar una delgada línea entre lo que allí sucede y en la famosa ciudad acontece en planos diferentes pero equiparables), Frank (Bill Sage, inmenso en su labor al firmar una de las mejores interpretaciones de la historia del cine) y sus dos hijas Rose e Iris (Julia Garner y Ambyr Childers respectivamente, ambas pletóricas aun mostrándose débil la una y fuerte la otra) tratan de sobrellevar el duelo que les ha supuesto perder a su amada mujer y querida madre al tiempo que siguen cuidando del pequeño de la casa a pesar de la terrible penuria alimenticia que padecen, ansiando las hermanas huir junto a él lejos de ese hogar y desprenderse del castigo diario que padecen al sentirse insanamente presionadas; cuando la hambruna empieza a hacer estragos en el aparentemente sano y benévolo seno familiar una fecha señalada para todos ellos está a punto de llegar por bendición divina (en este punto cabe señalar que la religión está en todo momento presente para demostrar que ésta se sitúa por encima de todo, incluso de la moralidad, y que las convicciones debidamente transmitidas calan tan hondo en el enseñado que el mismo acaba por aceptarlas e interiorizarlas, como da buena muestra de ello la sangrienta decisión final de las jóvenes), una excéntrica costumbre que el patriarca hace perpetrar con riguroso fervor la mantenencia intacta de la ancestral tradición de ingerir carne humana una vez al año, algo a lo que el doctor Barrow (Michael Parks, tan convincente como en la polémica ganadora del Sitges Film festival dos ediciones atrás Red State aun siendo su personaje completamente opuesto respecto a la presente ocasión), achaca a un efecto secundario de una enfermedad nada común presumiblemente hereditaria (es de agradecer que todo se base en razonamientos médicos y psicológicos y no en meras perversiones carnales), teórica transmisión genética que se demostrará de manera clarificadora (y explícita) cuando las circunstancias más lo requieran…
Si la original retraba a un clan de caníbales pugnando por sobrevivir en una pútrida urbe mejicana sazonando el relato de humor negro y crítica social, el nuevo acercamiento es más bien frío y aterrador, exento de detalles que contribuyan a suavizar la historia (se podría considerar la excepción que confirma la regla cierta escena tórrida que a la postre se convierte en la segunda más impactante de la producción superada solamente por la que se traduce en la conclusión de la cinta), el más puro ejemplo del denominado “american gothic” que engloba amenazadoras casas de madera, inexplicables desvanecimientos, crepitantes y sótanos y demás elementos perturbadores que definen el valor y la necesidad de los personajes entre irremediables remordimientos y oscuras pesadillas, miedos que no serán los únicos contra los que deberán luchar para no ser devorados; se trata de una de esas propuestas de terror puramente cerebral que se estilan tan poco en la actualidad fundada en una modélica creación de alucinante clímax que realmente dejará helado al respetable, el cual deseará ansioso que la nueva obra del director, una adaptación correspondiente a una novela de Joe Landsale, escritor poco traducido en territorio español cuyas escabrosas ficciones a menudo se adentran el más oscuro corazón norteamericano, por lo que el futuro trabajo promete y mucho, no debiendo crearse desorbitadas expectativas para no percibirla insuficentemente según lo imaginado.
We are what we are es una inmejorable muestra de género refrescantemente madura que plantea un miedo nauseabundo y desata una buena dosis de sobresaltos (pese a la respetuosa fidelidad que guarda con la original se distancia lo suficiente de ella no para ser considerado un producto completamente independiente pero sí diferente), no resultando en ningún momento desechable a excepción de los compases ubicados en el ecuador al resultar los mismos de pausado ritmo, pues incluso en sus partes más excesivas (en gran parte debido a un elenco comprometido de actores muy destacables) conserva un alto nivel de credibilidad (dentro de la irreal, o cuanto menos eso se desea, historia que se plasma), siendo únicamente reprochables determinadas irracionalidades (fundamentalmente tres, que alguien pueda irrumpir en un despacho policial como si de una habitación propia se tratase, que la parsimonia de la autoridad a la hora de resolver un caso claramente preocupante como que en tres años hayan desaparecido misteriosamente una treinta de personas en un radio de ochenta quilómetros sea sospechosamente alta y que las resoluciones de algunas cuestiones planteadas a lo largo de la trama sean insatisfactorias como la opinión del menor del clan protagonista respecto a la celebración objeto de la primordial intríngulis plasmada del filme amén (término traído sin ánimo de lucro) del drama familiar sobre el que pivota la propia historia, cuyo desenlace no dejará indiferente a nadie al igual que el resto de ella, y es que Jim Mickle no pretende aprovecharse del éxito logrado por Jorge Grau tres años atrás, lo que se propone (y lo consigue con creces) es mantener al espectador en constante tensión mediante intensos giros argumentales que le imposibiliten predecir cuál será el siguiente acontecimiento, tornándose la experiencia inquietante aun ofreciendo muy poca sangre (de hecho éste podría ser un aliciente y en ningún caso un punto en contra al evidenciar que no es preciso recurrir al líquido rojo que dicta linajes para hacer retorcer el estómago), toda una muestra de cómo pueden (y efectivamente deben) aprovecharse los medios de los que uno disponga por pocos que parezcan o incluso sean.
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FICHA TÉCNICA
Título original: We Are What We Are
País: USA
Estreno en USA: 27/09/2013
Estreno en España:
Productora: Memento Films International, Uncorked Productions, The Zoo
Director: Jim Mickle
Guión: Jim Mickle, Nick Damici
Reparto: Julia Garner, Ambyr Childers, Bill Sage, Kelly McGillis, Michael Parks, Wyatt Russell, Nick Damici, Vonia Arslanian, Annemarie Lawless, Reagan Leonard, Laurent Rejto, I.N. Sierros, Joel Nagle, Hollis Gilstrap