Wrecked (2011)

argumento

Un hombre despierta entre los restos de un coche en el fondo de un precipicio, en medio de la naturaleza. Está herido y atrapado, y no recuerda quién es ni cómo ha llegado hasta allí. Tan solo le acompaña una emisora de radio en la que salta la noticia de un violento atraco a un banco y un cadáver en el asiento trasero con una cartera que lo identifica como uno de los atracadores. En medio de obstáculos abrumadores, deberá descubrir su identidad y afrontar las consecuencias de lo que realmente ha sucedido.
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critica

Tras su correcto papel en la poco menos que horrorosa Splice, Adrien Brody vuelve a lo grande, protagonizando (esto sí que es protagonizar una película y lo demás son tonterías, ya que durante los 88 minutos de duración del filme aparece en pantalla) una cinta de terror psicológico de muy bella factura, tanto en el apartado visual como en el argumental (que era en el que un servidor pensaba que iba a flojear la producción).

Tras el título de Wrecked (cuya traducción sería algo parecido a “Destruido”) se esconde una historia de supervivencia, una de esas tramas que nos hacen ponernos en la piel del personaje (puesto que solamente hay uno en torno al cual giran todos los acontecimientos) y sufrir lo que padece, como ya sucediera con las galardonadas 127 horas y Buried: Enterrado, con las que guarda similitudes en la metodología empleada en el primer tercio de trama pero de las que se desvía por completo en el resto de metraje.
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Un hombre (al que en ningún momento podemos identificar con nombre y apellidos, encarnado por un inmejorable Adien Brody) despierta de su estado de inconsciencia en un coche accidentado, desde el cual puede atisbar dos víctimas: una en los asientos traseros del automóvil y otra a escasos metros del mismo (presuntamente el conductor del turismo, a juzgar por el agujero que se puede observar en el cristal delantero), entre la espesura del bosque que le rodea. Se encuentra atrapado, con secuelas del golpe en su rostro (repleto de magulladuras varias, un ojo hinchado, la boca inflamada…) y con una pierna inmovilizada debajo de la guantera; precisamente ésta es la que decide abrir, para comprobar su contenido, encontrando en ella una linterna y dos cerillas, sus únicos recursos por el momento (junto con un trozo de cristal que arranca del retrovisor como defensa ante posibles acontecimientos indeseados y un arma situada debajo del asiento).

Al día siguiente consigue al fin salir del coche, forzando la puerta y empleando un trozo de madera que encuentra a modo de torniquete improvisado para poder moverse (no sin dificultades). Respecto a la reconstrucción de los hechos, la radio le da una pista de lo que ha podido suceder: la policía busca a tres hombres relacionados con el asalto ocurrido el día anterior en el Banco Abbotsford, a los que además de les acusa de la muerte de un guardia de seguridad y una cajera, y emitiendo un dato relevante como es el de que huyeron en un Chevrolet de color plata, justamente la marca y el color del vehículo en el que se ha despertado (además, y por si quedara alguna duda, al abrir el maletero se encuentra el botín: multitud de bolsas repletas de fajos de billetes). Con estos datos, junto con los carnets de identidad que portan los fallecidos en sus bolsillos, deduce que su identidad es la de Raymond Plazzy, aunque algo tendrá que decir al respecto Adrien Hughes), ya que el cadáver de la parte de atrás del coche es el de George Weaver (Ryan Robbins) y el de las proximidades pertenece a Eric Stapleton (Lloyd Adams).

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A partir de este momento comenzará su lucha por seguir con vida, contra condiciones atmosféricas adversas (sobretodo lluvia), contra la climatología más cruel (el frío de la noche consigue traspasar la pantalla), contra necesidades biológicas (como orinar), contra los animales salvajes que pululan por la zona (en especial un guepardo que no cesa en su intento de terminar con él) y, ante todo, contra su conciencia, mermada por un pasado que no consigue recordar. De este modo, arrastrándose, consigue ir avanzando hacia la salvación (y al mismo tiempo hacia la verdad), mientras horribles incidentes van sucediéndose ante su trastornada y borrosa mirada; además, en todo momento será acosado por la extraña visión de una mujer (presuntamente la cajera del Banco robado, interpretada por Caroline Dhavernas), aunque un misterioso perro salido de la nada (muy semejante a Duke, un perro que él tenía de pequeño) le servirá de apoyo moral con asiduidad y resultará ser una pieza clave en el desenlace de la historia.

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Destacando el fabuloso e inesperado final de la película, no merece menos elogios la interpretación llevada a cabo por un inconmensurable Adrien Brody, que junto a Caroline Weaver son los dos únicos personajes de la película que profieren palabras. En este aspecto, únicamente resulta desdeñable alguna que otra escena que recuerda, por la sobreactuación acontecida y el parecido físico razonable del protagonista, a un capítulo de El último superviviente, serie que nos muestra cómo Bear Grylls sobrevive a toda clase de adversidades, al igual que se ve obligado a hacer Adrien a lo largo de la película.
Aunque estéticamente podríamos decir que ésta obra de Michael Greenspan presenta semejanzas con The Jacket (además de compartir actor protagonista) en nada más se parece a ella, y sí lo hace mucho más (sobretodo si nos atenemos a la forma en que la trama se desarrolla) a Mentes en blanco, aunque con un trasfondo completamente distinto (jugando con la incertidumbre hasta límites insospechados, sin ofrecernos apenas nombres y dejando a nuestra imaginación trabajar hasta el último instante).

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Los primeros planos, capturando cada minúsculo e insignificante detalle emocional, resultan increíbles, transmitiendo cada sensación de forma directa y muy humana. Asimismo, la banda sonora dota a cada situación de una atmósfera especial, empleando en sus inicios la misma música que pudimos escuchar en Los extraños (aunque no comparten en absoluto el terror, ya que ésta presenta uno muy vinculado a la psicología y la otra uno meramente visual). Es decir, que tanto el apartado audiovisual como el argumental son excelentes, y si a esto le añadimos unas interpretaciones (aunque debiéramos referirnos a ellas en singular) sobresalientes tenemos como resultado un producto muy recomendable, que hace reflexionar sobre la existencia misma y la desdichada mala suerte, que puede trastocar por completo la vida de cualquiera en escasas milésimas de segundo.

trailer

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